Opinión
Alusiones personales
«En este Carnaval se advierten bromas que han superado esos límites del humor, y son las alusiones personales, sobre todo a carnavaleros»
El Carnaval de Cádiz es transgresión, quebrar fronteras, romper las barreras de lo políticamente establecido. Un desafío siempre, antaño en tiempos de dictadura, ahora en época de las redes sociales, linchamientos públicos y autocensura. Para ejercer esa libertad hay que ser valiente o más ... bien loco, especialmente si se irrumpe en el Concurso con afán de competir (la calle es verso aparte). Y por mucho que algunas críticas, por lanzarse de manera enérgica, parezcan rompedoras y subversivas, en el momento de recibir una atronadora ovación en el Gran Teatro Falla prueban que van a corriente, pues si no se encajarían con rechazo o estupor en el mejor de los casos.
El Carnaval actual es políticamente correcto, a excepción de contadísimas ocasiones. Lógico al ser un certamen donde se aspira a ganar un premio ('El concurso se creó para someter al pueblo', cantaban los sumisos). Es en la ironía donde se advierte una mayor transgresión, una exploración de límites, un tanteo, un riesgo, y hay veces que se topan con la indiferencia y hasta un frío silencio.
Mil horas se podría hablar sobre los límites del humor. Para unos, los más conservadores, está en el respeto pero ¿no debe ser el humor un tanto irrespetuoso? Para otros, la ética, absurdo pues ésta tiene un cariz individual y subjetivo. Hay quien defiende que el humor ha de hacerse de abajo hacia arriba; sin embargo ¿quién decide quién está abajo y quién está arriba? ¿Y no es humor reírse de las miserias, precisamente estandarte del humor negro? Selu García Cossío indicaba que el límite del humor está en la ley. Le otorga al juez la capacidad para decir si algo es gracioso y por tanto válido o si no lo es y por tanto punible.
En mi opinión siempre defenderé que el límite del humor es el propio humor. Por supuesto la línea sigue siendo difusa, pero el concepto es el siguiente: si la intención es humorística, si se trata de hacer reír, es aceptable, más allá de que sea mejor o peor el chiste, algo muy subjetivo. No obstante, en este Carnaval se advierten bromas que para mí han superado esos límites, y son las alusiones personales, sobre todo a carnavaleros, donde no se busca el chiste ni la carcajada, sino lograr el 'ohhh' sorprendente por la fuerza de esa difamación. Un 'no hay c...'.
No es humor bromear con las supuestas conversaciones de whatsapp subidas de tono de un comparsista, los problemas laborales de otro, lanzar acusaciones de robo y estafa sobre un antiguo compañero o incluso señalar expresamente a un intérprete que tiene problemas de salud mental. Encajaría, insisto, si se buscara el chiste y no la provocación. Más allá pierde su sentido y merece quedar fuera del Carnaval, folklore popular y a la vez un arte noble que no necesita de estas artimañas para llamar la atención. Por más que lo vistan de humor