CARNAVAL DE CÁDIZ

Mujeres y hombres que suenan a Cadi

Ha sido a base de demostraciones constantes, trabajo arduo, lucha por estar (a pesar de las brechas sociales que nos diferencian) y casi nulo reconocimiento por lo que hemos llegado a conseguir esa normalización

Alba Fernández

En pleno siglo XXI, no ha sido hasta la llegada de la cuarta ola feminista cuando las voces de mujeres se han comenzado a «digerir mejor», como si de un polvorón se tratara, en el carnaval gaditano. Era ya difícil de escuchar el tan típico comentario en estos últimos años de que «las voces de mujeres no suenan a carnaval». Ha sido a base de demostraciones constantes, trabajo arduo, lucha por estar (a pesar de las brechas sociales que nos diferencian) y casi nulo reconocimiento por lo que hemos llegado a conseguir esa normalización, que no valoración, de la presencia de la voz femenina en esta fiesta.

Voces como la de Milián Oneto, Alicia Trinidad (premiada como mejor contralto del COAC 2023) y grupos como el de Palmira Santander, Marta Ortiz, Tamara Beardo, Cristina Calle y María Núñez, Laura Rivero, Aroa Gómez, entre otras muchas que no quisiera invisibilizar (espero que mi comparsa también haya aportado su granito de arena), han dado más que suficientes motivos para perpetuar nuestra figura dentro de esta fiesta como válida (hablo de nuestra figura como voces del carnaval, de la autoría y la orquesta tendríamos que hacer otro análisis mucho más pesimista). Fue quizás el «fichaje» de Milián Oneto el que impulsó esta nueva corriente de pensamiento, pues ya había un hombre con poder, un autor reconocido, con conocimientos musicales, que aceptaba nuestra voz como parte del carnaval, lo que hizo pensar al resto que quizás no estaba tan mal eso de usarnos para algo más que para coser sus disfraces, cuidar de sus hijos y posar a su lado cual trofeo.

A pesar de que se cumplan ya 9 años desde la primera aparición de Milián en las tablas, aún sigue sorprendiendo la incorporación de Brenda y Miriam, cantantes profesionales de talento indiscutible, en un grupo de carnaval. Sorprenden porque «suenan bien», a pesar de la creencia popular de que eso «no iba a sonar a carnaval». Pero ¿por qué esta creencia ha tomado tanto protagonismo hasta este siglo? ¿acaso no hemos contado con voces femeninas referentes en todos los estilos musicales? Ópera, jazz, pop, incluso en tradiciones tan puristas como el flamenco, la voz de la mujer siempre ha sido valorada y disfrutada de manos de auténticas diosas musicales como Ella Fitzgerald, Montserrat Caballé, Beyoncé, Madonna o la Perla. ¿Por qué no en el carnaval gaditano? Y, lo que es más, ¿a qué viene ese miedo por crear grupos con voces femeninas y masculinas? A esta pregunta, me gustaría, como musicóloga, responder con una muy básica, casi ridícula, explicación de las organizaciones vocales en la música académica y su relación con la organización en carnaval.

Desde el Renacimiento musical (S.XV-XVII), gracias al nacimiento de la polifonía (música compuesta para varias voces diferentes), se incluye a la mujer en la música vocal, organizando las voces con cuatro tesituras básicas de la siguiente forma: soprano, alto, tenor y bajo (SATB) de más aguda a más grave, siendo las dos primeras voces categorizadas como femeninas y las dos segundas como masculinas. En carnaval, cambiamos los nombres a estas voces, pero casualmente también contamos con cuatro voces de base: contralto, octavilla, tenor y segunda (COTS) de más aguda a más grave. Naturalmente, las dos voces agudas corresponderían a una tesitura femenina y las dos más graves a las masculinas y, para una vez que la naturaleza nos da la razón en algo, la mayoría de los grupos siguen prefiriendo utilizar voces masculinas a punto del pólipo en las cuerdas vocales, afónicas ya el segundo día de carnaval y por cuyos cuellos sufrimos viendo como casi explotan cual pájaro de Blancanieves para llegar al contralto que levante el vello.

Entonces, ahora que «sí sonamos a Cadi» ¿por qué no se cuenta con más mujeres para defender estas tesituras?, ¿androcentrismo?, ¿acomodación y discriminación cultural y social?, ¿falta de interés, formación y talento por parte de la dirección musical sobre cómo trabajar con voces femeninas?, ¿dónde se encuentran en realidad las carencias?

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