CARNAVAL DE CÁDIZ

Bendita ausencia

A pesar de que el parón no ha sido deseado, el hecho de no estar en el juego del concurso y verlo desde fuera está resultando muy positivo para mí

Comparsa 'Cadígenas' en el Carmaval de 2024

Alba Fernández

La participación de un grupo año tras año sin descanso es aplaudida y elogiada en el concurso del Falla. Esa continuidad, dicen que hace carrera, que es la que te visibiliza y te ayuda a «consagrarte» como agrupación, la que hace que te tengan en cuenta y, no es de otra forma que, subiendo escalón a escalón, como puedes llegar a ser una agrupación reconocida y con éxito. Sin embargo, déjenme decirles que no estoy de acuerdo para nada con esta teoría, pues, al igual que el silencio es necesario e importante a la hora de componer música, hay veces que un parón puede aportar más que varios años de insistencia agotadora.

Este año, por motivos personales, no he podido sacar mi comparsa, la de «las niñas de Rota» y no hemos podido participar en el concurso. Sin ánimo de dar lecciones, pues, aunque llevo diecinueve años haciendo carnaval, no soy más que una novata en este mundo del COAC, donde sólo hemos participado dos maravillosos años, permítanme plasmar mi humilde experiencia que, aunque de momento corta, ha sido muy intensa y me ha hecho reflexionar de forma muy reveladora.

A pesar de que el parón no ha sido deseado, el hecho de no estar en el juego del concurso y verlo desde fuera está resultando muy positivo para mí. Por un lado, me está permitiendo verlo desde un punto de vista muy diferente. Antes que autora, soy aficionada y estos dos últimos años eso se me había olvidado. He vuelto a disfrutar de los repertorios de las compañeras y compañeros, me he vuelto a sorprender con la tranquilidad de la no competición y la no frustración con el jurado. Por otro lado, me está ayudando a ver de forma clara qué he hecho hasta ahora, qué quiero hacer, qué hay y qué falta. Darle tiempo a sanar las emociones tan intensas que el concurso hace florecer, me está permitiendo reconocer virtudes y defectos de mis obras y, además, he podido escuchar mis propios repertorios con cariño, sin ser tan crítica conmigo misma y disfrutar de ellos.

Han sido dos años tan intensos, tan rápidos, tan sin frenos, tan a contrarreloj, que me ha sido imposible saborear con detalle cada éxito y digerir cada derrota. ¿Cómo lo hacéis compañeras y compañeros que salís año tras año y os exponéis a tal nivel de intensidad sin apenas tiempo de autoevaluación? Quiero creer que tenéis un master en educación emocional, que renováis vuestras almas con rapidez, porque sería muy triste que no escapárais de esa vorágine, que fuerais esclavas y esclavos de la competencia, del «concursismo», del «bienquedismo» y del ego. Ese no es el carnaval que quiero vivir, será que estoy bien acostumbrada a la salud del carnaval callejero, a la autenticidad del mismo y ante tanta atención, ante tanta rivalidad, ante tanta comparativa, «se me ha perdido el carnaval». Menos mal que este año no he podido ir a verte, porque así he podido volver a encontrarte, bendita ausencia.

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