Pan y circo
El poder igualitario de la plata
'A una celebrada victoria a domicilio le puede seguir el mayor de los fracasos en propio campo ante el rival más inesperado'
En esta frenética y desquiciante noria que es la Segunda División, a una celebrada victoria a domicilio le puede seguir el mayor de los fracasos en propio campo ante el rival más inesperado. Cualquier equipo puede experimentar que a una racha de resultados favorables le pueden suceder varias jornadas de derrotas encadenadas, sin saber cómo ni porqué.
Debemos acostumbrarnos a esta esquizofrenia futbolística de la categoría, donde el nivel de los conjuntos es muy parejo y donde cualquier resultado es absolutamente posible en cualquier partido que se dispute.
Ya lo vamos experimentando en carne propia, pues el Cádiz, uno de sus previsibles gallitos, ha sido incapaz de ganar ni uno solo de los cuatro duelos disputados en su estadio y, mucho peor, se ha visto superado por sus rivales durante muchos tramos de esos partidos. Del último episodio de este permanente delirio nos ofreció la realidad cumplida cuenta el pasado sábado, cuando contemplamos, atónitos, el soberano repaso que el Eldense daba durante la primera parte a los amarillos. Un compacto equipo alicantino, que no sólo se adelantó en el marcador sino que a punto estuvo de incrementar su ventaja antes del descanso. Cierto es que en la reanudación el Cádiz reaccionó, cambiaron las tornas, y sólo se desequilibró la balanza por el infortunio de un penalti en contra, de esos que sólo son percibibles desde ese nuevo artefacto denominado VAR.
Porque ya vemos que en esta igualada Segunda División, lo mismo da llamarse Eldense que Mirandés, que Zaragoza o que Deportivo. De nada vale la historia, la magnitud de sus aficiones e incluso los presupuestos.
Esta categoría es singular hasta en el poder igualitario que distribuye entre sus miembros. Cualquiera puede ganar o perder un partido y cualquiera puede encontrarse en disposición de ascender o descender de categoría, dependiendo del rumbo que tomen las rachas en el transcurrir de la temporada. Seguro que los triunfos llegarán y el Cádiz, una vez centrado en esta turbadora ruleta de la división de plata, nos regalará alegrías cuando alcance uniformidad en su fútbol y deje de jugar a oleadas.