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La pizarra del Cádiz 2-0 Córdoba
La eficacia cadista se impone en un partido repleto de ocasiones, sin un dominador claro y con la sensación repleta de incertidumbre de que la moneda salió cara para el equipo de Paco López
El VAR evita otro susto (2-0)
Para para hoy, hambre para mañana
El refranero español es tan sabio que para el partido que el Cádiz ofreció ante el Córdoba encuentra un dicho más que popular y conocido. Aquello de 'esto es pan para hoy, y hambre para mañana' es tan real como la vida misma de cara a definir lo que ofreció el cuadro gaditano ante el Córdoba.
¿Recuerdan las victorias cadistas de la pasada temporada ante Granada y Getafe? La primera un Viernes Santo y la segunda a poco de acabar la temporada. Ambas por la mínima y con la sensación de que si el rival hubiera apretado algo más se hubiera llevado los puntos. Ambas fueron victorias para agarrarse un sueño, el de la permanencia, que era eso, un sueño. Pues la realidad de aquel equipo era que no podía, igual que pasa con el actual. El equipo de Paco López ganó, sí, pero ni mucho menos convenció. Una victoria para salir del descenso y sumar, que no es poco, pero con la sensación de que este grupo de jugadores sigue sin saber a qué jugar.
Porque el triunfo del Cádiz fue más circunstancial que otra cosa. Tuvo la suerte merecida ya del VAR pero el Córdoba gozó de tantas ocasiones que bien el marcador pudo ser otro. Ganó el que tuvo más efectividad pero ni mucho menos el que jugó mejor. Sin Ontiveros y Ocampo este Cádiz es un equipo mediocre y malo. Tanto que cuando ambos fueron suplidos en la segunda parte se acabó lo que se daba en un equipo que empieza fuerte pero que con un disparo al larguero del rival se viene abajo.
Las sensaciones siguen siendo preocupantes, y a no ser que venga una racha inspiradora de triunfos consecutivos, la deriva no va a ser positiva. El equipo está muy cogido por pinzas, se cae a las primeras de cambio y no es capaz de completar un partido mostrando una fiabilidad que evite pensar que el rival se puede meter el choque con cualquier despiste amarillo.
1. Centro del campo nuevo
La sorpresa en el once saltaba con la ausencia de Kouamé. La baja del de Mali, por su nueva indisciplina, propiciaba un centro del campo totalmente nuevo con Fede San Emeterio y Escalante. Más allá de eso, el equipo seguía siendo el mismo con Roger en punta un partido más.
El Cádiz salía muy bien, se comía al Córdoba. Tenía llegadas de mucha calidad a los últimos metros pero le pasa lo que muchos encuentros, no define cuando lo merece. Escalante y Ocampo desbordaban, el primero tenía una genialidad que se iba al palo y el choque continuaba con la sensación de que el Cádiz merecía marcar pero pasaban los minutos sin lograrlo.
2. Vuelta a las andadas
Un disparo al larguero de Antonio Casas lo cambiaba todo. A partir de ahí afloraban los nervios de un equipo que tenía más o menos controlado el choque, pero veía como el Córdoba le quitaba el balón y se adueñaba del partido. El centro del campo cadista desaparecía y los balones no llegaban a las bandas amarillas, diferenciales siempre.
El cuadro de Iván Ania comenzaba a acumular ocasiones, fruto de muchos uno contra uno en las bandas y la fragilidad amarilla atrás, gracias a unos nervios aplastantes. Pero cuando peor pintaba para el Cádiz llegó el penalti sufrido por Roger, revisado por el VAR. El tanto daba alas al cuadro de Paco cuando peor estaba, y de ahí otra acción, de estategia, en la que llegaba un 2-0 tan inesperado como inmerecido. El Córdoba había tenido ocasiones muy claras para marcar pero no lo había hecho. Y más allá de las críticas al juego del Cádiz, esto del fútbol va de marcar goles y los locales habían hecho dos y los visitantes ninguno.
3. Falta de puntería rival y David Gil
Con un 2-0 al descanso, el partido podía parecer controlado para el Cádiz. Sin embargo, el ambiente respiraba una calma muy tensa. Todo el estadio sabía que si el rival acortaba distancias el marcador corría un serio peligro de caer del lado visitante.
Paco, que había movido el banquillo para meter a Fali por el lesionado Zaldua, pasando Chust al lateral derecho, optaba por darle minutos a Chris Ramos por un tocado Carlos Fernández. Si bien Chust cumplió en el lateral, la aportación de Chris durante toda la segunda parte fue muy escasa.
Los minutos pasaban sin que sucedieran grandes cosas, buena noticia para los amarillos, hasta que el entrenador cadista decidió quitar a sus dos mejores futbolistas: Ocampo y Ontiveros. Mensaje peligroso, cambios necesarios por el físico, pero en un equipo tan pendiente de un hilo todo puede caer de un lado.
Sobrino, Alejo y Álex entraban por los dos mencionados y Fede San Emeterio. A priori, cambios de garantías para al menos no sufrir en el marcador. Sin embargo, el Córdoba seguía llegando y tenía oportunidades de marcar. Una veces la poca puntería blanquiverde y otras David Gil evitaban males mayores.
El Cádiz ganaba pero ni mucho menos convencía. Habrá que ver si este chupito de confianza sirve para algo en un equipo que vive con la terrible sensación de que cada partido es una moneda al aire. No hay fiabilidad y no hay solidez, así es imposible.