pan y circo

Naufragio en Bilbao

La goleada encajada en San Mamés supone todo un aviso a navegantes

Los jugadores agradecen el apoyo de los aficionados desplazados.
Pepe Reyes

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Golpe duro de realidad. El naufragio sin paliativos sufrido por el Cádiz en Bilbao supone todo un aviso a navegantes, un bofetón en toda regla a ese optimismo desmesurado que se había instalado en la hinchada tras los buenos resultados iniciales. La temporada es larga, exigente, y en todos los partidos se ha de rendir al máximo para poder optar a resultados positivos. Nadie regala nada, y basta que que cunda un despiste medio generalizado sobre el campo para que cualquier rival pase por encima como una apisonadora. Algo de esto ocurrió el sábado en San Mamés, donde el equipo pareció salir dormido, errático, sin precisión en los controles, sin rapidez en las anticipaciones, sin los errorecontundencia en los duelos. Una debacle progresiva que sólo presagiaba unos goles encajados que, por fortuna, tardaron en llegar. Sin noticias de la delantera, los extremos, inoperantes, no desbordaron ni una sola vez, mientras que la dupla de mediocentros, lenta y superada, ni era capaz de cortar juego rival ni de mover mínimamente el balón. Con todo, la verdadera pesadilla, el auténtico coladero de los amarillos durante todo el encuentro vino por el flanco izquierdo, donde Nico Williams entraba como quería y generaba múltiples ocasiones de peligro. Una y otra vez, ganaba sus duelos individuales a un Javi Hernández que lo pasó muy mal en defensa y que tampoco contó con la colaboración de un desdibujado Rubén Sobrino.

Circunstancia que obligaba a Fali a acudir a esa banda para apagar el fuego en forma de cruce in extremis, con lo que se desestabilizaba el cuarteto defensivo y se ofrecían huecos francos de ataque a los locales. Sólo al final, con la tranquilidad que da un partido ya sentenciado y con la aportación arrebatadora de un ilusionante Robert Martín, el Cádiz pareció soltarse algo sobre el campo y hasta generó alguna ocasión de gol. Pero la mala tarde, que cualquiera la tiene, ya estaba consumada. Lo importante es aprender de los errores y volver cuanto antes a la senda de la solidez y la solvencia demostrada en las jornadas precedentes.

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