Opinión
Del meme al mito
'Cuando el Cádiz contrató a Ontiveros, invirtió en seguridad y calidad para la categoría'
![Ontiveros, en acción.](https://s2.abcstatics.com/lavozdigital/www/multimedia/canal-amarillo/2025/02/10/javier-ontivers-R5SirHIVJfswowDULJo9BrK-1200x840@abc.jpg)
Decía Lorca - lo cantaba Camarón- que el sueño va sobre el tiempo flotando como un velero. Y en el fútbol el artista busca la premonición de la noche anterior esquivando piernas entre césped y cal. Solo unos pocos pueden ejecutar lo que sueñan, como si en un trato con Morfeo el artista decide llevar a cabo lo imaginado aun sabiendo que no será perfecto. Y ahí radica la diferencia entre el artista y el que quiere serlo. La búsqueda de la perfección. Esa que solo acerca al ser humano a la tristeza. A la inmolación de la curiosidad. A un supuesto bien estético y moral hace que se apague el despertar de la imperfección. Por eso no existe un cuadernillo Rubio del arte o la belleza ni tutoriales sobre qué hacer con la inspiración.
Porque un papel en blanco, un lienzo o un toro recién salido chiqueros hacen que el artista se exprese con la mayor incorrupción posible. Libre. Entiendo que el futbolista por el que uno paga una entrada es por ese que sueña con el control que va a realizar antes de ejecutarlo, el que juega con el aficionado al olvido. Al perdón de la jugada anteriormente fallada. Si el futbolista se relame con cada balón que le llega porque lo entiende como una oportunidad, el público asumirá el fallo futuro y no se lo reprochará. Y pasa en Cádiz que, cuando el 22 se ensimisma, mete el mentón en el pecho y se dedica a dejarse llevar allá por donde su intuición y sus piernas le lleven, el público, soberano, le reconoce la intención y el esfuerzo. Cuando el Cádiz contrató a Ontiveros, invirtió en seguridad y calidad para la categoría, pero lo que no sabía es que también lo hacía en regularidad y disfrute para el aficionado. Porque más allá de sus números están sus intenciones con balón, y días como el del Cádiz-Cartagena avalan más que de sobra al marbellí como el jugador más desequilibrante de la plantilla.
Bastan cuatro acciones, cuatro pinceladas de este Spiderman amarillo para poner en pie a ese coso ubicado en la avenida que, para lo bueno y para lo malo, nunca olvida. Un pase en una jugada ensayada que acaba en gol de Mario Climent para abrir el marcador. Un balón con un lazo y dedicatoria para De la Rosa, canterano discutido, que estuvo en la rampa de salida, pero que celebra su primera titularidad con gol gracias a un regalo de Ontiveros. El tercer acto viene de la mano de un centro teledirigido a la cabeza de un inconmensurable Chris Ramos con el banquillo visitante como espectador de primera fila y, por último, la única de las acciones que las estadísticas no pueden dar como asistencia, pero que cuenta casi como un gol. Un balón procedente de un saque de banda que baja al piso para dejar clavado al primero de sus contrincantes, seguido de una conducción hasta el borde del área donde, plantado, espera a los dos defensores del Cartagena. Mueve el cuerpo hacia dentro para después salir hacia fuera, poder crearse un espacio y poner un balón en el punto de penalti que nadie remata de forma clara, pero que Alex acaba convirtiendo en el que fue el segundo tanto del conjunto amarillo.
Cinco goles marcó el equipo, cuatro de ellos con la intervención directa de quien hace que cada dos semanas alguien vuelva a ilusionarse en un estadio en el que hace tiempo que la gente no sueña con nada ni con nadie. Su presentación parecía un apagafuegos en aquel verano para olvidar. Un porrón de likes a base de clips tuiteros por parte del club.
Pero las películas hay que verlas hasta el final. Veremos cómo acaba esta. Javier Ontiveros: del meme al mito.