Rayo - Cádiz
La pizarra del Rayo Vallecano 3-1 Cádiz
Desastre amarillo de principio a fin en un partido en el que, a pesar de todo, los de Cervera tienen opciones de meterse en el partido e incluso de llevarse algún punto gracias al coraje, que no al juego
Sin identidad, imposible
No fue el partido del Cádiz CF. Desde el minuto uno se veía que el equipo amarillo no estaba enchufado en el encuentro y eso en Primera División se paga muy caro, independientemente del rival que tengas enfrente. El Rayo dejó a las claras porqué está en la zona alta de la clasificación y porqué hay jugadores en el Cádiz siguen muy lejos de su mejor nivel.
Cervera buscó cambios en el once para refrescar el equipo y lo hizo porque tiene jugadores para ello, futbolistas que, en teoria, están para disputarle la titularidad a los que juegan siempre. Un once diferente porque la plantilla es amplia y los fichajes, en teoría también, han sido muy buenos. La situación es que salvo Tomás Alarcón y Víctor Chust, el resto aún no está.
Con un 4-1-4-1, Cervera sabía que el Rayo es un equipo ofensivo que busca sus referencias arriba y la verticalidad de jugadores como Alvarito e Isi. Lo consiguió el equipo de Iraola sobre todo por una banda cadista que, aunque tenía dos laterales, hizo aguas por todos lados con dos goles calcados. Increíble.
Y la gran pena del partido fue que el Cádiz con muy poco, solo con coraje y pelea, pudo meterse en el partido e incluso empatar. Lo consiguió de la nada con un balón parado que convirtió Haroyan y casi lo consigue con un remate de Espino que se fue al palo. Y todo ello con un juego nulo y solo corazón.
1. Rotaciones sin éxito
Cervera hacía cambios para intentar refrescar el equipo y para darle la oportunidad a jugadores que están llamados a pelear la titularidad, pero parece que aún no están. Andone era titular por primera vez, Bastida volvía al equipo de inicio junto a Akapo, Cala y Jonsson. La baja de Fali, más que sensible, era cubierta por el danés.
Alarcón jugaba de ancla en el 4-1-4-1 por detrás de Bastida y Jonsson. La presión la ejercía Andone acompañado por momentos del chiclanero o del jugador de Dinamarca. Pero todo ello no salía pues el Rayo tocaba sin problemas y teniendo profundidad, y el Cádiz ni robaba ni controlaba dos pelotas. Nada. El gol de Alvarito fue el primer aviso de que o espabilaba el Cádiz o la derrota era segura.
2. El balón parado, único recurso
Sin intensidad y sin recursos, el Cádiz se aferraba al balón parado como única oportunidad de meterse en el partido. Y así fue, Haroyan hacía bueno lo de dos remates en el área , gol seguro. Con ello el Cádiz se metía en el partido hasta que sus propios errores le hacían salirse con un gol idéntido e imperdonable al primero de los locales. Desastre por la banda izquierda cadista y remate de Falcao tras una pared.
Los cambios al descanso estaban más que cantados. Cervera metía a Sobrino y Álvaro Jiménez por Jonsson y Arzamendia. El paraguayo totalmente perdido toda la primera mitad. El Cádiz jugaba con Salvi a pierna cambiada, Álvaro en la derecha y Sobrino de enganche con Bastida por detrás con Alarcón. Cervera movía el equipo y recurría al 4-4-2 cuando el Rayo más apretaba y rozaba una goleada que salvaba Conan Ledesma.
3. Reacción de coraje que no basta
Pasado el vendaval inicial del Rayo tras el descanso, lo sorprendente es que el Cádiz seguía vivo en el partido y a solo un gol del empate. Eso daba alas a un equipo al que le costaba la vida dar dos pases seguidos ante la fuerte presión del Rayo cada vez que la perdía. El Cádiz seguía perdido y sin ideas ante un rival mucho más intenso. Toda la intensidad que tuvo el Cádiz ante el Barcelona, le faltó frente al Rayo.
Cervera metía toda la artillería con Negredo y Choco Lozano por un desaparecido Andone y el canterano Bastida. Con el hondureño y el madrileño en el campo el Cádiz tenía más peligro y con muy poco casi marca Espino con un remate al palo. El Cádiz llegaba sobre todo con balones al área y con más coraje que otra cosa.
Sobrino jugaba en el centro del campo con Alarcón, mientras que Negredo y Choco eran los dos puntas claros del equipo. Perea entraba por Akapo para que Salvi acabara de lateral derecho y el manchego, poca aportación, jugara en su banda.
El coraje cadista rozó el empate pero no fue suficiente pues en una contra el Rayo mataba un partido para olvidar y reflexionar. No es cuestión de pedir lo que no se tiene, es cuestión de hacer lo que ya se ha demostrado que da resultados en el Cádiz. Intensidad y nivel defensivo, sin eso, como tantas veces ha dicho Cervera, el equipo está muerto.