Opinión

Visita al arrabal

Nuestra fervorosa feligresía balompédica hubiera disfrutado tanto con tan puntual acontecimiento, de haberse disputado éste en la histórica catedral del Santiago Bernabéu

Imagen exterior del Santiago Bernabéu que está en obras. ABC
Pepe Reyes

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Carente de esplendor y de grandeza, el Cádiz disputará este sábado su partido de liga frente al Real Madrid en las instalaciones secundarias de Valdebebas, situadas entre arrabales residenciales de los madriles. Tanto tiempo soñando con este momento , tantos años esperando este partido, tan dilatado, tortuoso y laborioso se hizo el tránsito hasta volver a competir en la máxima categoría, que resulta harto decepcionante este carácter suburbial en la ubicación de la contienda . Como un aturdido misacantano, al que, para su rito ceremonial, le cambian la majestuosidad de la catedral por una fría parroquia de extraradio , así la afición cadista se ha visto privada de rendir visita a un templo grandioso del fútbol universal y ha de conformarse con la alejada suntuosidad de una ermita, a la que tampoco podrá acudir. Obligada peregrinación para nuestra fervorosa feligresía balompédica, que tanto hubiera disfrutado con tan puntual acontecimiento, de haberse disputado éste en la histórica catedral del Santiago Bernabéu, con sus puertas abiertas, a los conspicuos devotos del cadismo. Por desgracia, todo debe reducirse a la distante contemplación de un espectáculo televisivo, que se verificará en el despoblado, gélido, aséptico escenario del Alfredo Di Stéfano. Aún mantenemos viva en la memoria la descomunal estampa de esas nutridas hordas cadistas bajando por la Castellana , camino del Bernabéu, con proliferación de cánticos y sonrisas, en inusitada pleamar amarilla de bufandas, sudaderas y camisetas. Y más inolvidable resulta aún aquel momento mágico en el que, ya adentrada la segunda parte, un gol de Jonathan Sesma adelantaba al Cádiz en el marcador . Fue nuestro último paseo por la élite, hace de ello quince años, cuando cada partido era una fiesta y hasta se proclamaba sin sonrojo que poseía más trascendencia el propio exceso etílico del sarao que el resultado obtenido sobre el césped. Hoy, tras década y media de padecimientos y maduración, algo hemos cambiado. Por todo ello, se entiende tan necesario que se alcance esta temporada la salvación. Por las vivencias, por los viajes, por el disfrute de una categoría que el abrupto zarpazo de una pandemia nos ha robado.

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