El último empujón

Aunque parezca una hilarante letanía de coincidencias remotas, el cúmulo de resultados aciagos que deben de aunarse para que el Cádiz descienda en caso de perder en Elche, no es ni tan disparatado ni tanimprobable.

Así enunciados o leídos de corrillo, que el Getafe pierda en Valladolid, que el Celta le gane al Barcelona, que el Valencia no pierda con el Betis y que el Almería le gane al Español, parece que asistamos a una nueva versión del conocido cuplé de una chirigota callejera.

Pero después de reírnos y una vez repuestos de tal aglomeración de circunstancias, podemos advertir que tal sucesión de hipótesis no es en absoluto descabellada. Salvo el partido clave, en el que Getafe y Valladolid se la juegan directamente, el resto de rivales para la permanencia se enfrentan a equipos que nada tienen que perder o que ganar. Bien porque ya gocen de los deberes hechos, como Betis y Barcelona, bien porque ya lo tiene todo perdido, cual es el caso del Español. Mal haríamos, pues, en permanecer confiados y pensar que esa nefasta confabulación de funestos resultados no puede darse. La historia futbolística enseña que las últimas jornadas de liga se tornan a veces en traidoras e imprevisibles, donde puede que se repartan fatídicos naipes al más confiado de la partida. La grandeza de este domingo decisivo radica en que todos los conjuntos implicados para ocupar la última plaza de descenso dependen de ellos mismos. Una victoria de cualquiera de ellos lo salva. Y al Cádiz le vale el empate. Bien haríamos, pues, en no confiar en ayudas de terceros y amarrar este postrero envite de la temporada en un feudo de tan grata memoria para el cadismo, donde aún recordamos aquel glorioso ascenso, contra casi todos los pronósticos, de aquel lejano mayo de 1981. Pero no será nada fácil, pues el Elche es, junto al Atlético, el equipo que más en forma ha llegado a este tramo final de campaña. Confiemos y vibremos con nuestro Cádiz. Sólo falta el último empujón... y lo vamos a conseguir.