Pan y circo

Tristeza

'Ha costado muchos sudores, desengaños y lágrimas regresar a donde estamos y no deberíamos permanecer ausentes cuando todo se desmorona'

Una ola de sombras, un vagón de tristeza parece atravesar cada peldaño del viejo Carranza. El otrora templo del color y la alegría, sede de la hinchada más singular y graciosa, muestra ahora una imagen silente, distante y resignada, como si contemplara ajeno el herido pálpito de su equipo. Antes de que sobreviniera el reguero de goles frente al Atlético, el estadio ya extrañaba por su ambiente gélido y sepulcral, por su funerario aroma de tanatorio anticipado, por un agrio sabor de indolencia y pesimismo .

Porque salvo el cansino insulto al portero rival, emitido a coro por una parte de la grada, y un sempiterno bombo de continuo tronar, en el graderío sólo se escucha el silencio . Como la víctima predestinada en una tragedia inexorable, la afición acude a los partidos muda y absorta, como entregada a su ingrato papel de testigo y parte de un drama que se amasa, se avecina y se acrecienta.

El fútbol en Cádiz dejó de ser una fiesta , más bien parece la rutina de una liturgia que cada fin de semana se ha de cumplir, de la que muchos feligreses se han caído en el camino y a otros cada vez les cuesta más cumplimentar. No ganar un partido en casa y marcar sólo cuatro goles durante cuatro meses de competición, y que el último obtenido producto de una jugada date de un lejano 29 de agosto, puede suponer un duro castigo para la afición, una prueba definitiva de su real incondicionalidad.

Pero no hay nada peor que la apatía, que la única respuesta sea la flema generalizada. Con su apoyo y su calor, la hinchada ha de llevar en volandas a su equipo y éste corresponder con la entrega y el esfuerzo sobre el césped. Y si este binomio se rompe, al menos que quede constancia mediante silbidos y protestas. Porque más vale una bronca a tiempo que un silencio persistente, amargo y atronador. Ha costado muchos sudores, desengaños y lágrimas regresar a donde estamos y no deberíamos permanecer ausentes cuando todo se desmorona.

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