Pan y circo

El tiempo en el fútbol

'La pérdida de tiempo se ha tomado como una actividad consustancial'

pellegrini y sus críticas han traído cola. l. v.
Pepe Reyes

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Aunque nos dijeron que el tiempo es relativo, cuánto duele y se añora su pérdida. Universal premisa de la que mucho sabemos en el fútbol, porque una de las situaciones que más enherban a jugadores y aficionados es la reiterada, ostensible y, a veces hasta bochornosa pérdida deliberada de tiempo por parte del rival.

En el primer partido de liga el Cádiz resultó víctima de tales ardides , pues el Levante pasó casi toda la segunda parte enredado en fulleras artimañas para que el balón rodase lo mínimo posible, si bien frente al Betis, como Pellegrini bien se ha encargado de recordar, nos convertimos en ejecutores de tan enojosas tretas. Circunstancia repetida por todos los equipos que pretenden conservar el botín que les ofrece el marcador pero que carecen de confianza en sus propios recursos futbolísticos para conseguirlo.

Por lo que, desde que el fútbol es fútbol, la pérdida de tiempo se ha tomado como una actividad consustancial a su ejercicio. Bajo la asumida máxima de que 'es un juego para listos' se ha aceptado que el engaño, la simulación y las actitudes antideportivas que proporcionen beneficio formaban parte del aprendizaje de cualquier futbolista que pretendiera dedicarse a ello de manera profesional.

Por fortuna, mucho ha cambiado este deporte en el apartado señalado respecto a aquél que conocíamos varias décadas atrás. Pero aún quedan cosas que chirrían y que siguen restándole fluidez, continuidad y viveza al espectáculo. Sin necesidad de recurrir al expeditivo sistema utilizado en el baloncesto, donde sólo se contabiliza el tiempo de juego real y se para el cronómetro en cada mínima interrupción, con el que se perdería mucho de la propia esencia del fútbol, sí se podrían buscar soluciones alternativas. Una de ellas pudiera consistir en que cuando se produzca un parón algo más prolongado de lo aceptable para poner en juego el balón, sea el cuarto árbitro el que detenga el reloj y ese tiempo acumulado se convierta en prolongación obligada por el colegiado. Lo que no se puede consentir es que los partidos se conviertan en una sucesión de lesiones fingidas.

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