Pan y circo

Sombras

'No sólo no hemos dado ese esperado salto de calidad sino que jugadores que la poseían, como Perea, lo dejamos marchar'

Alberto Perea se va al Granada.
Pepe Reyes

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Un inesperado tropel de sombras, con su despiadada descarga de tisteza y resignación, atravesó el lunes el viejo Carranza para desolación de una hinchada, a la que deja malherida y sumergida en los peores augurios.

Penumbras que ya adumbraron la colorista fiesta de la distendida previa del partido con el inconcebible y ya reiterado atasco de multitudes en los accesos al estadio . Desconozco los motivos exactos que generan esas aglomeraciones, pero al margen de la desconsideración y humillación que para el espectador supone sentirse tratado como mero ganado que ha de estabularse, tal hacinamiento de multitudes puede provocar situaciones altamente peligrosas.

Pero eso no fue más que un negro preámbulo para el cúmulo de frustraciones que quedaban por vivir. Desde el minuto uno hasta el pitido final sólo existió un equipo sobre el campo, el Atlhetic, que jugaba, presionaba, robaba el balón y embotellaba a los locales en su parcela con meridiana facilidad. La sensación que ofrecía el duelo quedaba reducida a una total impotencia futbolística de los amarillos, que, aturdidos y desbordados, se llevaron más de 90 minutos persiguiendo sombras, a merced de un rival absolutamente superior. Ante tan negros nubarrones, el aficionado echaba cuentas sobre lo que le queda por sufrir y padecer a lo largo de la temporada, al tiempo que se preguntaba por qué se ha dejado escapar esta gran oportunidad que el destino nos regaló hace tres meses en Vitoria para confeccionar un equipo mínimamente competitivo. Cierto es que varios jugadores aún no han alcanzado su mejor forma y que resta por acoplar a las últimas incorporaciones.

Pero al conjunto le falta calidad. Y esta ausencia podrá enmascararse a veces mediante el trabajo colectivo, la organización y el esfuerzo. Aunque no debemos engañarnos, porque la máxima categoría exige eso y mucho más. No sólo no hemos dado ese esperado salto de calidad sino que jugadores que la poseían, como Perea, lo dejamos marchar alegremente, y a otros, como Lucas Pérez, nos dedicamos a pitarle. Ya las sombras, con su inquietante presagio, nos han vertido del peligro.

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