Seguro que sí

Llegó la hora de la verdad. Todos los sobresaltos, esperanzas y pesares acumulados durante la temporada verán su resolución en estas jornadas postreras. Y el signo que ésta tome, mucho dependerá de lo que ocurra en este trascendental duelo del viernes frente al Valladolid. Partido vital, decisivo, de esos que pueden marcar el devenir histórico de un club, de los que, para bien o para mal, serán recordados durante mucho tiempo por lo capital de su desenlace.

Al que arribamos con la perentoria necesidad de victoria y con las dudas que ofrece un equipo al que tanto le cuesta la obtención de triunfos. La creación ofensiva parece haberse obstruido en los últimos encuentros, en los que ha costado llegar al área contraria mediante combinaciones y pases filtrados, en los que lo más peligroso que se ha generado ha venido precedido de lanzamientos directos de los centrales a la espalda de la defensa contraria. Proceder que surtió positivo efecto en el duelo contra el Valencia, conjunto que tendía a adelantar su línea defensiva y pudo ser sorprendido con certeros pases en largo a la veloz carrera de nuestros delanteros. Pero que se tornó obtuso y estéril cuando, por ejemplo, el Mallorca se adelantó en el marcador, retrasó sus líneas y se dedicaba a esperar, agazapado atrás, unos envíos frontales fácilmente rechazables. Por lo que, a lo sumo, el mayor peligro ocasionado así se reducía a despejes que podían terminar en corners o en saques de banda que habilitaran el lanzamiento de Luis Hernández.

Falta puntería en la vanguardia y claridad de ideas en la circulación de balón del medio campo, donde sólo parecen en condiciones de competir San Emeterio, Escalante y Alcaraz, aunque ninguno de ellos, por unas razones u otras, se hallen en su mejor estado de forma. Pero podemos y debemos ganar. Seguro que sí. Sólo queda templar pulsaciones y aguardar la dura batalla que se aproxima. Que ya sabemos los adictos a este deporte que el fútbol no es una cosa a vida o muerte. Es algo mucho más importante.