Pan y circo
Un triunfo que se resiste
Al menos, este nuevo Cádiz ha soltado amarras de anteriores agarrotamientos
Vestido de anticipada primavera, iluminado con el oro viejo del sol de febrero, coloreado con la luz urgente del mediodía, el antiguo Carranza era el pasado sábado un pálpito unánime de emociones , un compendio entrelazado de temores y esperanzas. Con las galas propias de las grandes citas, los poblados graderíos parecían atravesados por ese escalofrío singular que genera la incertidumbre, por esa aleatoria danza que supone un balón en juego, por esa tensa expectativa para conseguir, por fin, la primera victoria en casa de la temporada.
Fútbol en todo su esplendor, rebosante de pasión, congoja y apoyo de la afición, pero frustrante de nuevo en el resultado . Enésimo partido como anfitriones y enésima decepción para una hinchada que aún no ha gozado del modesto privilegio de ver ganar una vez a su equipo, y que en 90 minutos sólo pudo contabilizar un sonoro y sentido ¡Uyyy! Aislado episodio que vino como consecuencia de un saque de banda directo al corazón del área, ese método tan primario y tan sencillo de llevar el balón a la olla, pero que tanto desconcierta crea en las defensas.
Raquítico bagaje ofensivo para un conjunto tan necesitado de triunfos, que a pesar de presentar una alineación con marcada predisposición de ataque, apenas generó ocasiones de peligro. Porque de nada sirve jugar con dos delanteros si durante todo un partido no se realiza ningún centro desde las bandas mínimamente apto para ser rematado. Aunque, al menos, este nuevo Cádiz ha soltado amarras de anteriores agarrotamientos y ya es capaz de disputar la posesión de balón a un adversario, tan virtuoso en su manejo, como es el Celta y hasta muestra cierta tranquilidad a la hora de intentar sacarlo desde atrás. Pero siempre falta algo u ocurre lo inesperado, ese punto de suerte, esa gota de calidad, esa decisión arbitral, para que todo se conjure en nuestra contra. Pero este camino emprendido es el que se ha de seguir para encontrar la victoria. Getafe y Granada nos aguardan como dos manos que el calendario brinda para sacarnos del pozo.
