Pan y circo

Amargor

'Ni los más pesimistas pudieron imaginar que tras un mes de competición nos encontráramos ya tan afianzados en la cola clasificatoria'

Momo M'baye debutó ante el Barcelona.
Pepe Reyes

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Ostentar el vergonzoso honor de erigirse en el equipo que peor inicio liguero haya completado en las 92 temporadas de historia de la Primera División del fútbol español, no puede provocar más que sonrojo, tristeza y preocupación. Ni los más pesimistas pudieron imaginar que tras un mes de competición nos encontráramos ya tan afianzados en la cola clasificatoria, con cero puntos, cero goles y con una progresiva sensación de debilidad e impotencia que, lejos de augurar inminente reacción, presagia, más bien, pesares y vicisitudes.

Con ser preocupante, no es lo peor la nulidad goleadora sino la incapacidad que muestra el equipo para generar ocasiones e incluso aproximaciones a la puerta contraria. Salvo en Pamplona, donde se crearon un par de ocasiones, el resto de partidos ha constituido un páramo ofensivo de dimensiones colosales, absolutas. Si a ello se le añade la creciente debilidad defensiva y la nula confianza que muestran los amarillos para mover el balón y crear jugadas, se puede explicar la peligrosa deriva que hemos experimentado. Con la moral frágil y sin capacidad de reacción, un gol encajado o cualquier tipo de contratiempo supone que el conjunto abandone el orden, baje los brazos y y casi asuma que de nuevo recibirá otra goleada.

Así las cosas, al inminente partido frente al Valladolid se le ha catalogado como una final . ¡¡En la sexta jornada!! Es decir, ¿si perdemos renunciamos a la pelea en las 32 jornadas que restan y empezamos a planificar ya una plantilla para jugar en segunda? Por cierto, no convendría olvidar que dos piezas que se nos antojan fundamentales en nuestro engranaje, San Emeterio y Alcaraz, vinieron del conjunto pucelano cuando éste jugaba en Segunda y los relegaba al banquillo, pues allí apostaban por centrocampistas de mayor calidad técnica, como Roque Mesa, Aguado o Iván Sánchez. Con ellos disfrutó de buen fútbol su afición, consiguieron victorias y hasta alcanzaron el ascenso. Aquí, en cambio, llevamos mucho tiempo aguando el vino de la clase y de la calidad. Y el amargor que nos deja empieza a ser insoportable.

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