Mauricio García - Opinión
Tienen que creer, pero no creérselo
'Este Cádiz CF no es un equipo de autor sino un equipo de currantes con un autor en el banquillo'
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Toca volver a jugar una vez pasada la semana nacional del cerverismo. Esa en la que toda España parece haber descubierto a un equipo que juega en bloque, corre como alma que lleva el diablo y considera que la posesión de balón no es sinónimo de victoria. Es decir, toca empezar en la casilla de salida , porque lo hecho hasta ahora es pasado. Al vestuario le ha debido valer para creer, pero no para creérselo, que en deporte son dos conceptos totalmente diferentes.
Porque el Cádiz CF no es un equipo de autor como dicen los modernos, sino un equipo de currantes con un autor en el banquillo que es más listo que el hambre, aunque a algunos, cuando llegan duras, le cueste aceptarlo. Y supongo que el autor abandonó esa risa picarona del segundo gol del sábado pasado contra el Barça para ponerse serio y decirle a los suyos, su legión de corretones, que en Vigo todo vuelve a empezar y que Aspas, sin ser Dembelé o Messi, va a dar más dolor de cabeza que el francés, porque en esto de la pelotita la actitud es un plus a la calidad.
El comandante Cervera les habrá hecho ver que hay que creer, pero no creérselo. Porque el que cree corre y el que se lo cree se vuelve indolente. Y esa delgada línea roja que separa el mismo verbo te puede hacer triunfar o fracasar. Pero si algo tiene el señor de las gafas es que explica bien las cosas. Tiene los conceptos claros y sabe transmitir a los suyos que detrás de la LLNSN hay algo más que una frase. Hay muchos matices, como el de la solidaridad, tan obvia en un deporte de equipo pero tan difícil de llevarla a cabo en este fútbol moderno. Eso que los más rococós llaman equipo coral.
Se vuelve al tapete en Vigo. Y hay que volver a creer en lo que plantee el jefe de las barbas y ponerlo en práctica. Porque como buen zorro de fútbol, ya habrá estudiado a un rival que es muy incómodo. Un equipo que viene en línea ascendente y que arriba tiene dinamita. Un equipo con la calidad suficiente para matarte si le dejas espacio, pero también un equipo fallón en la retaguardia. Un equipo que no rehúye a tener el balón y proponer ritmo al partido. Un equipo que a un servidor, asustado permanente, no le gusta.
Es verdad que no me gusta ninguno, ni el filial en un partidillo de entrenamiento, pero es que pienso que ganar en Vigo sería algo fantástico. Porque además de sumar tres puntitos más y faltarnos 22 para el objetivo (mis cuentas de cagón me hacen llegar al menos a los 43), sería un golpe en la mesa a los rivales para decirles que la casualidad vale para un partido, pero que con 13 a las espaldas hay algo más que casualidad. Sería enorme para que el vestuario siga creyendo, que no creyéndoselo.
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