Desde la platea
Sin complejos
'No celebrar la salvación es ponerse una falsa capa por encima que no se corresponde con la situación'
Siendo cadista hay que dar gracias que el fútbol es un deporte donde la lógica no impera y donde jugar como local no es garantía de nada. El domingo se volvió a demostrar, con un guión cruel para el Granada, fallo de un penalti y balón al palo en el descuento incluido, y de éxtasis para los amarillos. A partir de ahí, no celebrarlo es ponerse una falsa capa por encima que no se corresponde con la situación.
Debería escribir lo bueno que fue la llegada de Sergio, la implicación del equipo, con jugadores recuperados incluidos, o que el presi acertó con lo realizado y fichado en invierno, porque el juego y los resultados así lo dictan. Pero toda esta alegría y satisfacción, que diría aquel, se empaña por una falsa grandeza o de saber gestionar la alegría.
El presidente no ha podido resistir a que le salga ese al que gusta decir frases grandilocuentes. Empezó diciendo que no había nada que celebrar, como si conseguir la permanencia en el último cuarto de hora de la temporada y sin depender de nosotros mismos fuera un decepción o un mal menor para un equipo llamado a estar entre los cuatro primeros.
Está bien ser más cadista que nadie y querer hacer el club más grande del mundo, pero le recuerdo que las mayores alegrías vinieron cuando la afición entendió que un córner había que celebrarlo como una ocasión de gol o un corte defensivo como casi un gol propio. Y si no repase la última liguilla de ascenso de Segunda B y verá que nos fue mejor que cuando jugábamos con el Moralo como si aquello fuera una penitencia para un equipo grande que no tenía por qué estar ahí.
O mire esta misma temporada si nos ha ido mejor en el tramo final cuando la afición empujaba en cada jugada a cuando olimos la soberbia de la élite y nos dividimos en estupideces extradeportivas o mamoneos de vestuarios.
Pues sí, somos un equipo pequeño que aspira a ser grande, que es consolidarse en la élite. ¿Qué problema hay? Ver la avenida llena de gente cantando el día del Madrid o el campo celebrando un corte del Pacha Espino a una contra del rival es de ser realista, luchador y llevar por bandera un equipo que igual que celebró casi antes de ayer un ascenso a Segunda y antes de ayer otro a Primera, el domingo celebró una permanencia ganada con mucho sudor y sufrimiento. La grandeza en hechos y no en titulares, amigo Manolo.