Mauricio García - Cádiz CF
Ponerle como queráis II
«La sabiduría del pueblo no concuerda con la sabiduría del gobierno, y lo que gusta al pueblo no gusta al que manda y el proceso participativo se hace menos participativo»
Supongo que ya les habrá quedado claro a los gaditanos que no es lo mismo proceso participativo que referéndum. En el proceso participativo, disfrazado de participación democrática , y como tal de tolerancia pase lo que pase, se pregona la participación del pueblo, el escuchar su voz. La voz de pueblo es importante, dice el manual del político moderno. Pero como la participación democrática la carga el diablo, y a veces hasta el cachondeo , lo que se vendió como tal se convierte en referéndum entre las opciones que gusta al gobierno . Que al fin y al cabo para eso manda tras haber sido elegido por el pueblo.
El gobierno manda, que para eso fue elegido, esta vez sí, democráticamente. En eso se basa una democracia parlamentaria como la que tenemos en España. El problema viene cuando las cosas se quieren disfrazar con supuestas modernidades que no son tal. Porque en política todo está inventado ya.
Era totalmente lícito que el equipo de gobierno, que para eso manda por elección del pueblo, dijera que en base a la Ley de Memoria Histórica quería cambiar el nombre del Estadio. Hubiera sido valiente, o incluso normal, haber aprobado un nombre. El que hubieran querido. Da igual. A su gusto. Para eso mandan actualmente (elegido democráticamente por el pueblo, nunca olviden este matiz).
El problema viene en querer ser moderno . En no querer parecer autoritario eligiendo un nombre, aunque entre tus atribuciones sea perfectamente lícito, porque, repito, para eso fueron elegido, para mandar. Y para ello, se saca uno de la manga la fórmula de la democracia participativa: «Que el pueblo elija, que es soberano. ¿Y sabio?. ¡Seguro que sí!». Y es entonces cuando resulta que la sabiduría del pueblo no concuerda con la sabiduría del gobierno, y lo que gusta al pueblo no gusta al que manda y el proceso participativo se hace menos participativo.
No obstante, igualmente sigue siendo participativo, aunque esta vez en forma de referéndum. Se da a elegir entre tres nombres. Los que al gobierno les ha gustado tras cambiar por el camino algo de las reglas . También es verdad que ya dijeron que Carranza no valía. Esa premisa fue clara desde el principio.
Y así nos vemos, con gente molesta, y por qué no, encabronada, porque no entendió lo del proceso participativo con sesgo y tampoco entiende ahora que el nombre que más le gusta a los parroquianos no pueda valer , porque piensan, igual hasta tienen razón, que lo de la democracia es un cachondeo que se usa en parte y al antojo de quien manda.
Por otra parte, nada nuevo bajo el sol. Ya he referido que en política está todo inventado. Hasta los referéndum. Hasta Franco, el que nos ha traído hasta aquí, hizo dos. Así que entre procesos, participación, democracia y elección anda un juego enturbiado por culpa de querer ser moderno y no parecer autoritario. Por mucho que el Gobierno tenga la potestad de tomar decisiones, incluyendo entre ellas el cambio de nombre del Carranza, como se ha hecho con la antigua Avenida Juan Carlos I o el Teatro Pemán, para el que no han montado tanta parafernalia modernista. Teatro del Parque, y a otra cosa.
En definitiva y reiterando lo publicado cuando se inició este proceso. Hacer lo que os dé la gana (vulgo lo que os salga de los cojones). Pero una cosa sí digo, nos podíamos haber ahorrado todo este cachondeo, incluido la llegada de nombres estrafalarios, si el Gobierno hubiera sido quizás más valiente y no hubiera disfrazado de democracia algo que podía haber hecho él solito. Hubiera parecido menos moderno, pero se hubiera ahorrado el parecer que lo del proceso participativo y democrático era la puntita nada más.
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