Miedo a la desconexión

Sergio tiene trabajo. De él depende convencer al equipo para que salga tensionado y mentalizado de que esto que empieza ahora, aunque pueda parecerlo, no es como en agosto. No vale comenzar esta segunda etapa de la liga como la primera. Una de las características de las últimas jornadas fue que el equipo volvía a competir. Con mejor o peor acierto, pero competía, no era como un boxeador noqueado. Y ahí debe seguir, en esa mentalidad.

Y eso es lo que me da miedo. Porque los bolos contra el United, Roma y compañía han estado bien, pero no dejan de ser eso, bolos como los que se juegan en verano, y a partir de ahora cada partido si no es una final es porque cuando termine en empate no hay penaltis para ver el vencedor. De Sergio depende que los jugadores hayan interiorizado la idea.

Al final llegamos al reinicio de liga sin los deberes hechos. Con gente sin salir y dos incorporaciones que no ilusionan. Y es que la ilusión es un término tan vago como el argumentario del presidente de que hay que creer. Porque la ilusión y la creencia dependen siempre de lo que pase en el verde cuando la pelotita rueda. Y si no, vean los ejemplos del Pacha Espino cuando llegó o de Alcaraz, que poco más o menos para muchos scouting de redes sociales eran dos bodoques.

Si de algo nos ha servido este mundial es para darnos cuenta de que en un fútbol moderno en el que pelean la calidad extraordinaria de algunos y el físico atlético de otros, al final la vida sigue igual, triunfa el bloque, el equilibrio, el que tiene a uno de los mejores de la clase y sabe rodearlo de otros que saben que son peores pero que corren como si no hubiera un mañana porque tener al mejor y trabajar para él les dará ese plus para vencer.

¿Acaso los Xavi, Iniesta, Busquets eran versos sueltos en el campo y no trabajaban como bloque con Guardiola? ¿El Milan de Arrigo Sacchi? ¿Aquel Celta de Víctor Fernández con los zares rusos en el campo? ¿El Madrid de la Quinta del Buitre? ¿La España campeona de las eurocopas y el mundial? En el fútbol debe haber equilibrio y lo que a estas alturas no sé todavía es si la plantilla del Cádiz lo tiene. De momento a mí me falta alguien más que maneje la pelotita, alguien que sepa ponerla bien arriba y alguien que una vez arriba la coja y la meta en la portería contraria con claridad. O yo pido mucho o el presidente cuando pide que creamos está en otra cosa que yo no veo como simple aficionado, lejos de los líos de despachos y representantes, no veo. El tiempo dirá.