CÁDIZ CF

A los héroes de Puerto Real

«Cuando la muerte se ve tan cercana, pero pudiste evitarla, es cuando realmente sientes la vida»

Theo Vargas

Theo Vargas al salir de la UCI en el Hospital Universitario de Puerto Real.

En Mayo del 90, hace nada menos que 30 años, recuerdo un artículo de Manuel Leguineche, donde hablaba de los niños contaminados de Chernóbil, los apaleados de Soweto, los de abultado vientre de Sudán y cómo Palestina seguía a la espera de una solución. Todos a la espera de soluciones que mínimamente asegurasen un prometedor futuro, pero que para muchos nunca llegaría. Y hablo de ello porque, cuando la muerte se ve tan cercana, pero pudiste evitarla, es cuando realmente sientes la vida. El despertar entre los tuyos no tiene precio y os lo puedo jurar.

Recientemente he pasado 45 días en el Hospital Universitario de Puerto Real, apaleado por el coronavirus. Más de un mes, 35 días, internado en la UCI. Y aunque particularmente, ni lo supe, puesto que gran parte de los días los pasé totalmente sedado y el resto en un estado de semi inconsciencia en el que poco podía asimilar de manera razonable, lo sufría mi familia, esperando a diario la llamada del centro hospitalario para saber mi estado, y al que poca solución se le veía en un principio pero que, afortunadamente, el tiempo junto al buen hacer de los profesionales, y por qué no, esa fe devota que siempre he tenido, hizo que la situación se fuese poniendo de mi favor. Lo sufrido por los míos no tiene precio.

Sin embargo, de obligado cumplimiento es reconocer la magnífica labor de los sanitarios, así como de todo el personal del clínico puertorrealeño. En la UCI se lo dejan todo para salvar la vida de los allí internados, desde el primero al último. Tuve, una vez me llevaron a planta, la emoción de vivir el aplauso de todos, que anecdóticamente lo vio toda España en multitud de medios como La Sexta, Antena 3 y Canal Sur, y escucharlo a través de diversas cadenas de radio como Ser, COPE e incluso en algunas regionales como la radio murciana. En cualquier caso, mi agradecimiento a todos.

Ya en planta, trabajo y trato también admirable por parte de los doctores, enfermeros, celadores, personal de limpieza e incluso cocineros, pues hay que destacar que hasta la alimentación en este centro es de especial sabor. En definitiva, gran labor de todos cuando me atendieron.  Hay que servir para trabajar en ello, se lo aseguro. Cuando te salvan la vida, es cuando realmente te preguntas por qué tantísimos enfados y momentos desagradables, que a nada te llevan. Repito, que en un hospital, no privado, sino público, nunca imaginé tantas y tantas atenciones recibidas. A todos, gracias de corazón. Doy fe de lo que valéis. Ahora entiendo porqué hay que apoyar a los centros sanitarios en mayor medida de lo que se hace.

En rehabilitación, donde me recupero físicamente y en especial de las piernas, el trato es igualmente exquisito como los demás. Grandes profesionales que te apoyan y te hacen soñar con situaciones anteriormente vividas. Pero esto es lento y hay que aceptarlo. No queda otra.

De amigos preocupados por mi estado es imposible dar nombres. Centenares, a los cuales aún muchos no he podido ni responder. Fernando Estrella, Manolo Garrido o la familia Camacho son sólo algunos ejemplos de los muchos que podría poner. O la propia vecindad, con Pepe, Loli, Salvador y Mamen, siempre atentos a mi devenir y mostrando sus más sincero cariño hacía los míos. Desde directores de medios informativos, pasando por infinidad de redactores, hasta personas que ni conozco, me han felicitado. Muchos me comentan haber llorado tras ver en las televisión el momento que salía de la UCI y todo el personal me recibía con aplausos a la par que sonaba el himno oficioso del Cádiz CF, el famoso pasodoble de nuestro añorado Manolito Santander.

Desde el Cádiz CF, muchas llamadas y apoyos de amigos pertenecientes a la entidad presidida por Manolo Vizcaíno, quien siempre estuvo a mi lado desde que la Ser dejase de contar con mis servicios, aunque eso sí también me han tenido presente en todo estos momentos y muchos han sido los apoyos recibidos por la cadena a nivel tanto local como nacional. Como también lo estuvo LA VOZ , medio que desde el primer día se estuvo preocupando por mi estado, con Ignacio Moreno al frente.

Y permítanme que no me despida sin agradecer el apoyo de Kike Lafuente, que se convirtió en portavoz oficial de la familia para que compañeros y amigos supiesen de mi estado. Kike es como un hermano y demostrado queda. De igual modo, tampoco puedo dejar de mencionar a Pablo Turrión, buen amigo, quien más allá de preocuparse constantemente por mi persona, ha seguido desde la distancia trabajando para que el libro que tenía previsto presentar, pueda salir en el espacio más breve una vez me encuentre recuperado.

En definitiva, son tantos y tantos los que merecían un agradecimiento por mi parte que seguramente alguno se me quedaría en el tintero. todos, gracias.

  

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