Opinión

Theo Vargas: el corazón del Cádiz CF

«El Cádiz CF se movía al ritmo de esos latidos. Y ese corazón se ha parado para siempre»

Theo Vargas, en su casa con su familia de LA VOZ de Cádiz. L. V.

José María Aguilera

Hubo un tiempo, no tan lejano , en el que el Cádiz arrastraba y enfangaba su escudo de Hércules 'por esos campos de Dios'. Unos años en las sombras, fuera de cobertura , donde los futbolistas no se veían; se imaginaban a través de las ondas. La voz del maestro moldeaba esas figuras . Lustros de sueños rotos, de lágrimas amargas, de silencios y vacíos; pero también de espaldas humildes, de abrazos sinceros, fieles, y es que sin duda tras las adversidades residen los amores más honestos . Era la época del gran Theo Vargas.

Theo no tenía la voz más delicada, atractiva, profunda y diáfana. Una verdadera afrenta para los ortodoxos. Tampoco la mejor dicción. Le faltaban estudios de Comunicación y tuvo que aprender el oficio a golpe de errores. No era un erudito del fútbol y su agudeza visual le obligaba a prolongar sus cánticos en los goles hasta poder dar con quien estaba celebrando el tanto. Pero Theo era todo corazón, un corazón enorme que al bombear con tanta pasión suplía todas sus imperfecciones. Esas maravillosas y humanas imperfecciones que lo hacían aún más querido.

Tusitala más que trovador, en su inmensidad lograba abrazar a todas las generaciones y sentarlas frente a un micrófono o una buena mesa, dando cuenta de su buen yantar: es de aquellos que piensan que no hay guerra que no pueda suavizar una buena comida. Especial predilección, retroalimentada, sentía por los jóvenes , y es que puede presumir allá donde esté de ser el profesor de casi todos los que hoy en día perpetúan su estilo y cuentan las andanzas de su equipo amarillo.

Notario de Carranza, cuenta tantas historias que hasta las recopiló en un libro , en el que abre las puertas de su alma. Más las que calla (sin otorgar) y guarda para las distancias cortas. Esos breves relatos son la mejor manera de acercarse a su ser y dejó su legado negro sobre blanco. Ahí queda su testimonio para esbozar una sonrisa eterna.

Algecireño de cuna, unido a Cádiz y amante de Estepona y Chiclana, Theo representa la versión gaditana de ese comunicador de antaño que el tiempo se ha encargado de desterrar . El que desempeñó el oficio con profesionalidad, porque no importaba quien se encontraba delante sino quien escuchaba al otro lado. «Es que no sé hacer otra cosa», insistía este hombre de buena conversación . Tozudo, maniático, contestatario, impulsivo, tenaz, sacrificado, entregado y fiel. Deja a su inseparable 'Mami' sin poder hacer este último viaje a su lado, tras miles de kilómetros siguiendo a las estrellas. Y marcha para no volver quedando este mundo una mijita más feo.

Hasta en las etapas más oscuras se puede sentir algo de esperanza, pues las sombras sólo existen si hay algo de luz. En sus últimos meses sufría en su desgastada figura el dichoso virus. «33 días en la UCI», reiteraba en un hilillo de voz que se iba apagando sin remisión. Ahí pudo comprobar el amor de tantos que se cruzaron en su camino. Le dieron hasta la oportunidad de narrar ese último partido, ese triunfo en el tiempo de descuento.

Dicen que es la voz del Cádiz, pero en realidad era el corazón. Su garganta servía de hilo conductor de sus impulsos frenéticos que por pura magia convertían un simple deporte en auténtica pasión. El Cádiz CF se movía al ritmo de esos latidos. Y ese corazón se ha parado para siempre .

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