Pan y circo

Ahora hablará el fútbol

La marcha de Álex el próximo mes de junio debe ser una mala noticia para el Cádiz pero buena para el deporte en sí

Alfonso Carbonell

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La marcha de Álex Fernández el próximo mes de junio no es una buena noticia para un equipo que adolece de fútbol como es el Cádiz. En cambio, sí lo debe ser para el deporte en sí. Me explico. Y lo haré como un mero observador de un deporte que cada vez me gusta menos por su evolución 2.0.

Álex es un profesional y tan pronto como le dijeron que se quitase el frack para ponerse el mono lo hizo. Y cómo lo hizo. Y no solo eso. Le dijeron que se bajase del andamio y que se pusiera a dibujar, más cerca del área. Y vaya si lo hizo. Pero también le quitaron el pincel y lo devolvieron a labores de currito. Y ahí que estuvo también. Eso sí, brillando menos. Mucho menos. Perdió continuidad y perdió protagonismo. Lo pagó él pero también el equipo. El mismo entrenador que lo revalorizó, al tiempo le fue restando valor hasta el punto de que ningún equipo de superior presupuesto y categoría que el Cádiz apostó por una presunta joya en potencia. Y se desvaneció vestido de amarillo hasta finiquitarse su contrato el seis meses.

Ahora, a Álex se le presenta la oportunidad que todo futbolista talentoso debería querer tener. Podrá valer o no, pero el fútbol y sus aficionados se merecen verlo en un equipo con un mayor anhelo por el trato con el balón. Sólo así se comprobará si el jugador formado en La Fábrica vale para algo más que para pintar con brocha gorda en un equipo de obreros o realmente guarda un ‘gentleman’ bajo su mono amarillo de diario.

Aquí en Cádiz aún muchos nos lamentamos que Lucas Lobos prefierse ser cabeza de ratón a cola de león porque nos quedamos con la duda de si alguna vez podría convertirse en león. Por descartar, Luquitas descartó jugar hasta un Mundial por razones de índole familiar que merecen todo el respeto, el mismo que la tristeza de no poderlo haber visto codeándose con las estrellas mundiales que muchos queríamos ver en él, ese último futbolista mágico que pasó por Carranza.

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