La platea
¿Quién cree en quien?
La única autocrítica que admitió Manuel Vizcaíno fue decir que se equivocó echando a Sergio
Dijo Vizcaíno cuando acabó la temporada pasada que creía que se había equivocado al echar a Sergio. Y hasta ahí más o menos la autocrítica de una temporada ridícula en Primera División, porque no ganar en más de una vuelta es ridículo se ponga como se ponga quien se ponga. Eso fue allá por el mes de julio. Luego, ya en septiembre, aseguró que se había hecho el mercado que «prácticamente» se había querido. No dijo quién lo había querido. Y tras el empate en casa ante todo un Racing de Ferrol se descolgó con que poco a poco le estaban cogiendo la medida a la categoría. Que alguien llame a un sastre o a un topógrafo que el metro de la medida se ha roto.
Ahora, en tiempos donde el mercado está cerrado, todas las miradas van al verde, a los jugadores y al entrenador, que ilusionó a los parroquianos y de momento no da con la tecla. La situación, por mucho que algunos quieran defender lo que parece indefendible, es preocupante, y si es verdad que jugadores lloraron en el vestuario, peor.
Peor porque indica que o no les da para más y por tanto la plantilla es deficitaria, vulgo mala y cortita, o lo hicieron por la impotencia de no ganar por hacer algo en lo que no creen o hacerle caso a quien no creen. No dudo de que Paco López soltó que el vestuario estaba jodido para defender a unos jugadores que minutos antes se habían llevado una bronca de su público, del mismo que los recibió como en final de Champions en el primer partido de liga y tras un descenso pero que ahora, visto lo visto jornada a jornada, ya no confía en el equipo, en el vestuario ni en la planta noble.
Y es que quizás esa sea la gran pregunta. ¿Quién confía en quién? ¿Los jugadores confían en el entrenador y su propuesta? ¿El entrenador confía en su plantilla y los mimbres que tiene? ¿El presidente confía en el entrenador y en la plantilla que «prácticamente» ha querido hacer? ¿La grada confía en alguna de las tres partes anteriores?
Lo que está claro es que con diez puntos en diez jornadas no se va a ninguna parte, y algo más que la medida le tendrían que haber cogido los jugadores a la competición, que tampoco es que hayan cambiado de deporte y ahora jueguen a balonmano. Como también tendría que haberle cogido ya la medida el entrenador a la plantilla que tiene para ver que, si no da para ganar, tiene que cambiar cosas, sistemas, posiciones o lo que sea.
Y por qué no, quizás también pueda dar ya para que el presidente vea que en fútbol aunque dicen que dos más dos no son cuatro, la mayoría de las veces se le parece mucho e igual la plantilla y el mercado que «prácticamente» se hizo tiene algo más que carencias.
Esto es muy largo y la solución pasa por empezar a ganar, que se suele decir en el libreto de los tipismos futbolísticos. La cosa es que ahora mismo, viendo las últimas jornadas, la afición no sabe cómo se puede dar eso. Ojalá el vestuario crea en algo o en alguien y lo sepa y lo haga en Eibar, porque de equivocación en equivocación esto va al cajón..... de los desastres.