Pan y Circo
El calor de la grada
'No hace tanto, cada partido era una fiesta, una explosión de cánticos y colorido'
Tal como se vaticinara tras lo contemplado en la primera jornada liguera ante el Zaragoza, la temporada se desarrolla por unos cauces espesos, angustiosos, duros. Casi concluida la primera vuelta y no se recuerda momento alguno en que el juego del Cádiz haya dado motivos para la ilusión y la esperanza.
Instalado desde el mes de agosto en la zona baja de la clasificación, merodea de manera permanente por los puestos de descenso, en tan peligroso y prolongado proceder, que tiene inundado de frustración y de congoja a todo el cadismo. Una afición que, a fuerza de desengaños y tribulaciones, ya dejó de ser alegre, ya dejó de ser graciosa, ya dejó de transmitir ese carácter característico y singular, aquella frescura, aquella chispa particular que tanta fama le diera en todo el orbe futbolístico.
No hace tanto, cada partido era una fiesta, una explosión de cánticos y colorido, cuando la grada era una voz unísona, un clamor unánime de entrega y apoyo incondicional a los once hombres que defendían el amarillo. Cierto es que ni el juego ni la trayectoria que hace tiempo ha tomado el equipo estimulan al aficionado, pero es justamente en los malos momentos cuando el graderío debe transmitir el calor y el empuje que faltan sobre el campo.
En el camino triunfal del averno de Segunda B hasta gloria de la Primera División todo fueron risas, laureles y parabienes. Cuando, por desgracia, se recorre el trayecto inverso, es cuando más falta hace el aliento y donde se debe demostrar la verdadera incondicionalidad del eterno cadista. Los partidos en el Carranza se han convertido en fríos, tristes, monótonos, traspasados por un silencio atronador, sólo roto por el cansino y ronco bordoneo de un insistente bombo en Fondo Sur. Faltaban unos diez minutos para terminar el reciente duelo frente al Albacete y el partido, tosco e insufrible, por fin se abrió un poco. En ese momento de ida y vuelta, el equipo necesitaba un calor y un vuelo que en otros tiempos siempre se lo dio su afición. Esta vez, sólo respondió tras el gol.