El Alfiler

En busca de magia

Opinión

El cadista medio de a pie está deseoso de ilusionarse con algo que es muy difícil que pueda encontrar en su club actual

CCF

Queridos Reyes Magos, ya os habéis ido y por aquí, de momento, se ha ido un jugador que contaba con todos los entrenadores que ha tenido y han llegado dos muchachos de Primera RFEF después de habernos pasado cuatro años en la élite. No lo sé Rick, parece falso. Tan falso como parece un club que se ha ido distanciando de su masa social al mismo tiempo que han entrado en las oficinas unas maneras y unas formas que a muchos nos dan ganas de decir cosas que te podrían perseguir por ellas por su falta de, digamos, tacto. El caso es que la carta que iba a escribir se me ha olvidado escribirla y me da que ya llego tarde, pero 'totá, ¿pa qué? ¡Po pa na!'.

Pero vayamos al turrón, nunca mejor dicho. Este Cádiz que veo, a mí, eh, a mí no me representa. Lo repito otra vez. A mí, eh. A mí. Pero el caso es que uno, que se mueve lo suyo por esta bendita y triste ciudad, piensa en alto y lo hace con amigos, conocidos y simpatizantes cadistas que osan pensar como un servidor. No soy el único, no. No soy el único al que este Cádiz CF no le representa, entre otras cosas, porque desde la cúspide de la entidad se nos quiere explicar lo que es el cadismo por un advenedizo. Y ojo, no por venir de fuera se tiene más o menos razón como se nos quiere conducir a pensar, no. Pero que no expliquen nada y así mejor.

Por lo que palpo en el ambiente, no soy el único que va al estadio desganado. Es más, lo digo aquí, voy por trabajo, de lo contrario, no iría. Hasta ahí no es problemático el tema, pero lo que sí me parece ya preocupante es que hijos de amigos míos me digan que no quieren ir al Cádiz porque, uno, se aburren, y, dos, lo pasan mal. Triste, muy triste. Otro tema es el prohibitivo precio de los abonos para un niño que tarde o temprano acabará yendo al recreo con la camiseta de Mbappé.

Entre otras muchas cosas, no me representa este Cádiz CF SAD porque cada vez que veo las publicaciones en sus redes sociales me da vergüencita ajena. Que sí, que entiendo que la sociedad se ha infantilizado de una manera grotesca y todo eso, pero entiéndame que es difícil de madurar para aficionados que hemos vivido otro fútbol tan alejado del de hoy.

Lo escribí hace ya algún tiempo. Tengo la sensación que cada vez que los dirigentes del club hacen por acercarse algo a la afición lo que consiguen es lo contrario, o sea, alejarse, distanciarse. Pero, ojo. Eso, lejos de ser malo, es lo mejor que le puede venir a la salud general del cadismo. Y eso, a pesar de que han tenido al club hasta cuatro años consecutivos en la máxima categoría. Es tanta la desconexión que hay entre el club y su afición que dentro de las locuras que uno dice cuando se sienta a filosofar con un amigo o allegado aparece una que estoy repitiendo en exceso. A este Cádiz le vendría bien un descenso. Ea, ya lo he dicho. Se sentiría por la ciudad, obvio, pero qué bien le vendría un jarro de abundante humildad a un club, y su entorno, saciado de egos.

Por todo ello, creo que un viajecito por el infierno serviría para purificar a una afición confundida, a una directiva equivocada y a un equipo destruido. A falta de magia, realidades. Por eso, queridas majestades, por eso no escribí la carta no vaya a ser que se me concediera un deseo nacido del enfado de un cadista despechado.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios