Pan y circo
Ya se advierten las carencias
El punto débil del buen fútbol desplegado se advirtió en una llamativa debilidad defensiva ante el Levante
Una versión renovada y, sobre todo en la primera mitad, notablemente mejorada ofreció el Cádiz en su segundo compromiso liguero en tierras valencianas. Desde el pitido inicial sorprendió sobremanera cómo los amarillos se hacían dueños del balón, asumían el control del juego y ponían en asedio permanente la portería rival con un juego rápido, vertical y prolífico en centros desde las bandas.
La contrapartida de todo ello consistió en que a pesar de crear numerosas ocasiones de gol no fuimos capaces de concretar ninguna. El otro punto débil de este buen fútbol desplegado se advirtió en una llamativa debilidad defensiva, pues a pesar de tanto protagonismo ofensivo se concedieron clarísimas situaciones de gol al rival, que encontraba suma facilidad para filtrar últimos pases entre la línea de centrales. Después, en la segunda parte cambiaría por completo la historia, y si no perdimos el partido fue por las portentosas intervenciones de un inspiradísimo David Gil. Con lo cual, y a pesar de estas positivas sensaciones, se pusieron en evidencia los dos puntos débiles que ya parecen una constante en este equipo: la falta de gol y la escasa solidez de su sistema defensivo. Esto sólo acaba de comenzar y la catastrófica planificación de la plantilla ya empieza a mostrar sus inexorables consecuencias, pues en fechas tan avanzadas del calendario aún presenta palmarias carencias en su confección, con sólo tres centrales, un solo lateral izquierdo y dos únicos delanteros. Pretender afrontar así una competición tan exigente y competitiva como la segunda división y transitar a lo largo de sus 42 jornadas, resulta, cuanto menos, harto ilusorio y asombrosamente disparatado. Y en caso de que se produjeran nuevas incorporaciones, éstas tendrían que consistir en jugadores contrastados y prestos para jugar de inmediato, pues las sanciones y lesiones siempre vienen a cebarse en los puestos más necesitados. No es momento de probaturas ni estamos en situación para formar a jóvenes futbolistas ajenos, aunque ojalá lo de Kovacevic constituya una sorprendente y feliz excepción. Pero es época de urgencias, de completar a contra reloj un plantel a todas luces desequilibrado.