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Zaragoza - Cádiz: Dos que estuvieron y ya no están
Víctor Fernández y Paco López fueron los escudos de dos directivas que no hicieron las cosas bien en verano
Dos ex del Cádiz esperan en La Romareda
Eran lo mejor con lo que dirigirse a la afición, los mejores escudos, pero se ensuciaron tanto que la mierda llegó hasta el palco. En un caso, se le te tuvo que despedir; en el otro, el que se marchó fue él. Eso sí, ambos renunciaron a cobrar lo que estipulaba el contrato. Dos señores en paro.
El primero de ellos comenzó mal desde el primer día en que se dejó aconsejar por su representante, que tuvo la culpa de ponerle en el camino a un Cádiz que ya estaba en la salita del psiquiátrico. El técnico de Silla se confió tanto en que se iba a encontrar una plantilla de Primera que se chocó a las primeras de cambio por su falta de conocimiento con lo que le iba a tocar lidiar. El primero que se lo explicó fue, precisamente, otro que ya no está.
Aquel 0-4 en el debut fue la carta de presentación que mejor definió lo que ha sido el paso de Paco López por Cádiz. Totalmente desnortado, el entrenador de Silla nunca fue capaz de enderezar una nave que ahora navega con la relativa calma que ha traído la practicidad de Gaizka Garitano. Aquí, en Cádiz, como en Zaragoza, el mejor aliado que tuvo el técnico valenciano fue su presidente, que lo mantuvo en el cargo hasta darse cuenta que lo podía llevar a la ruina. Desoyó semanas y semanas los consejos de sus asesores, ignoró las críticas de la afición y por descontado se burló en su foro interno de prensa y tertulianos que veían peligrar la categoría por culpa de nuevo de la dejación de funciones que llevó al equipo al descenso más cantado de los últimos tiempos. Pero la derrota en Elche, que hizo caer al equipo en descenso, se unía a la vergüenza pasada en casa ante el Deportivo, que goleó 2-4 ante la salva de aplausos que se llevó Lucas Pérez con su 'hat trick'. Era principios de diciembre y el tormento de Paco López se acababa para todo aquel que entendía un poco de fútbol y veía como los males que aquejaban al Cádiz semana tras semanas no hacían más que empeorar debido al empecinamiento de un entrenador preso de sus ideas, que fueron y los serán felices en otros climas, pero no al que llegó él en Carranza.
Diciembre, el mes del paro
Paco López se iba al paro a principios de diciembre, mismo mes en el que Víctor Fernández visitaría las oficinas de INEM. La marcha del Zaragoza del veterano entrenador de 64 años, en su cuarta etapa como técnico zaragocista, fue un poco más tarde, concretamente en la noche del 18 de diciembre, momentos después de caer en La Romareda 2-3 ante el Oviedo y tras una racha de siete jornadas sin ganar que le llevó a dimitir en plena rueda de prensa postpartido. Como en Cádiz, también en Zaragoza el entrenador tuvo total apoyo de la directiva, pero en este caso más aún dado que le intentaron convencer para que siguiera pero la dimisión era irrevocable tras estas palabras. «He intentado todo pero no soy capaz de encontrar la solución. Le diré al presidente que me aparto a un lado porque no soy lo suficientemente bueno para corregir esta situación». Dicho y hecho.
El entrenador maño ponía así fin a una trayectoria en la que llegó a hacer campeón de la extinta Recopa de Europa en el 95 al Zaragoza con los golazos de Juan Eduardo Esnáider y Nayim ante el Arsenal del mítico David Seaman en una final que quedó grabada en la retina del más pintado. Como también quedó grabada en la mente de los cadistas su aparición como actor de reparto en aquel milagroso 2-1 con el que el Cádiz de Kiko y Dertycia conseguían meter en la última jornada de la 90/91 al equipo en una promoción que acabó desatando la locura en Cádiz y después de ganar en la tanda de penaltis al Málaga. Volviendo a Víctor, en esta última y cuarta etapa en el club que es su casa llegó en marzo del 24 tras la destitución de Julio Velázquez, que tenía al equipo a once puntos del play off; ahora, con Miguel Ángel Ramírez, se encuentran a siete. Poco cambio, de momento.
En ambos casos, el de Paco y el de Víctor, fueron arrollados por una pésima planificación deportiva ya que ambos entrenadores se vieron superados por un mercado de fichajes donde faltaron puestos por reforzar y por fichajes que presentaban más riesgos que certeza, como el caso de Glauder, por ejemplo. Pese al buen comienzo del Zaragoza, el equipo maño se fue cayendo hasta dar una sensación de deriva que se agravó frente al Oviedo. La misma deriva que propició el 0-4 con el que se las prometían felices en Zaragoza y tremendamente asustados en Cádiz. Ambos fueron los escudos de dos presidentes muy criticados por sus aficiones, que ahora se encomiendan a dos sustitutos con diferentes presiones. Y es que por La Romareda se sigue pidiendo, prensa, afición y club, el ascenso, algo que ha dejado de pedirse en Carranza, donde solo se pide tranquilidad.
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