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A volar ya pese a la tormenta
El mal tiempo se apoderará de un duelo de rivalidad regional que marcará la supervivencia o no del Cádiz en Primera
Estaría fabuloso, sería genial y vendría bien a todo el cadismo, pero no es así; el tiempo de Pellegrino no es el del Cádiz porque al club le apremia bastante el suyo. No hay tiempo para aprender a andar, hay que correr, volar. Y cuanto antes. A la voz de ¡ya!
Es lógico que cualquier entrenador vaya pasito a paso, pero eso choca frontalmente con lo que hay en juego, con la vida en Primera.
A base de empates ni se pudo, ni se va a poder. Por eso mismo, por mucho que llegue este viernes un Betis europeo en un buen momento al Cádiz se le exige, sí, se le exige los tres puntos. ¿Injusto? Sí para Pellegrino, no para sus muchachos, que llevan sin oler una victoria desde el 1 de septiembre del año pasado. Haga una cosa. ¿Recuerde qué de cosas han pasado en su vida desde que los de amarillo no suman una victoria? Si su vida es agitada, revuelta e interesante, verá que lo que ha pasado es un mundo. En cambio, si su vida es tranquila, sosegada e igual de interesante, verá también el mismo mundo que ha visto pasar el otro de culo inquieto. Y si por el medio de ambas vidas ha pasado el Cádiz, el equipo de todos, verá a las claras que todo lo de aburrido que haya podido estar durante ese mundo que ha pasado se lo debe al club de La Laguna. Y eso, en el caso de que tenga buen carácter y no se haya enfadado, porque si a su vida le acompaña un carácter amargo, temperamental, fuerte y desagradable seguramente haya destrozado alguna que otro mueble que haya cogido por un camino sembrado de pesimismo, que es lo que ahora mismo transmite el Cádiz por mucho que haya llegado un filósofo de las palabras al banquillo de Carranza.
Lo peor de todos es que este equipo ha podido caer en las mejores manos, las de un Pellegrino calmado en su forma de expresarse pero que le ha metido un chute de adrenalina a los entrenamientos que se había perdido el día a día con Sergio. A los futbolistas del Cádiz los ha despertado Pellegrino. Es un hecho, sí. Y ya era hora. Ahora bien, lo que el argentino debe conseguir es lo mismo que consiguió hace dos años su antecesor en el cargo. ¿El qué? Pues que se crean que son buenos, que tiren de valentía, de desparpajo, de atrevimiento, de creatividad. Y si todo eso aparece en todos, seguramente que el encomiable trabajo de brega que se está realizando por fin pueda brillar como merece lo que está mereciendo el nuevo inquilino del vestuario cadista.
No todo son malas noticias. La fortuna ha vuelto a sonreír al Cádiz de Mauricio Pellegrino, que a pesar de haberse medido a dos equipos consagrados del país también debe reconocer que lo ha hecho ante un Athletic cansado y plagado de suplentes y ante un Villarreal no menos mermado por las bajas. Y la máquina tragaperras con el símbolo de la enfermería en el rival se le ha vuelto a encender por tercera vez consecutiva ya que a su colega Pellegrini no solo le falta un Isco 'on fire' sino muchos más compañeros que no podrán pisar el verde de Carranza.
Sin embargo, el mal momento del Cádiz, perdido en un mar de dudas del que trata de salir, no es el mejor para medirse a nadie. Por eso mismo, el principal rival de este once que está sacudiendo Pellegrino no es otro que sus propios miedos, su desconfianza, su falta de fe.
Lo que se une a la mala sombra de Tebas y sus horarios ha querido que el derbi colapse de lleno con otra de las tres pasiones de una ciudad que estará a la vez en dos sitios distintos, el Falla y el Carranza. Una puñeta para muchos de esos aficionados a estas dos C de las tres que tiene una Tacita que no quiere ser de plata en cuanto al fútbol se refiere.
Y para eso, para seguir en la elite no queda otra que ganar y hacerlo, a ser posible, con la animación de una grada a la que han dividido desde Madrid y a que verá para colmo como la lluvia y el frío protagonizará un duelo que no supondrá la mejor manera de pasar un gran viernes de Falla, sofá, cenita y copitas en casa para disfrutar de las coplas. Y ojo que la vecindad que une con el Betis podría provocar una situación que resultaría fatal para el ánimo de un equipo herido. ¿Se imaginan que en el coliseo amarillo resuenen más las gargantas béticas que las cadistas? No, no puede. No debe ser. Pero... Quien sabe. Lo mejor para que no pase es que el Cádiz enganche de un tirón a los suyos y es muy probable que Pellegrino lo intente con el siguiente once: Ledesma; Iza, Meré, Chust, Pires; Alcaraz, Escalante; Alejo, Robert Navarro; Juanmi y Chris Ramos.
Con estas piezas y las que deben resucitar del banquillo (Ocampo, Machis o Maxi Gómez) debe dar el Cádiz su primer gran paso hacia una permanencia que hoy por hoy resulta una quimera.
Se avecina tormenta y los controladores aéreos no aconsejan subirse a un avión, no obstante, a este Cádiz le urge cuanto antes alzar el vuelo y salir del pozo en el que lleva escarbando desde que prácticamente comenzará el vuelo en una categoría de la que puede caerse en el supuesto de que la dinámica siga siendo la misma que hasta ahora.
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