Cádiz - Eldense
¡Aquí no hay quien viva! (1-2)
Los de Paco López vuelven a no jugar nada y dejan a su sufrida afición con el cuarto traspiés consecutivo en su casa
Ontiveros lo intentó, pero no fue suficiente.
¿Por qué el cadismo tiene que ver que un Eldense toque más y mejor el balón que todo un Cádiz? ¿Por qué? Solo Alejo y Ontiveros inyectaron algo de adrenalina a un equipo lento hasta el sopor, frío hasta la desgana y malo hasta decir basta. Por no hablar de a lo que juega. Porque no juega a nada. A absolutamente nada. Es más, aquel que en estos momentos se marque el plan de ir al fútbol a Carranza en una tarde de sábado tiene un serio problema con su agenda. Libres son, claro. Tan libres como jugaron los jugadores de un Eldense que, por lo visto, parece que esta semana jugará en Europa. Cuatro partidos, cuatro. Dos derrotas y dos empates. Y una imagen desoladora. En esta casa, Carranza, no entra la alegría ni por asomo. Qué aburrimiento. Y no menos es la preocupación.
No se lo pensó dos veces Paco López y repitió el mismo once que tan mal salió de inicio en el Cartagonova hace una semana. Así, Ocampo volvía a salir de titular pese a que ni se le vio por la banda derecha dada su querencia a partir por la izquierda. Dadas las circunstancias, hace bien el preocupado entrenador cadista, que confía poco a poco en ir limando su once tipo hasta dar con él sin excesivos traumas. Al poco de comenzar a rodar el balón, seguramente lo antes pensado comenzaría a darle vueltas porque volvía dejar a su equipo cojo de una banda, la derecha con Ocampo.
Salió animado el once cadista, especialmente Ontiveros, que antes de llegar al 5' de partido se hacía un hueco por su banda derecha para probar los guantes de Mackay, que en dos tiempos resolvía el problema antes de que el rechace le llegase a Escalante. Fue la banda diestra del Cádiz la más incesante en los inicios del encuentro porque de ella también salía otra oportunidad facilitada por Matos, que asistía a malagueño para que de nuevo volviera a intimidar a la defensa alicantina.
Si arriba la cosa casi que parecía funcionar, no podía decirse lo mismo de los de abajo, donde Glauder y Chust pasaban las de Caín para trenzar una jugada desde atrás. Ante esas vicisitudes, claro está, lo más recurrente era el pelotazo a Chris Ramos, al que apenas se le vio en los primeros 45 minutos.
Cansado de esperar, el Eldense comenzó a crecer. El primero que dio señales de estar vivo fue Sergio Ortuño, que disparó tras un pase de Víctor García para que David Gil, de puños, despejase a córner.
Apenas hizo algo el Eldense para comprobar que con nada este Cádiz se rompe por la mitad. Y es que pasado el cuarto de hora los de Elda pasaron de esperar a construir y de construir a marear al cadismo, que veía como un humilde club que no pisaba Carranza desde hace 60 años empezaba no solo a tutear a su equipo, no, también a bailarlo. Fue así, en mitad de ese baile, como de nuevo Víctor García entraba por su banda derecha como si nada para enviar un balón a Nacho Quintana, que no llegó a empalmar a placer por culpa de Glauder, que salvaba a los suyos del primero.
Tan cansado estaba Víctor García de centrar para que nadie rematase que en la siguiente que tuvo, tras una carrera de Fran Gámez desde su propio campo, la metió para dentro gracias a las facilidades dadas por la defensa y David Gil.
Era el 20' de partido y el 0-1 campeaba en el marcador cuando los 22 futbolistas decidieron darse un descanso por la misma cara. Pues bien, tampoco así Toni López, el hermano del sancionado Paco, recompuso a los suyos tras ese paso momentáneo por el banquillo. Es más, el Cádiz acusó el gol y reanudó el juego mucho peor que lo dejó.
Para colmo de males Fede San Emeterio se retiraba lesionado y entraba por él Paquito Mwepu, que vino a hacer lo mismo que Chris Ramos, o sea, nada. Es lo que tiene tener un centro del campo escaso de fútbol. El Eldense se hizo dueño y señor del partido y ponía en evidencia a sus anfitriones con unas posiciones larguísimas que no hicieron más que avivar los pitos que comenzaron a escucharse en Carranza.
Grogui el once amarillo, otra vez la banda derecha de Víctor García y Fran Gámez se convertía en un cuchillo casi mortal para Matos, que veía como un centro del extremo era rematado alto por Íñigo Piña completamente solo. El Cádiz estaba totalmente desarbolado y en manos del Eldense, que solo se inquietaba cuando el previsible Ocampo cogía la pelota para, por la derecha, buscarse un disparo que acababa en los brazos del arquero visitante.
Pudo llegar el segundo del Eldense en el 37' de partido tras un pase genial de Gámez a Nacho, que con un control orientado se zafaba de David Gil pero no del palo, que se interpuso en el camino de un gol cantado.
Cambiado de banda, Ontiveros dio señales de compromiso porque aunque no le guste se esfuerza, no como el uruguayo, que solo parece sonreír cuando le ponen donde le gusta. El malagueño, también por la derecha, se sacó de la manga un centro que fue repelido por la defensa alicantina. El rechace le llegó a Iza, que con su izquierda tan solo pudo pasarle el balón a Mackay.
Se iba llegando al descanso cuando el Eldense pudo hacer mayor su renta aprovechándose del coladero que era la banda izquierda de Matos. Fran Gámez y Víctor García entraban como querían mientras Camarasa los surtía de pases. Pero también llegaban las rachas por la izquierda, pero el remate de cabeza de Dumic con todo para él se iba alto, como los suspiros de un cadismo que se iba al descanso cabreado y aburrido.
Paco López hizo al descanso lo que tuvo que haber hecho desde el mismo lunes pasada. Es decir, sacaba a Alejo para dotar a su equipo de una banda más y sentaba a Ocampo. Y como era obvio, el vallisoletano activó al equipo por su banda. Al poco, también entraba Kouamé por un desaparecido en combate Escalante. Y lo primero que hizo el africano fue contactar con Paquito Mwepu para que el zambiano, desde la media luna, se revolviera para chutar raso y ver que el balón se iba rozando el palo de Mackay.
Animado el cotarro, Alejo hacía lo que mejor sabe hacer. Y eso no es otra cosa que jalear los partidos mientras contribuye dando pases a sus compañeros. Como en el 59' de partido, donde Alcaraz no supo aprovechar el caramelito que le daba el extremo pucelano y disparó alto desde el punto de penalti.
Empate de Ontiveros y aparición del VAR
El fútbol es más fácil de lo que muchos quieren empeñarse en pensar. Y para simplificarlo están hombres como Alejo, Kouamé u Ontiveros. Fue gracias a ellos que Carranza viró al optimismo. El mediocentro movía el balón y los dos atacantes mandaban balones al área para que rematasen los tanques. Pero ni así llegaba el gol, que llegó en el 64' con el cañón que Ontiveros tiene en su pierna derecha. El ex del Villarreal B, en posición centrada, se buscaba el espacio para chutar y marcar el empate con un disparo ajustadísimo al que cogió desprevenido a Mackay.
Estaba la cosa encarrilada para el Cádiz para darle la vuelta al marcador cuando apareció el cacharrito para chivar unas manos de Kouamé tras un disparo de un rival que iba buscando a los músicos, que dirían los sudamericanos. Y claro, explíquele usted a un árbitro que por muchas manos que aparezcan no debe entrar a enjuiciar un balón que podía haber acabado en Zona Franca. Pues nada, revisión y penalti. Y gol. Y vaya gol. 'Panenkazo' que te crio por parte de Marc Mateu, que volvía a poner a los suyos por delante en el 72'.
Intentó rehacerse el Cádiz por medio de Ontiveros, que en las faltas pone el balón con más encanto que el camarero de un catering que trae la cerveza recién echada. E igual de frío dejó el gol visitante el ambiente que previamente había calentado Alejo y el gol del empate.
A falta de diez minutos para el 90', no tuvo otra Paco López que mover el rompecabezas e hizo debutar a Carlos Fernández en un cambio donde también introdujo a Álex para mandar a Iza a la banda izquierda. A ver qué pasaba.
Y lo que pasó fue que el Eldense pudo hacer más sangre después de una contra de Víctor García que resolvió con un disparo raso al palo corto donde le esperaba las manos de David Gil. La respuesta del Cádiz llegó, cómo no, tras un centro al saque de una falta de Ontiveros que fue cabeceado por Carlos Fernández y que enviaba a córner Mackay tras tocar el travesaño.
Ya en el descuento, entre gritos de 'Vizcaíno dimisión' y pitos, Alejo volvió a intentarlo y casi imita al empate contra el Tenerife con un gran centro al que no pudo llegar con tanto ímpetu esta vez Mwepu, que fue tapado por Mackay.
El pitido del árbitro ponía fin a un nuevo suplicio perpetrado por un Cádiz que no es capaz de sentirse cómodo en su propia casa. Y ya saben qué pasa cuando eso ocurre, que el divorcio espera a la vuelta de la esquina.
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