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¿Otra vez de cero?
La severa derrota ante la Real Sociedad abre un nuevo ciclo de mentalización en un equipo que se vio superado en algo que no debe faltar bajo ningún concepto en un equipo tan irregular e insulso
¿Otra vez de cero? Esa pregunta puede que se la hagan muchos cadistas que el pasado viernes volvieron a ver como su equipo caía de nuevo en la misma piedra donde lleva tropezando desde mediados de septiembre del pasado año se llevasen tres en San Mamés. La falta de concentración es una tara que pasa factura a muchos equipos pero si para colmo se da en conjuntos que atraviesan un pésimo estado de ánimo y de resultados puede significar la muerte deportiva. Y eso mismo le pasó al Cádiz CF el pasado viernes en su enésima derrota liguera ante una Real Sociedad que tampoco es que hiciera el partido de la temporada. Otra vez, al conjunto amarillo se le ganó un partido sin que el rival hiciera nada del otro jueves.
El triunfo en Carranza ante un Atlético de Madrid con la mente puesta en la vuelta ante el Inter de Milán no fue gestionado bien por el cuerpo técnico de Pellegrino, que salió a Anoeta con las mismas herramientas que les funcionó ante los colchoneros en otro partido radicalmente distinto. Se daba por hecho que el argentino repetiría el mismo once que sacó ante los de Cholo Simeone y desde esa simpleza se comenzó a errar en el tiro. Porque el Cádiz CF salió con un centro del campo que en teoría debía discutir la pelota a un equipo donostiarra que la hace suya sin dirimir mucho el motivo. Y claro, el equipo no tardó en desmoronarse en la búsqueda de un juego que nunca entendió cuál iba a ser. Porque la pregunta que asalta a cualquier aficionado que viera el encuentro en Anoeta era ¿a qué salió el Cádiz; a qué quería jugar? La respuesta aún espera en el limbo.
Por todo ello, toda esa mejoría experimentada ante Celta, Rayo Vallecano y Atlético de Madrid quedaba en un segundo plano ante una Real Sociedad que solo por inercia se hizo con el bastón de mando del encuentro y que aprovechó los muchos regalos realizados por el conjunto gaditano, algo del todo intolerable en un equipo que le cuesta la vida hacer fútbol y que no se puede permitir el lujo de dar facilidades estando en la situación en la que está.
Es incuestionable que el Cádiz CF de Pellegrino ha mejorado en algo al de Sergio, pero dicho avance no da los resultados que necesita el equipo para acercarse a la permanencia. Para que se haya notado la mano del nuevo entrenador hubo que esperar antes que pasaran cuatro jornadas en las que apenas se notó cambio alguno más allá del salto al once titular de Sobrino, al que conocía de su exitosa etapa en el Deportivo Alavés. Los empates ante Athletic en Carranza y Villarreal fuera también los podría haber firmado tranquilamente Sergio. A pesar de ello, esos dos puntos dieron motivo al entorno para confiar en el trabajo del exfutbolista de Barcelona y Valencia, no obstante la relajada victoria (0-2) del Betis y la siguiente del Osasuna (2-0) en El Sadar dejaban en nada lo que teóricamente se había conseguido.
Los malos resultados del Celta quisieron que el encuentro ante los gallegos en Carranza se viera como una final que acabó en un esperanzador empate solo gracias al golazo en el descuento de Machis, desde entonces un extra en la película de Pellegrino. El punto era insuficiente, como lo fue también el sumado en Vallecas, si bien en ambos encuentros el Cádiz CF introdujo los primeros cambios significativos por parte de un entrenador que comenzaba, al menos, a discutir la pelota y abandonaba la práctica de la patada a seguir a un siempre voluntarioso Chris Ramos.
Y llegó el Atlético, los tres puntos y la azúcar proporcionada por una victoria edulcorada por las facilidades de un equipo madrileño que apenas pasó de tres cuartos del campo hacia delante a la espera de recibir al Inter cuatro días después. La victoria se celebró como se debía, no así la lectura que se hizo de ella.
Para empezar, el once repetido en San Sebastián no señaló el camino, que para colmo se torcía estrepitosamente por la lesión de Maxi Gómez mediada la primera mitad. Aunque es cierto que el Cádiz CF llegó a puerta contraria y no mereció irse al descanso perdiendo, la realidad fue que la Real aprovechó dos despistes para hacer sus goles. El primero, flagrante, de varios defensas que le perdieron la cara al balón en un saque de esquina para regocijo de Oyarzábal, que se permitió el lujo de sacarse un taconazo para asistir a Merino en el primer gol ante la atónita mirada de Robert Navarro y Javi Hernández.
Ya en la segunda parte, el Cádiz CF retomó el vuelo hasta creer haberlo encontrado tras una disputa entre Chris Ramos con Zubeldía que acabó con un choque entre ambos y el gaditano sangrando tras un violento golpe en la cabeza con la del contrario y un agarrón merecedor de tarjeta roja al ser último defensor. Se frotaba las manos el banquillo cadista, que creía verse ya con un jugador más en pos del empate. Pero no, el VAR decretaba la anulación de la amarilla y la cosa se quedaba igual por 'offside' del pichichi amarillo. Y a partir de ahí, lo más reprochable. El Cádiz CF bajaba los brazos, Brais Méndez aprovechaba el pasillo dejado por Alcaraz y Oyarzábal se inventaba otro taconazo para asistir al ruso Zakharyan, que sentenciaba a un equipo hundido al que le daba la puntilla su propio entrenador, que no hizo los primeros cambios hasta el minuto 81 dejando una clara sensación de abandonar toda opción de empatar el partido.
El paso atrás dado por el Cádiz CF en San Sebastián ha sido devastador para la esperanza de una afición que el domingo recibía dos varapalos en forma de victorias celtiñas y vallecanas. Es lo que tiene esperar que otros hagan el trabajo. Y sobre el del Cádiz CF de Pellegrino, todo parece indicar que de nuevo comenzará de cero después de que el once titular no supiera qué hacer ante una Real Sociedad que no ganaba en su campo desde noviembre del pasado año.