cádiz CF
Sergio, su semana más dura
El entrenador disparará su última bala en Vitoria tras unos días en los que, asumiéndolo, se ha sentido muy decepcionado con todo lo que le está ocurriendo
Sabía que podía ocurrirle, pero no a los dos años de salvar a un equipo al que llegó sin preguntar a pesar de que estaba muerto y con pie y medio en Segunda. Sabía y comprendía que la sombra alargada de su antecesor podría pasarle como un rodillo por encima al poco de que las cosas no funcionaran. Y cerca estuvo en su primer año cuando no pasó del empate en Los Cármenes ante un Granada que se encerró con un jugador menos. Sn embargo, a base esos tres empates consecutivos mantuvo el hilo de vida que tenía el equipo a salvo y lo comenzó a resucitar haciendo de Carranza un fortín ganando al Rayo Vallecano y Villarreal en dos partidos que lanzaron a volar a los cadistas, que tocaron el cielo con las manos en el cielo precisamente en un estadio que este viernes arderá para Sergio.
Al segundo año, el Cádiz CF volvió a dar alegrías a su afición a pesar de un comienzo liguero desastroso y que solo salvó Negredo con su gol en Valladolid para darle la primera victoria, el primer gol y los tres primeros puntos al once amarillo en la sexta jornada de Liga. A partir de ahí, Sergio tomó aire y llegó al mercado de invierno con vida para que los Escalante, Guardiola, Roger y compañía aportasen ese granito de arena necesario para una nueva permanencia, esta más cómoda pero también firmada en la última jornada de Liga.
Sin embargo, y a pesar de llenar Carranza de ilusión y emoción, a Sergio no se le ha dado el cariño que de sobra merecía. Él nunca lo ha dicho ni se ha quejado. Afrontaba con caballerosidad que hacer olvidar al mito viviente de Cervera era tarea imposible y hasta entendía que él no venía a ser un héroe sino para conseguir resultados y mejor juego. Y el caso es que llegó su tercer ejercicio y todo se le puso en contra pese a que el entorno coincidiera en señalar que se le había puesto en sus manos la mejor plantilla del Cádiz CF casi que de la historia. Ante esto, Sergio reconocía el paso adelante dado por el club, aunque en su foro interno no las tenía todas consigo dado que muchos de los perfiles que le trajeron no iban con su forma y estilo y muchos de los que antes fueron claves, ahora iban a volver tras una operación. Su foro interno no se equivocaba, pero pocas veces lo ha dicho.
Y vinieron los malos resultados, y las lesiones. Lo mejor que ha tenido hasta hace nada ha sido que por Almería, Granada y Vigo se estaban haciendo mucho peor las cosas, hasta que se han empezado a hacer algo mejor. Y es cuando se ha visto arrollado por la masa.
Ya escuchó, y él sabe que con razón, gritos de la afición desplazada en Granada el 'Sergio vete ya'. Es más, de su boca salió hace un mes y medio, dos, que los «números del equipo son de descenso» y obviamente, de destitución. De hecho, fue en la sala de prensa de Los Cármenes donde en cierta forma pedía clemencia a su presidente porque estaba convencido de salvar la situación.
Y llegó el Valencia y, con él, el huracán. Ahí sí el estadio fue un clamor y la aficón, lógico porque forma parte de este negocio, se ensañó con él. Un 'Sergio vete ya' que aún resuena en la cabeza de un entrenador que no merecía el trato que los resultados han provocado.
Desde hace jornadas, quizás Getafe, su cara es un poema. Y si dicen que la cara es el espejo del alma, ese vestuario debe estar destrozado por dentro. Sólo había que ver la expresión de su rostro en la copita del nuevo año que el club dio a la prensa para notar el nivel de tristeza deportiva que tiene bloqueado a un entrenador que desde el domingo se ha sentido decepcionado con buena parte de lo que ha sucedido y está sucediendo.
Acabó el partido, habló para la prensa y desde su casa escuchaba como el presidente no acudía a un programa de televisión al que le decía que no podía asegurar que Sergio sería el entrenador en Mendizorroza. Blanco y en botella.
A pesar de todo, se suceden los días y el técnico catalán va a los entrenamientos mientras lee en la prensa y escucha en la radio los entrenadores con los que el club piensa darle relevo. Pero no salen las negociaciones y él sigue al frente de un equipo que sabe que a su jefe le están buscando respeto. Menudo escenario.
Además, Sergio hace unas declaraciones en Dazn en las que asume que no está dando la talla y engloba a jugadores «que están siendo superados por la situación». Esto no gusta en la directiva y es una de las razones por las que Vizcaíno comienza a dejar de creer en él. La semana comenzaba siendo dura en ese entrenamiento primero donde se ve la carita con esos mismos jugadores. Dado que el Cádiz CF trabaja a puerta cerrada, es previsible que el trabajo estos días sea más mental que de otro tipo. Porque está claro que la cosa no funciona, pero si hay motivación, intensidad y unidad entre los jugadores y el cuerpo técnico todo en el fútbol puede cambiar. A es se agarra Sergio, que deberá hacer todo lo posible por aunar todos los esfuerzos posibles a una causa en la que apenas tiene ya acompañantes.
La relación entre presidente y entrenador ha sido muy estrecha desde siempre, pero es posible que esta semana Sergio esté más decepcionado con una situación en la que de cierta forma se le esta dejando de lado siendo ninguneado. Y es que sorprende, y mucho, que un directivo con la experiencia del actual máximo dirigente del Cádiz CF haya dejado correr la bola de una forma tan humillante durante días antes de llegar a un partido vital con un entrenador puesto en entredicho por el propio club tal y como se informó en Gol a Gol de Canal Sur, donde el periodista Ángel Acién hablaba por boca de Vizcaíno.
Esa es la última información medianamente oficial que hay respecto al futuro de un entrenador que va solo ante el peligro en Mendizorroza, estadio donde tocó el cielo y donde espera volver a resucitar. Eso sí, solo cree él y los suyos.
Puede que por eso, en un momento tan delicado del equipo, Sergio González decidiera darse un pequeño regalo junto a su mujer acudiendo al teatro Falla para ver una de las sesiones más malas del concurso pero que a él le supo a gloria. Y hace bien.
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