Cádiz CF
Un señor vuelve a casa
Sergio González volvió al estadio Carranza ahora que las cosas se han establecido en el banquillo
La crónica del partido ante el Cartagena
Sergio, en la grada de Carranza de la que es abonado y a la que suele ir cada vez que entiende con uno de sus hijos pequeños.
El ambiente en Carranza ha cambiado desde hace unas semanas que el personal ha visto que en el banquillo hay alguien al volante. De hecho, la alegría y el entusiasmo que se vuelve a sentir en el cemento del estadio gaditano era algo que estaba echándose de menos desde aquellas primeras jornadas de la temporada pasada, la última en Primera del equipo amarillo y con Sergio González al frente del equipo.
El entrenador barcelonés consiguió dos magníficas permanencias con el cuadro amarillo. La primera se firmó en Mendizorroza en la última jornada de Liga y gracias a que en Granada se fallaba un penalti que daba la vida al cadismo. Muchos dirían que fue producto de la suerte, pero lo cierto y verdad es que esa salvación se obró gracias a una excelente segunda vuelta emprendida por Sergio, que resucitó a un muerto dejando partidos para la gloria. Algunos de ellos fueron ese 2-0 al Rayo, o ese 1-0 al Villarreal, o qué decir de ese 0-1 con los suplentes en el Nou Camp, o ese 1-1 en el Pizjuán con golazo de Lucas Pérez y, finalmente, aquel 0-1 con gol del Choco en Vitoria que daba una permanencia muy a lo Irigoyen.
Al año siguiente, Sergio volvió a hacerlo y aunque también cayó en la última jornada en el Martínez Valero, ya antes se había casi sellado debido a ese gran 1-0 al Celta con gol de Sobrino tras jugada magistral de Escalante, o aquellas victorias en casa ante Valencia (2-1), Valladolid (2-0), Girona (2-0) o Mallorca (2-0). En efecto, aquella Liga fue la que se comenzó recibiendo goleadas y perdiendo los cinco primeros partidos hasta que Negredo, en Valladolid, y Alcaraz, en Valencia, quitaron «de encima un camión de mierda», que fue como Sergio llamó a ese arranque tan lastimero,
Dos temporadas paseándose por Primera y con un fútbol más vistoso que el que dejó Cervera hicieron que Sergio se ganase el respeto de la afición, que no el cariño que debía haberse ganado con creces. Eso sí, la renovación envenenada que le presentó Vizcaíno en el verano del 23 no la vio del todo. Y por eso, porque se inclinó con sumisión a las renovaciones de dos bultos sospechosos como Negredo y José Mari y dejó pasar que no le trajeran un reserva para Fede San Emeterio comenzó a cavar su propia tumba. Y la del cadismo. Se le perdona. ¿Cómo no hacerlo con un entrenador que trajo de nuevo la alegría a Carranza después de los últimos y oscuros coletazos del cerverismo?
Sin el cariño que se ganó
Aunque su trabajo en el banquillo cadista siempre fue resaltado por la afición, no se ganó cariño debido y que se ganaron otros. A pesar de ello, Sergio entra en Carranza porque él la siente como es su casa. Tanto su familia como él cayeron de pie en El Puerto, donde viven muy felices. Y sí, Sergio, tras operarse de la cadera, siguió viendo fútbol y no dudó, junto a su hijo pequeño, sacarse el carnet de abonado de tribuna, donde suele ir al fútbol cada vez que entiende. ¿Y por qué no siempre? Pues muy fácil, porque no le debe gustar hacer de buitre.
A Sergio se le vio, con rostro alegre, en las primeras jornadas de Liga con Paco López en el banquillo. Como es sabido, las cosas pronto no empezaron a irle bien a su colega de Silla y, como es normal, el público comenzaba a criticarlo. Fue entonces, y con la aguja mareada en el banquillo de Carranza, Sergio decidió alternar su presencia en la grada, donde solo acudía si el anterior encuentro en casa se había saldado con un resultado positivo para el Cádiz CF y le daba un respiro a Paco López.
Definitivamente, las cosas iban donde acabaron. Y durante todo ese tránsito de derrotas y mal juego, a Sergio ni se le vio por Carranza a sabiendas de que el puesto de su compañero estaba en el disparadero y que su nombre, como el de otros tantos, sonaba para poder sustituirlo aunque no era su caso puesto que tras sus pasos también se encontraba su Espanyol de Barcelona. Simplemente, optó por la elegancia y no aparecer cuando sobre la arena del coliseo hay un compañero jugándose su futuro.
Y llegó otro. Y tampoco se le ha dejado ver en estos primeros encuentros de Garitano. Es más, como cualquier cadista, Sergio ha decidido volver cuando todo va viento en popa a toda vela y disfrutar del mismo ambiente que él recuperó para la causa. A Carranza retornó un caballero con carnet de abonado.
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