rayo - cádiz
De riguroso luto para seguir viviendo (1-1)
Otro gol en el descuento, este de Javi Hernández, estira la agonía de un equipo que se niega a que la realidad lo haga sucumbir a Segunda en marzo
Los jugadores del Cádiz celebran el gol de Javi Hernández.
Salía de riguroso luto el Cádiz en Vallecas como para acercar una muerta que se acerca pero de la que los hombres de Pellegrino están haciendo todo lo posible por alejarse. Al menos, ahora. Otro aliento en el último momento para morir en la orilla. Sí, pero este Cádiz late, sufre como nadie, pero late. Está con respiración asistida pero aún hay tiene a muchos de sus familiares rezando en las iglesias o haciendo yoga, o donde sea, pero a todos con el pensamiento puesto que sí se puede. La lógica, el sentido común del fútbol y la realidad empujan a los más escépticos a seguir pensando que esto es pan para hoy y hambre para mañana o engordar para morir, pero ¡quia! por estos lares esto de sufrir para acabar gozando es lo que se lleva. Y la chavalada de Pellegrino se lleva apuntando a ese riesgo dos semanas seguidas en las que cuando estaba ahogado asomaba la cabecita en el último momento y poco antes de la aparición del THE END.
Además, el gol de Javi Hernández le daba justicia a un marcador que estaba siendo demasiado cruel con los cadistas. Irse con las manos vacías de Vallecas tras jugar por primera bien decentemente al fútbol no era lo más justo. Y aunque solo fuera por eso, el empate, otro empate, sabe a gloria hoy pero a sal mañana. De momento, el Cádiz pasa una nueva hoja del calendario con esfuerzo y palpitando a la vez que Pellegrino salva su puesto volviendo a puntuar de nuevo y con un juego aceptable. ¿Está creciendo su equipo? Es muy posible que sí, pero lo más probable es que no le dé tiempo.
Solo un cambio de pieza en el once hizo Pellegrino, que sentaba a Escalante y ponía a jugar a Kouame en una clara advertencia a sus chicos para que se hicieran, o al menos lo intentasen, dueños del balón. Y eso hicieron a pesar de los complejos y las dudas que les lleva persiguiendo desde que se abrió el curso en casa ante el Alavés.
Y lo cierto es que no salió mal del todo el Cádiz, que se atrevió con el balón desde un primer momento. Se atrevió tanto que Alcaraz se lo regalaba a Alvarito García dado que no encontró a Escalante porque no estaba para que el excadista comenzara un contragolpe que Trejo no terminó de rubricar por culpa de Javi Hernández, que dentro del área amarilla taponaba el disparo del rayista.
La respuesta cadista no tardó en llegar. Al filo del 10' de partido, una presión de Juanmi al portero local hizo que este despejase mal dejando el balón en la frontal para que se aprovechase de ello Maxi, que asistía a Alcaraz para que disparase con su zurda para que el rechace le diera en la mano a Aridane sin que Alberola Rojas apreciara nada porque nada había.
Le dio bríos al Cádiz esa jugada porque al instante de esa opción llegó tra tras un robo de balón a Crespo que terminó en Maxi Gómez para que el delantero charrúa evidenciara todas las críticas que está teniendo este año. El ex de Valencia o Celta tenía todo para él y solo ante Dimitrievski prefirió dar el pase de la muerta a Juanmi engañando al meta local pero solo se engañó a él mismo. Bueno, a él y a toda su afición, que se echaba las manos a la cabeza viendo lo que acababa de ver.
Robabe el Cádiz y robaba bien. Y mucho. Eso hizo que los amarillos volvieran a presentarse en los dominios de Dimitrievski aunque sin la puntería necesaria de Robert Navarro, que entró bien al primer palo para rematar de primeras un centro fuerte y raso de Sobrino.
Respondía el Rayo a través de un disparo de Isi Palazón desde fuera del área al que Ledesma le metía las manos para desviar a saque de esquina. No estaba bien el equipo de la Franja y sabedor de ello, el once amarillo siguió adelantando metros en busca de su presa. Una vez más, un centro desde la banda derecha de Sobrino metía en problemas a Dimitrievski, quien no despejó de puños bien y tuvo que hacerse con el esférico en una segunda acción.
Como agobiado por la oportunidad perdida por ser inocente y generoso, reapareció Maxi Gómez como lo debe ser un delantero. El uruguayo recibió un balón en el vértice del área y armó la pierna para mandar un buen disparo que se fue fuera por poco pero que Alberola Roja concedió córner para que de nuevo Maxi se acercase al gol tras un certero cabezazo en el segundo palo que fue repelido por el macedonio con pasado en la cantera cadista.
Se le iban las ocasiones por la borda al Cádiz, que no cejaba en su empeño. De hecho, pasada la media hora de partido saltaba la noticia por curiosa, que no por importante. los cadistas tenían mayor porcentaje de posesión que un Rayo al que se le ve temblando. Los de Pellegrino seguían a lo suyo, que no era otra cosa que robar y robar para ser verticales en segundos. Además, Maxi Gómez entendía su papel y no eran pocas las veces que caía a banda, como en el 37' de partido, que centraba bien para que Robert Navarro rematase mal.
No hubo noticias de los de Íñigo Pérez hasta el 40' de partido en el que Trejo se asociaba con Valentín para que el argentino culminase la combinación con un derechazo que se fue rozando el palo corto de Ledesma en lo que era la última situación de gol de una primera parte en la que el Cádiz salía vencedor a los puntos.
Debía salir buscando el nocaut el Cádiz en la reanudación y a por él se fueron los pupilos de Pellegrino, que comenzaban a creérselo tras su buena primera mitad. Y siguieron con el hilo porque a las primeras de cambio Sobrino la tenía en su cabeza tras un centro de Juanmi, pero el testarazo acabó centrándose mucho para facilidad de Dimitrievski, que la enviaba a un córner donde volvía a actuar Maxi Gómez, que con un cabezazo picado veía como el balón se iba alto tras tocar el larguero.
Jarreaba sobre Vallecas al mismo tiempo que despertaba Trejo, que con el exterior asistía a Raúl de Tomás para que el exespanyolista disparase cruzado y duro para asombrarse con el paradón de Ledesma, más Conan que nunca.
Visto lo visto, Íñigo Pérez movía su banquillo sentando a un buen Trejo y un mal Crespo para dar entrada a Jorge de Frutos y Unai López con los que intentar contener a un Cádiz airado y hasta alegre. Producto de ese desenfado, hasta Sobrino se atrevía con un cañito a su para para volver a forzar un nuevo saque de esquina sin mayor historia.
El granizo para el partido
Jugaba bien el Cádiz y granizaba sobre la barriada madrileña dándole al duelo un tinte heroico que el trencilla paró ante la violencia de las piedras heladas que caían del cielo. Llegado el 60' el ciudadrealeño Alberola Rojas mandaba parar. Era, en cierta forma, como si el dios del fútbol impidiera dejar disfrutar al cadismo con los mejores momentos de los suyos este año.
Al que sería el 71' de encuentro, Alberola Rojas hablaba con los entrenadores para consensuar la continuidad de un encuentro al que el Rayo se reenganchaba mejor que los ateridos hombres del sur. De hecho, avisaba tras un córner Lejeune remataba al alimón con Chust para que Ledesma evitara el gol con una espléndida estirada.
Poco después, en el 69', tanto Rayo como Cádiz realizaron un doble cambio; RDT y Valentín dejaban su lugar a Falcao y Ciss mientras que por los amarillos (de negro en Vallecas) refrescaban su ataque entrando Chris Ramos y Sergi Guardiola por a Maxi Gómez y Juanmi. Al poco, Escalante y Alejo saltaban al verde en sustitución de Sobrino y Koaumé.
Entre el parón y el carrusel de cambios, el encuentro se dormía en mitad del frío y el deshielo llevaba el duelo a uno de poder a poder para desaliento cadista, que perdía la vida después de un saque de esquina que se tragaba Ledesma para regocijo de Lejeune, que a puerta vacía adelantaba a los suyos y ahogaba a los de negro, que no pudieron elegir un mejor día para pasarse al luto.
En plena depre, Pellegrino se acordaba al final de Machis para que le diera la poca vida que le dio ante el Celta en un cambio que cuesta entender como cada vez que cuesta menos la destitución de un entrenador que ha venido a poner el último clavo a la caja de un equipo muerto. Pero esta vez, la vida no se la dio el vinotinto, sino que se la dio uno de aquí, de Torrecera. Víctor Chust, ya en el descuento, levantaba la cabeza para servirle un balón a Javi Hernández para que el lateral zurdo batiese por alto a Dimitrievski.
Lejos de recular, los cadistas acosaron y casi derribaron a los locales en un descuento donde de tener mayor fortuna se debía haber acabado con un 1-2 con el que, entonces sí, el cadismo podría haber creído a pies juntillas.
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