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Un pupas para tapar la herida (2-0)
El Cádiz pasa por encima de un Atlético sin alma y pensando en una Europa que le queda grande
El Cádiz fue muy superior al Atlético casi que sin proponérselo.
Si ser del Cádiz es algo elogiable, serlo del Atlético debe ser un suplicio. El Cádiz, sin proponérselo demasiado, volvió a reencontrarse con la victoria medio año después gracias a la indolencia de un rival que dirá que piensa en Europa cuando en el viejo continente ni se le ve ni se le espera que se le vea.
Pero que lo uno no quite lo otro, Mauricio Pellegrino, sabedor del pupas que se le venía, retocó muy poquito su once y apenas arriesgó. Simplemente, puso a jugar a un central de gran talla en detrimento de otro (Meré) que no parece estar a la altura de la categoría. No se equivocó el argentino, que con Ousou liderando una defensa bien ejecutada con un Chust que va a más puso sobre el verde a un equipo serio, contundente y vertical. Más que suficiente para derribar a un equipo mediocre en cuanto sale del Wanda.
Venía el Atlético y tampoco era cuestión de sacar la barra libre aunque el cuerpo y la clasificación lo pida. Sin embargo, Pellegrino fue cauto, prefirió la moderación y la prudencia antes que inmolarse. Y acertó. Al menos, durante una primera parte en la que el Atlético jugó con el balón donde a nadie le importa que juegue, es decir, en terrenos baldíos. Y ahí sucumbió para regocijo de un Cádiz recogidito y coherente con la situación.
Fue pitar el árbitro el comienzo del encuentro y pedir la cuenta el once del Cholo, que de tanto tiempo en el banquillo del Calderón aburre a las moscas. Qué pesar para quien lo disfrute, santos cielos.
El caso es que los de Pellegrino le dieron el balón sin ningún tipo de problemas a sabiendas de que los atléticos no saben qué hacer con él de tres cuartos hacia delante. Eso motivó que fueran los madrileños los que se acercasen más a área contraria para tranquilidad de un Ledesma que veía como en el minuto 11 Lino, tras combinar con De Paul, no encontraba puerta.
Era de cajón que los rojiblancos se harían con el dominio de la pelota y del territorio, pero olvidaban que los de amarillo saben jugar a la contra, muy de manera vertical. Y así fue como llamaron a la puerta de Oblak tras una buena jugada de Iza con Maxi Gómez que finalizó en córner.
Eso fue pasado el primer cuarto de hora que dejó pasar el Cádiz para meterse en el partido. Y así, de una manera sibilina y timorata, fue como los locales empezaron a ganar terreno a un equipo endiosado sabe Dios por qué.
Y como el que se acerca poco a poco a su víctima, así fue como el Cádiz se adelantaba en el marcador animado por un rival que no sabe jugar cuando le obligan a ello. Es lo que tiene ser el tonto entre los grandes. Robert Navarro se hizo con una pelota en la medular y fue sorteando rivales como el que se come un paquete de pipas viendo pasar al paisanaje; entre tanto combinó con Javi Hernández, que le prolongó la jugada para desviarla a Sobrino para que el de Daimiel se sacase un centro con la izquierda -este chaval todo lo bueno que hace lo hace sin querer queriendo, que diría el Chavo,- a la cabeza de Juanmi, que remataba para adelantar a un Cádiz serio y contundente.
El gol no cambió demasiado el guión ya que los del Cholo volvieron a hacerse con el balón con el permiso de los cadistas, que incluso así tuvieron la intención de seguir haciendo daño tras un centro de Maxi Gómez que acabó en una mano protestada de Paulista tras un rebote. Antes, solo antes, Depay, tras una prolongación de Morata, voleaba a las manos de Ledesma.
Tras el descanso, Simeone metió a Correa para darle mayor mordiente a un equipo herido y lo primero que hizo su angelito fue probar las manos de Ledesma sin peligro pero como amenaza. También entraron Riquelme y Molina por Memphis Depay, Saúl y De Paul.
Doblete de Juanmi
Y lo cierto es que, más que los cambios, fue Correa el que más hizo por ambientar el ataque de un equipo rojiblanco que fue de más a menos en un muy pocos minutos. Como los que corrieron hasta el 63' en el que Javi Hernández mandó un balonazo arriba buscando a Juanmi para que Pualista se lo tragase y el ariete malagueño firmase un doblete con el que Carranza comenzaba a soñar despierto.
Quiso conservar el resultado Pellegrino y lo hizo justo después del gol de Juanmi sustituyéndolo por Álex y también daba descanso a Koaumé por Samassekou.
El Atlético no tenía otra que irse hacia arriba y casi consigue acercarse en el marcador tras un centro de Riquelme cabeceado por Llorente al que Ledesma respondía como el gato que es.
Pasaban los minutos y para alegría cadista el Atlético no era capaz ni de inquietar a los amarillos, que gestionaban la recta final del encuentro con seriedad y concentración.
No hizo mucho más del otro jueves el Cádiz para volver a ganar. En efecto, los de Pellegrino sigue en su mejoría, pero deben seguir creciendo y cuanto menos se crean la victoria de este sábado, mejor. Este Atlético es un chiste.
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