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(1-1) Un puntito en mitad de un naufragio
Los hombres de Sergio saben agarrarse con arrojo a la única tabla de salvación que tienen a su alcance para empatar sin fútbol en otro pésimo encuentro solo salvado por el amor propio
![Fali e Iza saltan con Larin.](https://s2.abcstatics.com/lavozdigital/www/multimedia/canal-amarillo/2023/11/29/1474671611-Rf7kcnK6HrX3ALb2UZ43SGP-1200x840@abc.jpg)
El Cádiz navega a la deriva hacia un naufragio. En su parada en las Islas Baleares ha sabido sacar amor propio a pesar de que el fútbol lo sigue escondiendo en la bodega. Está muy mal el once de Sergio, y este lo sabe. Eso sí, las tablas firmadas en Son Moix le pueden llevar a pensar que todavía no está todo perdido y que puede confiar, de camino a Balaídos, en el arrojo de su tripulación, que a pesar de que en la primera parte parecía que lo dejaban irse por la borda, hizo todo por rescatarlo en la segunda.
Las penurias que se están pasando por otros lares hacen que las que se están sufriendo en el Cádiz se vean con preocupación, pero no tanta. Pero lo que se ve sobre el campo daña por muchos momentos a la vista. La falta de calidad en las entregas, de desborde en los extremos y de imaginación en la sala de máquinas solo se le puso contraprestación desde la garra y el coraje que se mostró en el centro de la defensa, donde Fali resultó imperial en una zaga en la que entraba y cumplía el expediente Momo Mbaye. Y si este destaca por encima de la media, mejor ni seguir pensando...
El gol en el minuto 11 de Alcaraz abría un panorama que lo cerraba al filo del descanso con justicia Abdón, que aprovechaba la enésima facilidad dada por la cada vez más descentrada zaga amarilla. El punto no está mal si se mira hacia abajo y para poner pie en pared a una sangría que no invita a pensar en positivo el próximo lunes en Vigo, donde Sergio volverá a jugársela.
Se esperaban cambios en el once, pero lo que no se esperaba para nada era la presencia en el once de Momo Mbaye. Cómo no estarán de mal Víctor Chust y Meré para que el bueno de Sergio se jugase parte de su trabajo con un jugador que, si por él fuera, no tendría que haber formado parte de la plantilla 23/24. Pero las cosas en este Cádiz están tan rotas que hasta a un desacreditado se le vuelve a acreditar con la fe de que haya madurado en la penumbra del ostracismo. La principal novedad se encontraba bajo palos. David Gil suplía al lesionado Ledesma para dirigir una defensa formada por el senegalés y Fali como centrales e Iza y Javi Hernández como laterales. De ahí en adelante, lo esperado en el centro del campo y las bandas y la sorpresita de ver a Maxi Gómez en el once tras su error ante el Madrid. Junto al uruguayo en ataque, Roger, el que mejor entiende lo que pide un entrenador contra las cuerdas.
La idea parecía clara. Al menos, de salida. El Cádiz iba a pretender defenderse con el balón dado la salida del once de Chris Ramos, un ariete muy comprometido pero que por su entrega y empuje provoca que el principal argumento del equipo sea mandarle balones en largos y sálvese quien pueda. Sin el gaditano como referencia y con Maxi Gómez y Roger, en teoría, la punta del ataque iba a pedir más acompañamiento, más asociaciones, más fútbol. Y como no, más empaque. Sergio puso en liza a los que más deben ganar y, por tanto, los expuso a asumir esa responsabilidad que por el momento están esquivando. Debía ser el día para que Machis y Maxi Gómez diesen ese paso adelante que el club que los paga esperan de ellos.
Pero si la idea inicial gaditana era esa, rápidamente fue frenada por el empuje y la mayor intensidad con la que los hombres del vasco Aguirre salieron al campo. En apenas cinco minutos, fueron los bermellones los que presionaron en campo contrario y fueron los amarillos los que intentaban sacudirse como fuera de este dominio inicial de un Mallorca recogido en un 5-3-2 con Abdón y Larin como hombres más adelantados.
Golazo de Alcaraz
Pintaban mal las cosas para los intereses amarillos cuando sobrepasado el 10' de partido Alejo provocaba una falta cerca del área que fue muy protestada, y con su razón, por el banquillo local. La ejecución del tiro libre de Alcaraz fue inmejorable y tras dar el balón en el larguero se metía para dentro sin que el Cádiz hubiera dicho esta boca es mía.
Con el partido de cara y el Mallorca en celo, se calentó sobremanera el encuentro con varios piques entre Alcaraz con Samu Costa, Alejo con Jaume Costa y hasta de los entrenadores. Broncas y más broncas que no hicieron más que templar el dominio local para beneficio de un Cádiz que tan solo creaba dudas en defensa con cada balón colgado al área de un David Gil tan incierto por alto como se le recuerda.
Pasados unos minutos tranquilos para los chicos de Sergio, una vez pasados los 35 minutos el Mallorca volcó el campo hacia los gaditanos, que a decir verdad no habían hecho mérito alguno para ir por delante en el marcador. Desaparecidos Álex, Machis o Maxi Gómez, las únicas notas las ponía un Alejo que se multiplicaba en defensa y que no paraba de provocar faltas para cabreo de sus rivales. Una tarde en la oficina del vallisoletano, que con todo la brasa que da, es de los que siempre da la cara a pesar de sus pesares.
Percatados los de Javi Aguirre de las dudas que generaba cada centro al área, a David Gil le comenzaron a inquietar, pero a pesar de las dudas con sus centrales no había llegado el momento de preocuparse hasta que sus tacos le jugaron una mala pasada y resbalaba ante la presencia de Larin, que no pudo aprovechar el regalo del meta cadista en parte por la agilidad felina con la que actuó desde el suelo el suplente de Ledesma.
Pero el Mallorca no solo llegaba al área amarilla por aire, también lo hacía por tierra y apoyándose en Abdón y Darder, que se asociaron perfectamente para que el primero habilitara al segundo, que se quedó solo ante David Gil para lanzar al muñeco del meta cadista. Larin, una vez más, erraba en el rechace para alivio cadista.
No cejaba en su empeño el once mallorquinista de empatar el partido y sentía como se le iba la oportunidad con el paso de los minutos hasta que llegó el 45' y Maffeo, con un centro al punto de penalti que Momo Maye no logró interponerse, asistía a un Abdón que con un imponente salto se elevaba por encima de Iza para cabecear a gol un empate más que justo de cara a la segunda parte. Poco después, pudo adelantarse el Cádiz antes del descanso si Álex, inédito hasta ese momento, hubiera metido dentro un pase atrás de Maxi Gómez tras un mal despeje del meta Rajkovic.
Con 1-1 en el marcador se llegaba al descanso tras 50 minutos nuevos de despropósitos y en los que Machis, Álex y Maxi Gómez estuvieron de vicio jugando al escondite. De ellos, solo el madrileño -el que menos cobra de los tres- le puso vergüenza y lucho como un jabato pero sin fútbol en sus botas.
La reanudación comenzó con el mismo ritmo e intensidad al borde de la agresividad entre dos equipos que se jugaban la vida en cada balón. Uno que dejaba de jugársela fue Iza, que arrollado por la batalla se iba al suelo lesionado y dejaba su sitio a Zaldúa. A perro flaco...
Cada balón jugado, cada idea tomada, cada retroceso en el juego, todo, todo en el Cádiz era un despropósito. Visto así el asunto y viendo que su defensa no hacía otra cosa que quitarse el balón de encima, sacaba al campo a Chris Ramos y Sobrino (por los desaparecidos Machis y Maxi Gómez) para correr a la contra cuando se pudiera porque seguía siendo el Mallorca el dirigente del encuentro.
Poco a poco, a fuerza de cansancio, ambas escuadras comenzaban a demostrar su mediocridad porque el duelo se llenaba de choques, interrupciones, protestas, líos y barullos. Y de uno de ellos, casi saca petróleo Javi Hernández, que con un lanzamiento perfecto desde su campo al saque de la enésima falta casi sorprende a Rajkovic mediada la cada vez más tumultuosa y aburrida segunda parte.
Al 73' de partido, Sergio quemaba sus naves y sentaba al incordio Alejo y al tenue Roger para dar entrada a Brian Ocampo y Sergi Guardiola, las dos últimas esperanzas amarillas para una recta final de partido bastante equilibrada y que así se mantuvo hasta el descuento en el que Llabrés, con un golpeo desde larga distancia tras sortear a dos cadistas, hizo estirarse de lo lindo a David Gil parra dejar las tablas en el marcador y ambos equipos a la deriva y hacia un naufragio. Porque mientras así se navegue, la salvación habrá que buscarla en que los otros botes del furgón de cola sigan encallados.