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No pueden porque no saben (1-1)
Enésimo empate de un Cádiz que prolonga su agonía ante un Mallorca que sale con la misma vida que le falta al Cádiz
FOTOS: Empate del Cádiz CF ante el Mallorca (1-1)
Chris Ramos lo intentó poco antes del descanso.
No pueden porque no saben. Este Cádiz 23/24 nunca ha estado capacitado para ganar a un adversario de igual a igual. Cuando lo ha hecho fue al principio y casi que lo hizo sin querer queriendo. Ya al final volvió a hacerlo, ante Atlético y Granada, pero para el que no quiera engañarse ya debería saber porque lo logró. Este domingo tenía la oportunidad de demostrar que sí, que puede ganar a un adversario que se juegue algo, pero volvió a verse en un espejo en lo que solo puede ver incapacidad.
Era importante y determinante sumar los tres puntos ante el Mallorca pero de nuevo volaron dos como en los días ante Celta o Rayo. Y tanto otros... Donde no hay nada se puede sacar. Y efectivamente, nada se saca más que una agonía que se alargará en el tiempo hasta que el Celta, otro que tal baila, quiera o pueda. Era crucial ganar al Mallorca porque el calendario se ponía bien a un Cádiz incapaz de ganar a equipos que se juegan algo, sin embargo, el ver en el horizonte a Las Palmas, Almería, Sevilla o Getafe no era osado pensar que sí, que frente a esos equipos ya con las chanclas puestas estos hombres de Pellegrino, quien sabe, sí serían capaces de ganar como lo fueron ante el Atlético de Madrid con la mente en Europa. No sería justo por lo visto durante todo un año negado, pero la Liga dura hasta la última jornada y habría que esperar. No obstante, este nuevo tropiezo en casa le hace al más optimista estrellar la calculadora contra el banquillo de Carranza.
Sorprendió, y mucho, Mauricio Pellegrino con un once enarbolado con tres centrales y dos carrileros entre los que se encontraban las novedades de Pires y Fali. Además, mantuvo en el once a Álex y se olvidó, que compartió el doble pivote con el incombustible Alcaraz dejando la vanguardia a Robert Navarro, Chris Ramos y Maxi Gómez.
Como no podía de ser de otro modo, salió el Cádiz con el interés de tomar la iniciativa y sacando el balón desde atrás, motivo por el que Ledesma se complicó más de la cuenta ante la presión Mascarell que hizo a más de uno tragar saliva. La afición, enchufada desde el principio, y se encendía con el primer saque de esquina forzado por Navarro en el 4' de partido y que se sacó sin peligro alguno.
Tenía tintes de final el encuentro y así lo entendió desde el primer momento la grada, que impulsaba a los suyos, que al poco desistieron de construir las jugadas desde atrás para encomendar a Conan el envío de balones en largo. Precisamente, fue en ese primer lanzamiento que el de Pergamino se dañaba muscularmente haciendo calentar a David Gil.
Gol de Muriqi en el 12' de partido
Era previsible que según avanzasen los minutos ese despertar amarillo se fuera calmando para no convertir un partido que se antojaba eterno en una locura. Y eso hizo que el Mallorca estirase sus líneas y se presentase en el área de Ledesma, que poco pudo hacer en el minuto 12 cuando Muriqi le ganaba placenteramente la posición a Fali tras un centro de Valjent para que cabecease con maestría de matador el ariete kosovar.
Negras se le ponían las cosas al Cádiz, pero puestos a priorizar el optimismo, ese tanto bermellón echó a los de Aguirre unos metros atrás que aprovecharon los amarillos para volver a la carga aunque sin mucha mordiente tal y como demostró un disparo suave y fácil de Alcaraz que acabó en las manos de Rajkovic. Tras esa ocasión, rondando el 20' de partido, volvía el Mallorca a llevar peligro al arco cadista, pero la volea de Dani Rodríguez se iba ligeramente alto.
Con el Mallorca perfectamente cerrado en su área la falta de ideas del Cádiz para atravesar esa muralla era evidente, que no noticia. Y claro, el personal no tuvo otra que impacientarse al ver en su equipo lo que lleva viendo toda la temporada, es decir, nada bueno. Los de Pellegrino solo tocaban en espacios nada influyentes y en los que al Mallorca apenas le molestaba.
Sonido de viento en la grada y llamadas a la hombría podrían suponer la antesala de un panorama que podría ponerse desolador en el caso de que los mallorquinistas le dieran por salir de la cueva en más ocasiones. En busca de culpables, la grada se fue a por el árbitro, que tan solo se dedicaba a intentar que el encuentro no se convirtiese en subterráneo dada la poquísima calidad de ambos contendientes. El partido era un horror, el enésimo perpetrado este curso en Carranza.
En mitad de ese horror, pasada la media hora se coló una gran jugada servida por Fali y elaborada entre Juanmi y Pires para que el bético filtrase un pase al que no llegó por poco Robert Navarro, que se fue al suelo en boca de gol al notar la entrada de Raíllo para calentar aún más a una grada que le pedía al árbitro lo que no le podía dar su equipo. Aire.
A sabiendas de los nervios en los locales, los bermellones comenzaron a adelantar sus líneas y a atreverse a mover la bola ante la quietud exasperante de un Cádiz sin fuerza, sin ganas, sin fe. Razones todas por las que eran los rojillos los vencedores en cada balón dividido, en cada cuerpo a cuerpo, en cada pugna, en todo. Al Mallorca, que ni mucho menos quería jugar, le bastaba para posicionarse bien y tocar la pelota para percatarse de que con muy poco se le puede bailar a este triste Cádiz en el que cada uno hace la guerra por su cuenta sin lograr hacerla además.
Tan solo un arma parecía quedarle a los de Pellegrino y fue al filo del descanso cuando empezaron a emplearla de manera abusiva: balones a Robert Navarro. Y de esa manera fue como los amarillos mantuvieron la posesión en una jugada ofensiva que terminó con una media chilena de Chris Ramos que fue a parar a los guantes del meta visitante. Fueron esos los últimos coletazos de una primera parte que acabó con pitos en la grada solo anulados por la alta y moderna megafonía de un Carranza que no estaba para fiesta.
No esperó al segundo tiempo Pellegrino para mover el once y dio entrada a Javi Hernández y Sergi Guardiola en detrimento de Ousou y Lucas Pires, muy desacertado y poco intenso durante todo su tiempo. Pasó el Cádiz de una defensa de cinco a la tradicional de cuatro y un delantero más. Y la verdad que no pasó mucho tiempo para que Guardiola dispusiera de la primera ocasión, pero a la hora de armar la pierna ya fue tapado por la zaga mallorquinista, que volvía a ver como Navarro se convertía en el puñal amarillo.
Reseteados todos, público y jugadores, los primeros compases de la reanudación se veían señales de vida en el once amarillo, que lograba meter en su campo a la escuadra balear. Sin embargo, al haber más campo para las contras pronto el Mallorca despertó y casi marca tras un buen pase con el exterior de Gio González al que no llegó por poco en boca de gol Radonjic. Con eso debía jugar el Cádiz, que poco a poco no tendría otra que echarse arriba como un kamikaze.
Empate
Eso sí, la premisa volvía a ser clara. Balones a la olla como principal recurso de un equipo carente de planes. Lo que sí parecía haber conseguido en estos primeros diez minutos de la segunda mitad el Cádiz fue embotellar a un Mallorca demasiado retrasado como para armar un contragolpe. Viendo este escenario, Aguirre retiraba a Radonjic para meter a Antonio Sánchez. Y así, con tan poco, fue como el Cádiz conseguía empatar tras un centro al primer palo de Sergi Guardiola que cabeceaba en su propia puerta Mascarell ante la presión crucial de Chris Ramos, que lograba encandilar al público revivido de Carranza. Como revivía también el equipo, espoleado por un Sergi Guardiola batallador y animado tal y como demostraba con un lanzamiento desde fuera del área que se fue ligeramente desviado.
Carranza, ahora sí, era un volcán en erupción. El fútbol pasaba a un segundo plano y en ese plano en donde mejor se sabe manejar un Cádiz acostumbrado al alambre en el que iba a jugar lo restante de partido. En el 64' Pellegrino refrescaba la delantera sentando a Juanmi y daba entrada a Maxi Gómez con la esperanza de que el uruguayo eligiera para estrenarse este encuentro.
Cuando más unidad se respiraba en el ambiente llegó una indecisión entre Fali y Ledesma que pudo haber resultado fatal de no aparecer salvador Chust para evitar el suicidio colectivo. Con criterio, compañeros y grada animaron a los dos compañeros que ya estaban discutiendo por la acción. Jueguen, jueguen.
Intentaba evitar la quema el vasco Aguirre con un doble cambio con el que controlar algo más el centro del campo, hasta ese momento en manos gaditanas. El desgaste para empatar lo empezó a pagar en cansancio, personificado en Fali, que hacía una falta en el balcón del área sobre Morlanes que Darder desaprovechó para alivio de Carranza. No solo las imprecisiones y síntomas de desgaste lo reflejaba el Cádiz...
Así las cosas, el Mallorca empezaba a perder tiempo dando por bueno un empate que al Cádiz no le servía. Y como no le servía, Pellegrino tiró de Machis en el 78' de Machis a la espera de otra aparición como en el día del Celta. El venezolano entraba por Navarro; cambio de cromo para poner en marcha ahora el 'balones a Will'. Poco después, era Roger el que sustituía a Chris Ramos.
A falta de diez minutos, Aguirre retiraba a Muriqi y Maffeo para tranquilidad de muchos presentes, que se acercaban al precipicio con lo que ya había sobre el verde. Y lo primero que se encontró fue un mano a mano de Darder que entre Ledesma y el palo evitaron lo que hubiera sido la muerte y sepultura de un equipo moribundo.
Y de lo que pudo haber sido el fin se pasó a lo que casi pudo ser el inicio de un milagro. El enésimo balón colgado al área del Mallorca era mal despejado por el meta bermellón y el balón le llegaba a Roger, que se entretuvo tanto que cuando disparó sin portero ya estaba tapado por una selva de piernas cuando se anunciaba por la megafonía cuatro minutos de añadido.
Se intentaba buscar a Machis sin premio, aunque el vinotinto forzaba un córner en el último suspiro que él mismo botó peor que un alevín. Con esa frustración se ponía punto final a un partido que prolongaba la agonía de un equipo que este sábado visita el Bernabéu con la misma obligación para la que no está capacitado, ganar.
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