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La pizarra del Eibar 1-0 Cádiz
la liga hypermotion
El cuadro amarillo sigue siendo su peor enemigo poniendo en bandeja los triunfos a los equipos rivales y viendo como pasan las jornadas y sigue jugando a lo mismo, la nada
La crónica del Eibar 1-0 Cádiz
No está muerto, nunca estuvo vivo
Querido y estimado lector, a buen seguro sufridor cadista que emprende el reto de leer estas líneas de análisis de un partido del Cádiz. Mucho ánimo. La pizarra del Eibar 1-0 Cádiz puede ser prácticamente la misma del Cádiz 0-1 Racing, Cádiz 2-2 Málaga, Huesca 3-1 Cádiz y así sucesivamente. Todos esos análisis están regidos por un mismo patrón: este equipo es sencillamente desesperante. No hay por donde cogerlo. Un auténtico desastre que deambula por el campo con exjugadores de Primera División, futbolistas que corren como pollos sin cabezas como diría el galés menos galés que ha tenido este país, John Toshack.
Asi las cosas el partido del Cádiz en tierras vascas fue más de lo mismo. Cualquier rival ve como una fiesta enfrentarse al cuadro de Paco López. Este equipo es una playa, el patio de la guardería. Los rivales siguen robándole puntos a los amarillos sin hacer nada del otro mundo. Orden, buen nivel defensivo y aprovechar el fallo habitual de los jugadores cadistas. Ante el Eibar, primera parte igualada hasta que un fallo atrás y la ayuda de José Antonio Caro permitieron al cuadro armero adelantarse.
En la segunda parte los cambios mejoraron algo el devenir cadista pero acabó siendo un equipo que no daba tres pases seguidos, en el que cada jugador hacía la guerra por su cuenta y en el que solo hubo un disparo entre los tres palos, el de Escalante. Cierto es que al Cádiz no le termina de aparecer esa pizca de suerte, pero no es menos cierto que tampoco hace merecimientos para tenerla.
El equipo está hundido y tocado, muy tocado. No está muerto, pues realmente nunca estuvo vivo. El cambio es tan urgente como la situación que se está viviendo. Paco López no da con la tecla y su puesto es cuestión del número de derrotas que Manuel Vizcaíno vaya a permitir, así de claro y sencillo. No será solo responsabilidad del entrenador, pues los jugadores son los que son, pero el técnico ha permitido junto al presidente que futbolistas agotados en todos los aspectos sigan vistiendo esta camiseta.
1. Revolución en el once
Hasta nueve cambios hacía Paco López en el choque de Ipurua. Solo continuaban en el equipo cadista Víctor Chust y sorprendentemente Chris Ramos. Nadie esperaba al gaditano en el once por la cantidad de minutos que arrastra desde el comienzo de temporada, dejando la sensación que necesita un descanso. No obstante, Paco decidía que continuará en el once junto al central valenciano y con la innecesaria, viendo además lo que se vio, titularidad de José Antonio Caro en la portería.
El Cádiz empezó intenso, recuperando balones y siendo incisivo. El Eibar trataba de hacer transiciones rápidas pero el cuadro gaditano defendía bien y permitía poco. Iván Alejo se encargaba del balón parado y el conjunto gaditano pisaba área sin ocasiones claras.
Todo el juego cadista iba por la banda de Iván Alejo y Zaldua, sin que De la Rosa tuviera la participación esperaba. Había muchas esperanzas a ver al jugador onubense pero lo cierto es que le faltó atrevimiento y confianza en muchas acciones, sin olvidar que detrás tenía a Glauder que de carrilero tiene lo mismo que el que escribe.
2. Los cambios, tarde
Así las cosas no pasaba nada durante el partido hasta que llegó el habitual error cadista. Nivel defensivo por los suelos, un socavón por la banada izquierda amarilla y allía que apareció el ataque local para que Corpas marcara con la agradecida colaboración de Caro. Se adelantaba el Eibar en el marcador sin hacer nada del otro mundo, en un choque de empate y en un Cádiz que entraba de nuevo en su depresión habitual.
Sorprendentemente Paco López dejaba a los mismos onces jugadores tras el tiempo de descanso. Como si el partido no estuviera difícil, el técnico no cambiaba a nadie por lo que decía tirar más de diez minutos hasta que entró la caballería con Ontiveros, Ocampo y Carlos Fernández. Sin variar el dibujo pero con el sevillano en punta y Sobrino por detrás.
3. Desorden sin fe
Paco movía el árbol pero la reacción era bastante tímida porque el Cádiz comenzaba a desordenarse. Era un equipo sin orden que comenzaba a perder la fe en lo que tenía que hacer y en la guerra por su cuenta.
Lo mismo te encontrabas a Ocampo en la izquierda que luego en la derecha, con Ontiveros igual. El entrenador seguía metiendo más madera con Kouamé y Melendo. El de Mali trataba de tirar del carro y avanzar metros con el balón pero delante del área las ideas se disipaban. Unas veces Ontiveros lo quería hacer todo, otras Ocampo más de lo mismo. Este equipo depende del nivel de inspiración de sus extremos, si se intenvan algo hay posibilidad de marcar y si no pueden la condena es segura.
El Cádiz acababa el choque con una sola ocasión clara, la de Escalante. Los minutos finales eran un quiero y no puedo en el que el conjunto local defendía con mucha tranquilidad. Nunca antes un 1-0 corrió tan poco peligro como el este miércoles en Eibar. El cuadro de Etxeberría se llevó los tres puntos con una facilidad pasmosa. Uno más en la lista de un Cádiz que cada vez huele peor.