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Cuando lo peor ya no es el resultado
la liga hypermotion
Desidia y hartazgo, el primer partido de la temporada demuestra que la separación de la afición con su club es cada vez mayor con el peligro que eso conlleva
El estadio también baja a Segunda
El fútbol es un deporte que se mueve claramente por el resultado. Todo depende de cuántas veces entre el balón en tu portería o en la contraria. En función de ese número de veces el equipo, el jugador, el entrenador y el presidente de turno serán mejores o peores, malos o regulares, excelentes o mediocres. Así es el fútbol, el resultadismo de un deporte que levanta pasiones de todo tipo.
El resultadismo puede ser tan cruel como real, y lo cierto es que puede incluso tapar muchas cosas, sobre todo las malas. Un equipo puede rendir en el campo mientras fuera del mismo suceden otro tipo de cuestiones. Cierto es que no es muy normal y que al final lo que va mal también se traslada al verde, porque hay cosas que son dificilmente indivisibles.
Pero lo que realmente no puede tapar el resultado es el sentimiento del aficionado. Habrá más aficionados si el equipo va bien, eso seguro, pero independientemente de la marcha del mismo siempre habrá seguidores que apoyen a su equipo, ya sea en Primera o en Segunda B, ahora Primera Federación. Del barco no se baja nadie, siempre y cuando el navío navegue por las aguas de siempre.
Todo lo anterior se traslada al Cádiz CF. Un club que ya sea en la categoría que fuera ha tenido seguimiento y apoyo. Quién no recuerda vivir un gol fantasma de pie en la antigua Preferencia pensando que se ascendía a Segunda a costa del Nastíc de Tarragona, o esa invasión cadista en Sanlúcar para ayudar a su equipo a evitar un descenso a Tercera División, o esas más de 10.000 personas en Carranza tratando de que su equipo ganara al Roquetas para que se metiera en un 'play off' de ascenso a Segunda. Momentos en los que la gente ha estado con su equipo, lejos de las mieles de Primera donde todo es más sencillo. Momentos de ilusión con la fase de ascenso que se culminó en Alicante o el partido de 'play off' ante el Tenerife soñando con la élite. El cadismo disfrutaba, sentía y vivía como nadie la pasión por su equipo, como también lo hizo con la remontada obrada por Sergio desde el banquillo en Primera, o el año siguiente ganando en casa a equipos como Valencia, Celta y Valladolid, sin olvidar el dulce sufimiento desde casa por la pandemia viendo al Cádiz de Cervera ganar a Barcelona y Real Madrid.
Y todo eso parece que hoy se ha quedado a años luz. Parece un sueño recordado en mitad de una pesadilla. Porque ahora mismo ya ni lo más importante es el resultado. Porque la afición vive un hartazgo y cansancio, mezcla de lo que vivió la temporada pasada y un verano durísimo por las diferentes acciones del club. Un burofax es solo un papel pero lleva consigo una fractura, una brecha y una herida que no para de sangrar. No acudir a la presentación del Trofeo es una imagen solo, pero refleja separación y exceso de grandeza respecto al aficionado. Los precios de una campaña de abonados es dinero que seguramente muchos han vuelto a pagar, sabiendo que priman su cadismo a cualquier cosa pero sin olvidar que se ha perdido empatía social e incluso económica con la gente.
Son solo algunas cosas que han ido mucho más allá de un decenso o un resultado negativo. Porque a veces ya no es el resultado lo más importante. Cuando gran parte de tu afición se va del estadio con los brazos caídos, cansada, jurando en arameo y deja los diez últimos minutos de un encuentro con la grada en familia es que realmente algo está pasando. La gente ya no se queda ni para protestar, uno de los grupos de aficionados más conocidos convoca una protesta y van casi cuatro gatos.
Hartazgo, desidia, desazón y una separación con el club que ha hecho que el cadista esté noquedo mentalmente por cada decisión del club, por la ausencia de fichajes y por entender que se ha perdido una oportunidad, la de seguir más años en Primera a poco que se hubieran hecho las cosas medio bien durante la temporada pasada.
Se ha perdido esa oportunidad y también la de estrechazar lazos con la gente. El club presidido por Manuel Vizcaíno ha perdido la posibilidad de volver a ser el equipo del cadista de a pie, cosa que el presidente siempre ha defendido por activa y por pasiva, pero que con las últimas acciones del club ha demostrado todo lo contrario. Un verano tirado a la basura para limar asperazas, para asumir el descenso y limpiar las heridas. Ha ocurrido todo lo contrario y ahora mismo ya no parece que perder ante el Zaragoza sean tan malo cuando todo lo que sale de la boca del cadista antes y después de ese encuentro son adjestivos descalificativos con su equipo.
Todo sin olvidar que esta afición se ilusiona rápido, que con cuatro cosas es feliz y que no es tan difícil tener un clima sosegado en el entorno amarillo. Sin embargo, todo lo que pasa desde el club para fuera va a peor y ahora mismo los caminos están más separados que nunca.
La temporada acaba de comenzar y queda un mundo. Pueden pasar miles de cosas de aquí al mes de junio, pero está claro que si el fútbol es presente el actual es muy gris para el Cádiz CF y el cadismo. La gente quiere ver a su equipo ganar, quiere fichajes, quiere pagar menos, quiere cercanía y sobre todo empatía. Las cosas pueden ir mal en el campo, porque esto es deporte, pero no tienen porqué ir mal fuera, y ahora mismo lo de fuera es una derrota por goleada cada día. Que la desafección de la gente con su equipo vaya a más es muy peligroso, bastante más de lo que puedan creer dentro del club, porque salir de Carranza diez o quinte minutos antes del final del partido sin siquiera lamentar una derrota es algo tan cruel como real ahora mismo.