Cádiz CF

Paco López, el contexto y los automatismos

El entrenador del Cádiz habla de dar libertad a sus jugadores, pero la situación le obliga a tomar decisiones sacadas de otro libro que no es el suyo

Alfonso Carbonell

Paco López está metido en un problema gordo y es consciente prácticamente desde que llegó al banquillo del Cádiz CF, un equipo acostumbrado a jugar bajo un perfil de equipo humilde, es decir, un equipo trabajado y hecho para jugar al error del rival, no al acierto propio en ataque. Explicó, y muy bien, hace una semana y después de caer derrotado en casa ante el Eldense, que el contexto al que se enfrenta este Cádiz CF 24/25 es muy diferente al que se lleva enfrentando los últimos ocho años y coincidiendo con la llegada de Álvaro Cervera.

Como todo el mundo recordará, el señor de las gafas cogió a un equipo manirroto, que sangraba y que lo hacía además bajo la batuta de Claudio Barragán, que con criterio quiso jugar en aquella Segunda B mandando al ser el Cádiz CF lo que viene siendo un grande de la categoría. Por ese misma línea tuvieron que pasar otros como Agné, Jose, Calderón, Monteagudo o Javi Gracia, el que mejor lo consiguió y jugó. Pero el caso es que Cervera cogió en sus manos a un equipo herido al que le vino como anillo al dedo un discurso victimista, pobre en recursos, pero rico en resultados. Así, se coló en aquel 'play off' de ascenso con el papel de mártir ante equipos que habían conseguido una mejor clasificación regular y su sistema ultradefensivo no fue más que criticado en el primer encuentro ante el Racing de Ferrol por los típicos desaprensivos que entienden de fútbol lo mismo que un árbitro.

Ese empate sin goles y sin apenas ocasiones facilitó la puesta en marcha de un equipo que ganó 1-2 en A Malata recibiendo el único gol que encajó en los siguientes cinco encuentros que llevaron al Cádiz CF de Segunda B a Primera. Y así, hasta hoy y bajo esos preceptos, el combinado amarillo lleva jugando a no dejar jugar, solo con la excepción del primer año entero de Sergio, que siguió el patrón pero le dio alas.

A ese contexto de equipo humilde e inferior a sus rivales se refirió con acierto Paco López, al que ahora se le pide que en un santiamén haga todo lo que no se lleva haciendo casi una década. Por supuesto, la tarea es ardua y muy compleja. Y como es obvio, las cabezas de los jugadores están sufriendo con un cambio tan drástico como esperanzador si no fuera por los malos resultados que revuelven, además, las protestas de una afición herida que no entiende de plazos.

La competición tampoco ayuda. Esto no para y el balance de resultados, como en cualquier empresa, presiona tan fuerte que no queda otra que acometer obras rápidas sin un trabajo preciso, continuado y reflexivo. Pero es lo que hay. No hace mucho, en la previa del Eldense, Paco López hablaba sobre su idea de fútbol, su método, sus cavilaciones. Y en esas que decía que en sus equipos no quiere a jugadores encorsetados o atados a un sistema, a una idea, a un patrón. Hablaba que él no tiene ni quiere automatismos, que quiere que el jugador entienda el juego sin estar adherido a un esquema. desde luego que es muy loable este pensamiento y seguro que dará resultados, pero el momento como que no es el más adecuado podría apreciarse también.

Son muchos los técnicos que suelen decir que al futbolista hay que dárselo todo muy mascado, evitarle responsabilidades. Los hay tantos que hasta les ordena hacia dónde tiene que lanzar un penalti con tal de liberar al jugador de cualquier responsabilidad. Por todo ello, lo que ofrece a sus pupilos es el elixir de la alegría en los mejores momentos, pero resulta que los momentos que se viven ahora mismo no son tan buenos. Solo hay que apreciar cómo el equipo se viene abajo y se desmorona en su estadio cada vez que aparece el sonido de viento por la grada.

A la espera de que los jugadores mejoren mentalmente, que se sientan anfitriones en su casa y que se manifiesten tranquilos y relajados cuando juegan en su estadio, lo cierto es que atribuirles actualmente libertad puede ser más contraproducente que beneficioso. El equipo tiembla y solo hay que verlo. Por tanto, como un bebé que aprende a caminar, lo mejor podría ser que se le vaya dando nociones muy claras, muy concisas, muy fáciles. Y así, poco a poco, bien juntitos, podrán ir emancipándose. Quien sabe.

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