Mirandés - Cádiz
Ontiveros mantiene a Paco (2-2)
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Dos golazos del malagueño sirven para traer de vuelta un punto ante un Mirandés que se adelantó hasta en dos ocasiones en el marcador
Paco López duda del fuera de juego: «Habrá que creérselo»
Las notas del Mirandés - Cádiz
Ontiveros fue el mejor en Anduva.
Lo dejó suplente en Gijón y este sábado lo salvó en Miranda de Ebro porque ha prorrogado su etapa en el banquillo del Cádiz CF, ese que pide a gritos un cambio. Porque si esta semana Paco López seguirá al frente del equipo gaditano se lo debe a don Javier Ontiveros Parra, que marcó tres auténticos golazos que se quedaron en dos para traer del siempre complicado Anduva un empate que sirve para sumar un puntito más en el casillero de un equipo que sigue sin ser un bloque y que se desarma como un castillo de naipes en cuanto se le sopla. No obstante, dentro de esa baraja hay ases, como el de Ontiveros, que tira de este carro como ese caballo percherón que no sabe la de la de carga con la que cuenta detrás.
Sacaba un once juguetón Paco López para un día peligroso para su estatus y por eso de poder meterse de nuevo en descenso e irse él 'pal' cajón a pesar de la palabra de Vizcaíno de que tiene crédito ilimitado. Metía de inicio a sus dos delanteros preferidos y que, de estar al cien por cien, podrían significar un ataque top de la categoría, si bien las dudas de muchos llevaban a pensar que también podrían serlo en la una liga de veteranos por aquello de las lesiones más que de la edad. El caso es que Roger y Carlos Fernández ponían el dulce a un once ilusionante que volvía a hacer sitio a Ontiveros por la derecha para dejar por la izquierda a Ocampo. Alcaraz y Kouamé en la sala de máquinas y por delante de una zaga en la que reaparecía Zaldua por la lesión de Iza y se mantenían los centrales Chust y Kovacevic y el pequeñito lateral zurdo Matos.
Tenía muy bien estudiado el Mirandés al Cádiz y fruto de ese estudio comenzó el encuentro presionando bien alto al nervios equipo gaditano, que efectivamente no tardó en perder su primer balón en una salida de balón ante la adelantada presión del once jabato, que no lograba acertar en su resolución del robo.
Apenas se había llegado al minuto 5 de partido cuando ya se veía aflorar una mayor intensidad en los locales que en lo foráneos, que recibían el primero de la tarde a los cuatro de juego después de que Gorrotxa disparase tras una rechace venido del área y el balón llegara al fondo de la red escondido tras una selva de piernas y el toque de Ocampo, que le desvió la dirección a un ya batido David Gil.
Gol anulado por ¿fuera de juego?
Y si fuerte fue el mazazo de ese gol tempranero, más lo fue el que llegó a los tres minutos. Ocampo llevaba el balón a campo contrario por su banda izquierda, donde se la entregaba a Matos para que el sevillano retrocediera la pelota a Ontiveros, que aparecía por su zona de confort para marcarse un golazo marca de la casa que a los pocos minutos fue anulado por el VAR por posición incorrecta del lateral zurdo. Algo que, más que discutible, formaría parte de lo esotérico.
Pudo rematar al Cádiz el conjunto del italiano Alessio Lisci al cuarto de hora de partido después de un disparo desde fuera del área que pilló adelantado a David Gil, que vio, primero, como el travesaño le salvaba del segundo y, segundo, como Joel Roca recibía el rebote completamente solo ante la pasividad de Kovacevic y Chust, que miraron con tranquilidad como el ariete rojillo mandaba el balón a las nubes por fortuna.
Intentaba el Cádiz reponerse y se apoyaba en Ocampo y Ontiveros, ambos moviéndose por la izquierda y dejando coja otra vez la banda derecha, que era una autopista para Zaldua. Aflojó el Mirandés su intensidad y eso hizo que cometiera algún error, como uno que aprovechó Kouamé para recuperar una bola y entregársela a Carlos Fernández, que buscó la escuadra de con un zurdazo que se fue a la publicidad de la grada alta del fondo norte de Anduva.
Parecía enganchado definitivamente al partido un Cádiz que se ponía en manos de su mejor hombre, Ontiveros, para empatar el encuentro tras un carrerón del malagueño a pase en profundidad de Matos que convertí en gol el ex del Villarreal B tras superar al meta y dos defensores. Golazo.
Con relativo dominio cadista se llegaba al descanso tras dejar atrás un primer tiempo en el que se vio fino a Carlos Fernández, que tiene todo el fútbol en sus piernas que no tienen muchos de sus compañeros. Y eso, claro está, beneficia a un equipo con un entrenador con querencia a tener el balón.
Kouamé, espectador de lujo en el doblete de Gorrotxa
Sabedor de lo que le ocurrió en la primera mitad, el Cádiz salió en la reanudación con más intensidad que sus rivales, que seguían en su dinámica descendente para beneficio andaluz. Eso sí, no tardó en esmerarse los pupilos de Lisci, que pronto comenzaron a volcarse hacia la portería rival. Se volcaron tanto que de nuevo descubrieron las vergüenzas de un equipo sin vergüenza. Koaumé miró desde primera fila el avance de Gorrotxa hacia el área, donde llegó para rematar un gran centro de Panichelli. Era el 60' de partido y el conjunto amarillo no se cansaba de repetir esos desajustes defensivos que debieran ya costarle el puesto a su entrenador.
A los cinco minutos, Urko Izeta se construyó él solito una contra con la que casi liquida al Cádiz de no ser por el sprint que se metió Kovacevic, que llegó a su área con el tiempo suficiente para meter el pie y mandar a córner el disparo del atacante jabato, que previamente se había pateado el campo entero sorteando a todo jugador amarillo que le salía al paso.
Y de lo que pudo ser la sentencia se pasó al empate, obra del artista Ontiveros, de nuevo por la izquierda. El malagueño acompañó a Ocampo en una contra para recibir en el vértice del área, avanzar y con la punterita de su pie derecho lograr superar a Raúl Fernández, que adelantado tan solo pudo admirar la obra de arte que acababa de encajar.
En el 71', Paco López introdujo un triple cambio metiendo a Alejo de lateral profundo por Zaldua, Escalante por Kouamé y Chris Ramos por Roger. Pero las cosas siguieron igual, es decir, una defensa amarilla totalmente destruida y un Ontiveros sujetando como podía a un equipo dejado de la mano de Dios. Porque no había centro que no rematase alguien del Mirandés, como tampoco había pase filtrado que no llegase a un delantero jabato. Vamos, que el Cádiz estuviera empatando era un milagro solo mantenido por las individualidades de Ontiveros, que a falta de diez minutos para el 90' se iba al banquillo por Sobrino.
Desfallecía por momentos el Cádiz, que eso sí, emulaba a ese púgil ya batido que despierta a manotazos y que con rabia se revuelve para devolver otro. Así, pudo hacer su primer gol como amarillo Carlos Fernández de no ser por la manopla del meta local, que despejaba. Eso sí, el pase de cabeza previo de Alejo bien pudo haber sido anulado también por el maldito VAR.
Entre golpes de uno y otro, se llegaba al final del encuentro, que no de la etapa como entrenador de Paco López, salvado por Ontiveros.
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