Cádiz CF
Vizcaíno bajó al coso y volvió a triunfar
El presidente del Cádiz vivió una semana tensa, llena de negociaciones, dos fichajes y un runrún de dimisión que le persigue para acabar sacando al equipo del descenso
Bajo esa coraza de empresario frío, soberbio y altanero se esconde una persona que sufre, como todas. No da el perfil de caer bien, ni pretende hacerlo. Eso, al menos, parece. De lo contrario, no se entendería cantidad de las cosas que dice y hace. Pero bajo toda esa amalgama de gestos, declaraciones y formas de ser también se encuentra un hombre que padece. No hace mucho lo ha llegado a decir. Lo dijo sin pretender ser gracioso.De hecho, como todos, ahí es cuando más gana aunque ni se dé cuenta . Cuando no actúa, cuando lo dice sintiéndolo, cuando muestra su humanidad.
No hace mucho, en un acto de esos a los que va como presidente del Cádiz, comentó, entre risas que no eran falsas, lo que agradeció la llegada de una persona al club que le ha servido como un apoyo moral y real bajo los focos. No en bambalinas, no no. Bajo los mismos focos que comparte en la primesa escena de un club de Primera con una masa social importante.
Esa ayuda la ha recibido de su vicepresidente, que desde su llegada son uña y carne. En aquella ocasión, el presidente iba acompañando al vicepresidente a una conferencia en la Casa Pemán de Cádiz. Allí, Rafael Contreras daba una charla sobre sus cosas. Ya saben, la tecnología en el fútbol y demás asuntos relacionados con las ‘start up’ y demás avances. Para allá que fue Vizcaíno, que se encargó de presentarlo dando paso al número dos del Cádiz CF.
Fue entonces cuando el máximo dirigente cadista se sinceró y dijo algo que sonó como un síntoma de debilidad, algo inaudito en su persona. Vizcaíno vino a decir lo siguiente: «Lo llego a saber y lo hubiera traído mucho antes; al menos, para compartir la de palos que me llevo» . Lo dijo en alusión a que Contreras tampoco es santo de devoción de muchos cadistas que recuerdan su pasado empresarial en la ciudad y que desde su llegada al club se ha llevado muchas de esas críticas que antes solo iban a parar a la espalda del presidente. ‘Compartir es vivir’ y ambos parecen llevándolo como dos buenos socios que ponen la cara para que se la partan a los dos.
Esa señal de debilidad mostrada por Vizcaíno era el principio de un cambio. En la misma charla, el propio presidente cadista llegaba a admitir que ya no es tan duro, que las cosas le duelen y que todo cansa.Y si de algo se cansa uno más fácilmente es de recibir cera. Y eso, a pesar de que Manuel Vizcaíno siempre ha hecho gala de considerarse muy canchero, de bajar al barro, de ensuciarse, de ir con todo a donde tenga que ir aunque al final del camino solo esperen espinas. Viene de una plaza, la del Sevilla FC, donde los palos se reparten a manojitos y no de la mejor forma. Allí forjó ese carácter que tan mal casa con el cadismo pero que le ha dado la base para ser uno de los mejores presidentes del Cádiz CF de la historia y va camino de ser el mejor. Todo está en sus manos.
Precisamente, tras la derrota en el Ramón Sánchez Pizjuán buena parte de su masa social volvió a la carga contra su gestión. El mal encuentro de los de Sergio ante un Sevilla en crisis provocó la reacción airada de muchos y la convocatoria formal de una concentración para los momentos previos al Cádiz - Mallorca de este pasado sábado. ¿Cómo no lo estaría haciendo Vizcaíno para poner de acuerdo a peñas tan distintas como Alma Cadista, la Federación y Brigadas Amarillas?
El comunicado de la plataforma de aficionados atacaban la falta de proyecto deportivo serio y afeaban a la directiva la nula inversión realizada desde prácticamente el ascenso a Primera División.
Lejos de agachar la cabeza, Manuel Vizcaíno respondió a la hinchada. Primero, fichando. Escalante comenzaba la semana y Roger la acababa. Y segundo, contestando a la afición con una carta en la que –fiel a su estilo combativo– sacaba pecho del proyecto consolidado en Primera y llamaba a estar con el equipo. Una vez más, Vizcaíno bajaba al fango, él solito.
Pasaron los días y muchas de las voces críticas fueron poco a poco ahogándose merced a la última contratación, la del delantero Roger. Sí, la plantilla salía reforzada del mercado de invierno y el equipo, a falta de la victoria ante el Mallorca, con 19 puntos y presumiblemente fuera de los puestos de descenso.
Y no se equivocó. El Cádiz ganaba al conjunto bermellón con la misma plantilla (Roger y Escalante fueron testimoniales) que Vizcaíno no ha parado de defender a capa y espada y se acostaba el sábado fuera de los puestos de descenso. Otra vez, el presidente cadista se había bajado al coso y había salido victorioso frente a una multitud que apenas dos horitas le había pedido que hiciera las maletas y se fuera para Sevilla.
Pero el pasado sabado en Carranza, más concretamente en el palco oficial, se sentaba un hombre que nada más escuchar el pitido final de derrumbó. Ojos vidriosos y dando más abrazos que en una boda . Era Manuel Vizcaíno, un ser de hielo que no pudo reprimirse más en cuanto vio a los suyos sumar los tres puntos tras una semana repleta de negociaciones, dos fichajes y con su nombre en el disparadero. Sin duda, todo ese runrún de la grada, por mucho que lo diga, cada vez le hace menos gracias a un presidente que, con aciertos y errores, no puede entender tanta animadversión a su gestión cuando el club va en la dirección adecuada.
Noticias relacionadas