Celta - Cádiz

«Mi padre era como un Pepe Mejías para el celtismo»

El cantante cadista y gaditano Lucas recuerda con orgullo la figura de Pedrito, su padre

El exjugador de Cádiz CF y Celta, junto a su hijo Lucas.

Alfonso Carbonell

Se le llena la boca hablando de su padre más que con la mejor de sus canciones. Él ahora (cuando todo esto pase) llena estadios, pero muchos antes ya lo hacía su progenitor, Pedro González Carnero, Pedrito.

En agosto de 20019 se iba para siempre, a los 79 años, un hombre carismático en todos los sitios por los que pasó. Pero hubo uno especialmente donde su huella aún es recordada. Y nadie mejor que su hijo Lucas para hacerlo. «En Vigo mi padre era muy querido. Yo alucinaba cada vez que iba con él», dice el autor del himno del centenario del Cádiz CF.

Pedrito, además de vestir la camiseta del Cádiz CF y otros muchos equipos, arraigó su nombre en Balaídos, donde jugó nueve temporadas entre Segunda y Primera. Nació en 1940 en Córdoba y jugó como lateral derecho. Comenzó en el Real Jaén y siguió en otros como Iliturgi y Racing de Santander antes de recalar en el Real Madrid en la temporada 1961/1962 dada su proyección y su agresividad sobre el césped, todo lo contrario que fuera de él, donde irradiaba buen humor por los cuatro costados y que tan bien ha empapado en su hijo.

Del Madrid llegó cedido al Cádiz CF dos temporadas , donde además de enamorarse también brilló para recalar en el Celta. Fue en el club gallego donde más años estuvo y donde se retiró para pasar a los banquillos, empezando por el Gran Peña de Vigo, filial del club celtiña. Después dirigió al propio Celta, Arosa, Real Jaén y Racing Portuense. También fue segundo entrenador del Cádiz CF durante la temporada 1993-1994, en Segunda B.

Gracias a su estancia en Cádiz CF llegó, a los años, Lucas, que lo cuenta con especial gracia. «Mi padre estaba cerca de casarse con una chica jienense pero vino a Cádiz y se enamoró perdidamente de mi madre, que como es obvio le prohibió jugar 'a dos bandas' y se quedó ya aquí», relata el cantante explicando el motivo que la vida de su padre se ligó a la Tacita.

Volviendo a Vigo, Lucas habla maravillas del club y de la gente celtiña. «Yo alucinaba cuando iba con él a Vigo. No diría que su fama allí fuera como la de Mágico aquí, pero sí como la de Pepe Mejías. Cuando yo he ido allí he hablado con muchos aficionados que ponen a mi padre como leyenda y por encima de grandes futbolistas como Mostovoi, Karpine, Revivo o Gudelj...», cuanto con honor un cantante que apenas vivió allí un par de añitos. «Yo no tengo muchos recuerdos de allí. Sé que hice allí la guardería mientras mi padre entrenaba al filial. Después sí, después ya he ido unas cuantas veces y alucino como quiere la gente a mi padre».

Si ya Lucas conocía de buena fe la gran afición que su padre había dejado en Vigo no pudo más que confirmarla cuando le pasaron el vídeo del minuto de silencio que se guardó en Balaídos tras su fallecimiento. «Yo eso no lo he visto nunca, ese Silencio. Increíble el respeto que se respiraba allí. Ni un solo grito del tonto de turno que que siempre sale en todos lados, ni uno. Fue emocionante y muy sentido», asegura.

La relación de Pedrito con Celta y Vigo fue intensa y duradera a juicio de su hijo, que comenta que su padre «siempre ha tenido amigos de verdad allí». Y bien que él se encargaba de decírselo a su familia. «No pagaba un duro allí el tío. Menudas mariscadas se metía. Era recibido siempre por la puerta grande y con los brazos abiertos», cuenta Lucas, que también pudo vivir varios de esos homenajes en vida que le daban a su padre. Recuerda uno con gran cariño. «Fue en Madrid, donde también estaba Gudelj. Le hicieron una fiesta increíble en una peña del Celta en Madrid que era increíble. No he visto yo una celebración de una pena así en mi vida», recuerda invadido por bonitos y simpáticos recuerdos.

Tres décimos gaditanos con destino Vigo

Como de bien nacido es ser agradecido, Lucas no esconde su corazoncito celtiña y cada vez que puede retoma contactos con el club donde su padre fue tan feliz y querido. Sin ir más lejos, este mismo lunes el utillero del Cádiz CF, Juanito Marchante, tiene una misión en Balaídos: darle tres décimos comprados en Cádiz a su colega del Celta antes del partido como señal de agradecimiento de la familia González. Con guasa, Lucas relata su conversación con Marchante. «A Juanito le he dicho que se cuide mucho de cómo le va a dar el sobre con los tres décimos al otro utillero no vaya a ser que lo capten las cámaras y se piense que estamos comprando el partido».

Este lunes, como consecuencia del Covid, no habrá nadie en las gradas de Balaídos, un estadio en el que Pedro González Carnero fue grande.

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