Cádiz CF

Los errores a evitar del último paso efímero por Segunda

Una mala planificación en la política de fichajes y el pobre rendimiento de los pesos pesados de la plantilla, entre las claves del fracaso que no ha de repetirse

Daniel Anelo Moreno

Javi Gracia, en la rueda de prensa de despedida tras su destitución como entrenador del Cádiz CF, en enero de 2010.

Después de seis temporadas en el pozo de la Segunda B, el Cádiz CF vuelve a sacar la cabeza con su regreso a la Liga de Fútbol Profesional. Un retorno ansiado a la categoría de plata que vuelve a situar en el mapa futbolístico a un histórico como el conjunto amarillo. En el recuerdo aún permanece reciente la última temporada en Segunda, que resultó un fracaso al consumarse el descenso. Muchos fueron los errores que se cometieron desde que arrancase la planificación de la temporada, que a la postre resultaron claves para que el Cádiz CF se diera el batacazo.

Superado el trance del agónico paso por la categoría de bronce, la inestabilidad institucional que producen dos cambios de dueño y el paso por ley concursal, ahora el Cádiz CF respira tranquilo y el horizonte parece vislumbrarse con mayor claridad.

La última experiencia en Segunda d ebe servir, por tanto, para evitar cometer los errores que en su día costaron muy caro a un club que llegó a coquetear, incluso, con el descenso a Tercera, en este periplo que ya debe quedar en el olvido.

Una de las claves principales ha de ser la planificación de la política de fichajes. El salto de calidad que supone el paso de Segunda B a Segunda resulta abismal, por lo que acertar en las incorporaciones resulta primordial para sentar las bases del éxito. Aquella temporada 2009-2010 no se hicieron bien las cosas en esa parcela, y el equipo pagó la inexperiencia desde que el balón echó a rodar.

Tan solo nueve fueron las incorporaciones efectuadas en verano, que apenas subieron el nivel de lo que ya había. Con Javi Gracia en el banquillo, la campaña del ascenso el Cádiz CF había barrido, pero la categoría de plata era otra cosa.

Zlamal, Álvaro Silva, Jaume Costa, Abraham González, Velasco, Arriaga y Diego Tristán fueron cayendo con cuentagotas en un verano que se hizo muy largo, y en el que Gracia lo pasó mal por no contar demasiado su opinión a la hora de efectuar los fichajes. El técnico navarro iba a estrenarse en Segunda pero ya avisó en alguna ocasión del peligro de no reforzar al equipo adecuadamente, aunque  la política del club de arriesgar lo mínimo en lo económico dejaba a Julio Peguero, entonces director deportivo, atado de pies y manos. El último día de plazo para realizar incorporaciones llegaron Ogbeche y Nano González, que cayeron como agua de mayo.

Pronto empezó a vislumbrarse que aquel Cádiz CF no funcionaba. El equipo se instaló en la zona baja de la clasificación desde el inicio, y durante toda la liga caminaría por el borde del precipicio. De los nuevos, Zlamal apenas participó en dos partidos, y una desafortunada actuación en Girona lo acabó desterrando para siempre. Velasco y Arriaga tampoco contaron y terminaron saliendo cedidos para jugar en Segunda B.

Prueba irrefutable de que apostar en firme por reforzar al equipo es, sin duda, una garantía de éxito. Algo que parecen tener claro los que se encargarán de dirigir los designios del Cádiz CF en Segunda. El anunciado aterrizaje de Quique Pina y Juan Carlos Cordero, dos hombres con una carrera plagada de éxitos a sus espaldas, invitan sin duda al optimismo en lo que a este apartado se refiere.

En este sentido será importante también la celeridad a la hora de actuar, debido a que la pasada campaña fue muy larga y que el inicio de la pretemporada está a la vuelta de la esquina. Aquel verano de 2009 los refuerzos caían con cuentagotas, y eso dificultaba a Javi Gracia la preparación de la temporada.

La apuesta por la continuidad del bloque es siempre un sinónimo de éxito, pero habrá que hilar fino a la hora de renovar futbolistas de la pasada campaña porque el salto de nivel es elevado. En aquella ocasión, la brillante temporada firmada en Segunda B llevó a que se apostara por mantener a la mayor parte de los futbolistas, pero por diversos motivos los pesos pesados del grupo no pudieron ofrecer el rendimiento que se esperaba de ellos.

De la Cuesta, Fleurquin, Raúl López... apuntaban a ser pilares en el equipo pero el calvario de las lesiones pudo con ellos. Futbolistas de la talla de Carlos Caballero o López Silva, vitales en el ascenso y que a la postre fueron determinantes en otros destinos en Segunda, esa temporada no dieron el nivel que se esperaba de ellos, y otros como Ormazábal o Mansilla fueron demasiado intermitentes.

Una de las claves del descenso fue la debilidad defensiva mostrada por el equipo desde el comienzo de la temporada, por lo que apuntalar la retaguardia debe ser una tarea prioritaria para la dirección deportiva. Ni Javi Gracia, primero, ni Víctor Espárrago, después, fueron capaces de conseguir armar un bloque sólido atrás, y el Cádiz CF terminó siendo el equipo más goleado de la categoría con 64 tantos en contra.

Tampoco en ataque el equipo fue determinante. Diego Tristán, pese a que su fichaje no fuera del agrado de Gracia, terminó siendo un futbolista importante pero apenas pudo aportar la discreta cifra de ocho goles. Ogbeche, llamado a ser el delantero que aportase más trabajo, cumplía con una cantidad parecida a la lograda por el de La Algaba (9). Los hombres de la segunda línea, a excepción de Enrique (de los mejores del equipo esa temporada pese a estar siempre cuestionado y que acabó con ocho dianas), tampoco fueron determinantes en la faceta goleadora. El gol se paga y en Segunda es mucho más caro, por lo que esta temporada habrá que hilar fino para no fallar en esa faceta.

Comenzar con buen pie es de vital importancia a todos los niveles. Un debutante en la categoría genera mayor confianza si los resultados comienzan a llegar pronto y la clasificación es tranquila. El entorno está harto de sufrir en temporadas anteriores con el papel del Cádiz CF, y ahora espera que el equipo responda y dé la talla en Segunda. Tener a la afición contenta aporta mucho, porque Carranza es un auténtico fortín, y eso también radica en que plantilla y cuerpo técnico puedan trabajar con mayor tranquilidad, y no con la presión de tener que resolver una cita a vida o muerte cada domingo.

El mal arranque en la 2009-2010 fue a la postre una clave importante en el fracaso, pues el equipo siempre estuvo cerca del descenso. Javi Gracia sumó la pobre cifra de 19 puntos en otros tantos partidos, dejando al equipo el cuarto por la cola tras su destitución en San Sebastián, donde el Cádiz CF salió goleado (4-1) por la Real Sociedad. En las 23 jornadas que Víctor Espárrago estuvo al frente del banquillo los numeros mejoraron notoriamente, pues el Cádiz sumó 31 puntos, que no fueron suficientes para salvar la categoría. Otras veces los 50 bastaron, pero en esta ocasión el descenso estuvo muy apretado y no se decidieron hasta la última jornada dos de las cuatro plazas en juego.

Y en caso de que las cosas no funcionen en un primer momento, dar un golpe de timón en el mercado invernal puede servir para reconducir la situación con mucho tiempo por delante. Aquel curso, la directiva encabezada por el presidente, Antonio Muñoz, apostó por dar a la afición la esperanza de contar en el banquillo con Espárrago, el entrenador más ilustre de la historia amarilla, cortando la progresión de un Javi Gracia que a la postre se ha comprobado que tenía madera para triunfar en la élite. Lo peor, que en lo que a incorporaciones se refiere las cosas no se hicieron bien, pues ni en cantidad ni en rendimiento cumplieron con las expectativas. Bogunovic y Ramis fueron las apuestas y pasaron por el equipo con más pena que gloria.

Son muchos los detalles a tener en cuenta que hay que cuidar para garantizar el futuro del Cádiz CF en la Liga de Fútbol Profesional, y este primer año del retorno será vital dar pasos en firmes. Una preparación en la que ya están trabajando a destajo los encargados de dirigir al equipo. Ahora sólo falta que el acierto acompañe y qué mejor que tener presente la última experiencia negativa para no volver a caer en los mismos errores.

  

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