Resultado Cádiz-Real Sociedad
Laberinto en el camino (0-2)
Cervera y los suyos caen ante una Real que se lleva los tres puntos gracias a la inercia de la superioridad
El Cádiz de Cervera se haya en un laberinto. Está liado y comienza a agobiarse. Apenas lleva cuatro pasos mal dados y se sabe el camino. Y eso, para colmo, es lo peor. Se sabe el sendero, las marcas estaban señaladas porque lo ha andado hace solo un año y lo hizo de manera brillante. Pero alguien ha tocado algo. Ha habido alguna mano que ha cambiado las flechas y ha colocado obstáculos que no estaban en el pasado. La cosa pinta chunga. Se va la luz, hay más linternas y más energía, pero el laberinto se ha presentado. Siempre ha habido atajos y siempre se han pillado, pero este año esos recortes se han visto cerrados. Las cosas no salen y hay más fuerzas. Y hasta más inteligencia, pero las puertas que antes se abrían ahora se cierran. Queda muchísimo por andar, pero en los primeros pasos ya se ha presentado el hombre del saco.
La Real, como el año pasado pero sin tanto fútbol, volvió a imponerse por el mismo resultado de 0-2. El Cádiz tuvo sus opciones pero se fue desvaneciando con el paso de los minutos. Se entrega, lo lucha, se acerca a portería contraria pero le faltan cosas. Muchas. Tantas que el personal comienza a agobiarse porque ve que con lo que hay, que hay más que antaño, no da.
Las cartas estaban echadas desde que salió el calendario. Cádiz y Real Sociedad están paridos por dos entrenadores de muy distinta especie y desde que el balón comenzó a rodar en Carranza el la balanza en el procentaje del dominio rápidamente comenzó a inclinarse de lado donostiarra. No había dudas, ni reproches. Tanto uno como otro estaban encantados de cómo se derivaba el asunto.
La primera parte fue de más a menos. La Real dominaba tal y como apuntaba el guion y el Cádiz, buen lector, esperaba sus oportunidades. Que siempre llegan. Y llegaron.
Mucho tiquitique txuri-urdin, mucho tacataca, pero lo cierto y verdad es la primera opción de gol medianamente clara fue amarilla. El último fichaje cadista, Rubén Sobrino, robaba un balón en campo propio y lo condujo hasta el área rival para finalmente pasarlo a Álex para que el pelirrojo chutase mansamente a las manos de Remiro. Mientras eso sucedía, Negredo se lamentaba de que su compañero no le hubiese visto a él, más propicio a un mejor remate y con mejor colocación.
Esas chispa cadista no enturbió la dinámica del partido, que seguía estando en manos vascas. Silva y Oyarzabal se acercaron al área de Ledesma pero ni uno ni otro lograron hacerlo con excesiva claridad por culpa de una tupida defensa bien alineada por Cervera.
Pasaba lo de siempre. La Real Sociedad tocaba y tocaba pero sin peligro alguno y el Cádiz esperaba lo suyo, que volvía a llegar. Esta vez fue por la banda de Salvi, que enviaba dos centros al área. El primero, bueno, no encontró rematador y el segundo, peor, se pasaba pero sí llegaba a él Fali para volverlo a meter en juego con un taconazo cinco estrellas que le llegaba a Espino. El Pacha buscaba un centro al área y este se encontró con la pierna de Aihen, que se interpuso en la dirección del balón pero con la mala suerte de que envió el esférico al palo. El rechace le llegó a Negredo pero el remate del vallecano no encontró portería. Segunda clara del Cádiz.
Habían pasado 25 minutos y el dominio era realista pero las ocasiones eran gaditanas. Eso sí, los de Alguacil también llegaban pero cuando lo hacían, como en una en la que ni Portu ni Izak encontraron puerta, se las veían con la muralla amarilla.
Carranza y los cadistas comulgan a muerte con Cervera. Da igual a lo que jueguen. Es más, no da igual a lo que jueguen. Se mimetizan con su equipo, al que ven atrincherado y sin ganas siquiera de hacerse con el balón y al que llevan en volandas para que siga sacando carbón de la mina. El estadio y su gente aplaude el sacrificio y en la lucha, este Cádiz se crece.
Pasaba la media hora y el Cádiz no se veía muy agobiado . Pactaba el guion y la Real aceptaba. Los de Cervera asumen riesgos y lo saben, pero prefieren eso porque sabe que su rival no los acepta. Entre esos riesgos aparecen genialidades, como las de David Silva, que con un toque sutil le sacaba la amarilla a Espino. El tiro de libre directo de Oyarzabal daba en la barrera y el rechace le llegaba a Izak para que el sueco buscase la escuadra con una rosca que se fue fuera llena de intención. Así acababa la primera parte.
Los papeles, sin cambios en los equipos, iban a ser los mismos en la reanudación, sin embargo la primera acción llevó el susto al cuerpo de Alguacil, que veía como un centro de Espino era rematado, tras un rechace en el área, por Salvi aunque sin buena dirección.
Fue un verso suelto esa iniciación de la reanudación porque no dio tiempo la Real a que el Cádiz se lo creyese, pero la película era la misma. Dominio del balón pero cero peligro.
Pasado el primer cuarto de hora de la segunda parte, Cervera tocó al equipo y metió sangre fresca con Osmajic, Alarcón y Álvaro Jiménez, pero no varió mucho la dinámica. De hecho, la Real, por medio de un gran pase filtrado de Merino a Oyarzabal, casi se convierte en el primer gol realista si no es por la buena defensa gaditana, que primero tapó el disparo mordido del internacional español y al poco, esta vez Ledesma, tapaba el remate de Izak.
Estaba la cosa controlada. Tanto, que se escuchaba a Fali desde el centro del campo animar a los suyos con un animoso «¡Vamos a tener una!». Pero quien la tuvo fue la Real, que a falta de veinte minutos para el 90 se adelantaba en el marcador tras un pase fabuloso del central Elustondo a Oyarzabal, que con un cabezazo colocado a la espalda de los defensas cadistas batía a Ledesma silenciando al estadio gaditano.
Ahora, como está mandado, cambiaban las tornas. El público gaditano se molestaba con el paso atrás de la Real, que tocaba el balón con desmayo y sin prisas hasta ver como los delanteros amarillos apretaban a Remiro.
No es que el Cádiz estuviese incidiendo mucho en campo contrario ni nada por el estilo, pero los de Cervera se pierden tanto cuando han de llevar la iniciativa que hasta la entregan cuando van a buscarla. Por eso mismo, en el 81' terminaron de despedirse de la posibilidad de sumar algo cuando el noruego Sortloth encaraba a la defensa contraria y se aprovechaba de la lentitud de Cala, que en su intento por interponerse en su camino lo derribaba haciéndole penalti y viendo la segunda amarilla. Desde los once metros, Oyarzabal sentenciaba el asunto terminando de convencer a la afición cadista de que este año la cosa va a ser muy dura.