Villarreal - Cádiz
Un fatal frenazo en El Madrigal en pleno despegue
El Cádiz de Espárrago vio interrumpida su gran dinámica cuando mejor apuntaba una temporada que acabó con descenso a Segunda
A muchos cadistas a los que se le pregunte por el motivo principal por el que el Cádiz descendió a Segunda hace quince años responderán seguramente que por culpa de la tacañería de Antonio Muñoz en el mercado de fichajes de verano, donde por no soltar 200.000 euros más por Uche tras una discusión en la negociación con el entonces presidente del Recre Francisco Mendoza (dep) se tuvo que conformar con Alexander el Cacique Medina, protagonista de esta triste historia.
El caso es que asumida esa respuesta, muchos, los que mayor memoria tengan de esa temporada, dirán que hubo otro tema extradeportivo que golpeó en la moral anímina del equipo de Espárrago, que acabó la primera vuelta en una relativa y cómoda posición, la décimoquinta con 20 puntos, tres por encima del descenso.
Pues bien, la segunda vuelta comenzó con la fiesta del Bernabéu, donde se perdió 3-1 en una noche mágica en la que el Cádiz CF se adelantó en el marcador con un gol del Cacique, que estaba en vena tras un doblete en La Rosaleda donde marcó un gol con la mano. Maldita mano esa...
En ese momento, el Cádiz de Espárrago se había reforzado en el mercado invernal con el Tano Vella, Fernando Morán y Lucas Lobos . No llegó ningún delantero, en parte por la eclosión en Copa del Rey de Nenad Mirosavljevic, que junto a Medina formó una dupla ilusionante durante ese arranque de la segunda vuelta.
Tras la fiesta en el Bernabéu, el Cádiz empataba en Carranza (1-1) ante el Racing con un soberbio gol de Raúl López y afrontaba el duelo ante el otro submarino, que ya por entonces tenía un equipo con aspiraciones europeas con Diego Forlán, Marcos Senna, Sorín, Cazorla o Riquelme como estandartes de un proyecto liderado por el chileno Manuel Pellegrini, con tanta fe como temor.
Polémica en un duelo entre submarinos
El encuentro fue sorprendente. A los dos minutos, un pase al fondo de Estoyanoff era resuelto con maestría por el Cacique, que por entonces parecía un matador del área. El Cádiz, bien armado detrás, llegó a tener el segundo en las botas de Nenad, también recordado como Mortadelo, pero el disparo del balcánico fue al travesaño. Ya en la segunda mitad, Calleja empataba en el 62', pero no por ello el Cádiz desfalleció. En su búsqueda de los tres puntos, Espárrago sacaba a Oli, que había sustituido en el minuto 10 a Iván Ania (lesionado en la clavícula para toda la temporada). El asturiano tuvo la victoria en su cabeza, pero remató solo al cuerpo del portero. Antes de la gran polémica llegó otra tras unas posibles manos de Berizzo que no consideró un árbitro que en el descuento se dir
medina vio amarilla por su gol legal.
igió al centro del campo para señalar el gol que le pudo dar la victoria al Cádiz. Otra vez el Cacique Medina aparecía en la boca de gol para empujar la pelota a la red tras otra asistencia de Estoyanoff. Ya festejaban el triunfo los cadistas cuando de repente el árbitro de la contienda, el vallisoletano Rodríguez Santiago, se acercó a su línier, el ínclito Rafa 'no me jodas' Guerrero, para delegar en él una jugada que supuso un antes y un después en esa temporada para el Cádiz. El final es de sobra conocido. El juez de línea vio manos donde hubo pecho y se dejó llevar por la fama que arrastraba el Cacique, que jornadas antes había se había ayudado de la mano para marcar en Málaga y ya tenía la matrícula tomada por algunos trencillas que, una vez más, se ensañaron con el pobre.
Aquel empate frenó el despegue de un equipo que se encontraba jugando muy bien al fútbol y con mucha confianza. Una confianza que fue dilapidada a la semana siguiente en Carranza, donde el Sevilla goleaba 0-4 vengándose de la eliminatoria copera anterior. Ese mismo día, por la mañana, el cadismo se despertó con la noticia de que su entrenador había recibido en la puerta de su casa la inesperada y fatal visita de una mujer que le amenazó con una pistola. Desde entonces, el Cádiz entró en una dinámica muy irregular que lo llevo en apenas dos semanas en las que acumuló sendas derrotas a la zona de descenso de la que ya no salió más pese a la entrada en escena de Lobos, que mantuvo al equipo en la lucha hasta la penúltima jornada en la que se perdió en Getafe.
Sin duda, aquel empate en El Madrigal (hoy llamado estadio La Cerámica) pudo haber sido una victoria de no ser por Raga Guerrero. Y de tener el descenso a tres puntos se hubiera dejado a cinco y, lo más importante, la moral por las nubes tras dar un golpe en la mesa en el campo de uno de los equipos que mejor fútbol hacía y mayor presupuesto tenía. Y es que como dse suele decir, el estado de ánimo muchas veces es más importante que la realidad que se aparenta vivir.
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