Espanyol - Cádiz
Vivos en mitad de un huracán (0-0)
El Cádiz suma un punto de oro después de una segunda parte de acoso y derribo de un Espanyol que también pudo perder si Alejo afina su puntería en el descuento
1x1=3. Así es. Porque este punto sabe a gloria, a la gloria de los vencidos en el campo de batalla pero del que salen con vida porque aún queda guerra. Y además, la guerra se sigue ganando. Y se sigue ganando porque la batalla de Cornellá no se ganó. Y eso que el rival mereció más después de una segunda mitad en la que Ledesma volvió a aparecer y cuando no él, ahí estaba la madera, que hasta en dos ocasiones escupió un par de disparos de Joselu.
Los cadistas suman un punto de oro en un campo que no se le ha dado bien desde que lo ha conocido. Y lo ha hecho en mitad de un huracán en el que otros muchos equipos se hubieran descompuesto. Pero no, este Cádiz es de piedra y no se moja. E incluso, a pesar de ir perdiendo a los puntos, los de Sergio tienen el descaro, el desparpajo y el tesón de ir a por la victoria, que bien pudo llegar en el descuento si Alejo afina su puntería.
Pero nada hay que desdeñar del encuentro realizado por los cadistas, que una jornada más seguirá viendo la línea de peligro bien lejos gracias a un trabajo serio, contundente y valiente.
No varió apenas su once Sergio respecto al que fue abatido por el Real Madrid hace una semana y tan solo dio entrada a dos que habían perdido protagonismo debido al castigo que les cayó tras la escabachina que hizo el acta de Hernández Hernández tras el polémico Cádiz - Getafe. Así, y más allá de debates creados exclusivamente para rellenar tertulias de radio y páginas de periódicos, el gran Conan Ledesma volvía a su cuartel de la mano de Iza. Ambos vieron como los canteranos David Gil y Raúl Parra hicieron lo imposible por suplirlos, pero la lógica de la madurez, la experiencia y la calidad impera en la cabeza de un entrenador que premia al meritaje, sí, pero hace más caso a la integridad.
Estaba en el guión que el Espanyol saldría enchufado y con la idea clara de encerrar al Cádiz en los primeros compases del encuentro. Y en efecto, así fue. Salieron los pericos con la intención de someter a los amarillos apoyándose para ello en su hinchada, que calentó como nadie el RCDE Stadium, pero ese impulso apenas le duró a los locales cinco minutitos, justo el tiempo en el que el Cádiz se dio cuenta de que no era para tanto.
De hecho, la primera ocasión manifiesta fue amarilla y lo fue después de tres o cuatro minutos en los que de Sergio levantaron la carita, cogieron el balón y comenzaron a leer con frialdad la agitada forma de jugar de su rival. Por todo ello, por esos nervios de los espanyolistas llegaría una jugada bien llevada y trenzada por Iza, que centró al segundo palo para que Sobrino cediese atrás a Rubén Alcaraz, que disparó desde fuera del área sin encontrar puerta pero mandando un aviso claro a la parroquia local.
El dominio comenzaba a teñirse de amarillo y el encuentro parecía trepidante. Y lo era. La grada hacía su función y los 22 de corto también. Igual el balón corría que se las pelaba a ras de suelo que volaba. Y entre medias, los disparos no cesaban y si antes fue Alcaraz el que probó fortuna en el 14' de juego le tocó el turno a Darder, que aprovechó un despiste en una entrega de Chris Ramos para rescatar un balón y armar su diestra que si no es por la aparición de Alcaraz hubiera metido en problemas a Ledesma, que veía como el balón salí de fondo a córner. El saque de esquina fue bien defendido por una defensa muy enchufada y que veía como pasado el cuarto de hora perdía a un titán. Fali se iba lesionado al partirse por culpa de un desafortunado resbalón tras despejar un balón y despreocuparse de donde pisaba con tan mala suerte que su pie izquierdo perdió el equilibrio al notar extraño la pisada de la moqueta que separa el césped de las vallas publicitarias del estadio.
Estuvo con uno menos el Cádiz unos minutos , esos que aprovechó el Espanyol para cercar la portería de Ledesma, que tuvo que sacar bajo palos un córner de Nico que iba convirtiéndose en olímpico de no ser por el de Pergamino.
Malos momentos para los amarillos, que se rehicieron sin percatarse muy bien del boquete que dejaba un Fali incomensurable en las últimas jornadas y que dejaba su lugar a Chust. No obstante, los de Sergio no tardaron en regresar y lo casi que lo consiguen hacer por la puerta grande después de una internada de Espino que servía en bandeja un pase atrás a Guardiola, pero el ex del Valladolid falló no un, sino dos veces, lo que era un gol cantando en el banquillo cadista. Más clara no la iba a tener.
Perdonaban los gaditanos , que pasada la media hora eran los justos merecedores de la victoria a los puntos por ser claros dominadores. Pero el ritmo del partido seguía siendo diabólico. Y a ese unió Chust, que en sus primeras intervenciones se llenó de confianza, especialmente en una acción en la que cerró, con la ayuda de Luis Hernández, muy bien la llegada de Braithwaite.
Poco a poco, y a fuerza de enviar balones a sus delanteros, el Espanyol equilibraba la balanza del encuentro, que en el 32' de partido volvía a parir una oportunidad en el área de Ledesma, que vio como el cabezazo del mexicano César Montes a centro de Nico se iba ligeramente desviado.
La respuesta a ese ataque la puso de nuevo el Pacha Espino , que se asoció con Guardiola dentro del área rival para enviar un centro chut que fue desviado por la zaga perica. Una zaga que a pesar de los cinco hombres colocados por Luis García para cerrar la sangría de goles era un pasacalles para el lateral charrúa del Cádiz, que no estuvo muy fino a la hora del último pase.
Y así, en un toma y daca de unos y otros se llegaba al descanso de un encuentro que a pesar de no haber dado goles sí que regaló a los presentes toda la tensión que necesita un espectáculo de fútbol para crear afición.
Ni diez segundos habían pasado de la segunda mitad cuando Pedrosa ya había enviado un balón al área de Ledesma que despejaba de cabeza Víctor Chust. No era más que el principio de la tromba que le esperaba al Cádiz, que se vio superado en la reanudación en unos primeros diez minutos de infarto para los cadistas.
Porque si clara fue la doble ocasión que tuvo Guardiola en la primera mitad, más clara aún fue la que le tocó tener al Espanyol en el 56' de partido, momento en el que Darder se volvió a sacar un teledirigido centro a la cabeza de Joselu que el gallegó conectó para enviar el balón a la base del palo para alivio de Ledesma, que no tuvo un segundo de suspirar porque cuando levantó la cabeza se vio un nuevo centro cabeceado por Cabrera que repelió como Dios le dio a entender. El balón no salió del área pequeña del Cádiz hasta que un taconazo de Joselu era vuelto a despejar por el rostro de San Emeterio. Si esa jugada no acabó en gol fue porque por Cornellá han echado un mal de ojos.
Despertó en el 61' el Cádiz gracias a una contra que finalizó Bongonda con un centro al primer palo al que llegó muy justo y para peinar el balón Guardiola, que apenas le imprimió fuerza para tranquilidad de Pacheco.
La locura se apoderaba del RCDE Stadium y en ese manicomio quien se asentó mejor fueron los anfitriones, que en el 62' se debieron adelantar en el marcador tras una gran jugada de contra en la que Nico tardó demasiado para enviar al segundo palo un balón que Joselu convirtió en oro y el VAR en nada. Respiraba de nuevo un Cádiz que intentaba parar el ritmo con un doble cambio. Álex y Bongonda se sentaban y Alejo y Álex salían para aplicarse a un duelo donde no había bandera blanca pese a las tablas en el marcador.
El Espanyol seguía a lo suyo y lo suyo era darle la tarde a Ledesma, que sacó unos puños maravillosos para desviar un centro con marchamo de gol en el minuto 68.
La iniciativa era perica, pero el Cádiz, en mitad de un huracán se manejaba bien. Producto de ello, llevaba el balón a campo contrario no pocas veces y en una de esas consiguió cobrarse un saque de esquina que pudo acabar en lío, pero el contacto de Pacheco sobre la cabeza de Sobrino fue interpretado por el colegiado Martínez Munuera por lo que es, fútbol. Por mucho que hace un año en Palma hubo un compañero que no lo supiera tan bien como él.
El encuentro seguía sin tregua y en la batalla el que más atacaba era el Espanyol, que en el 75' volvía a tener una doble ocasión. Primero fue Braithwaite el que culminaba una contra con un disparo raso y duro que no atajaba a la primera Ledesma y le llegaba el rechace a Joselu, que de tacón no sorprendió al meta cadista, que abrazaba el balón como el padre abraza a su recién nacido.
A pesar de que el Espanyol rugía y mordía , los de Sergio no le perdían la cara al partido y también se presentaban por el área de Pacheco, pero Chris Ramos pedía antes penalti que confiar en una jugada que bien podría haber acabado en otra cosa. Demasiado joven el gaditano para tirarse tanto. No es la primera vez que lo hace y los de negro apuntan la matrícula.
A esa jugada le siguió otra perica y de nuevo con dos protagonistas repetidos. Darder enviaba un caramelo al primer palo para que Joselu rematase con el interior para mandar el balon al travesaño. Ambos equipos parecían irse de la mano hacia un precipicio y sin frenos, pero el empuje, que conste, lo llevaban los catalanes, locos por marcar.
Y si no lo consiguieron fue de nuevo por Conan, más Conan que nunca , que en el 92' sacaba una mano providencial a un violento disparo al primer toque de Joselu, que ya no sabía a qué Dios encomendarse.
El descuento de seis minutos se jugó a una intensidad como para tener a tres o cuatro médicos de guardia en la bocana de vestuarios porque el corazón estaba en un puño, como se le quedó a la animada hinchada local después de ver como en el 93' Roger metía un pase atrás que llegaba a la zurda de Iván Alejo, que de tanto asegurar por bajo mandó el balón fuera. Lástima que el Pacha no se decidió a meter su pierna porque de haberlo hecho el resultado hubiera sido otro. El banquillo cadista se levantó para celebrar el no gol, pero ya no se sentó porque el Espanyol armó filas de nuevo y tuvo la última de nuevo en lsa botas de Joselu, pero esta vez su disparo raso y cruzado no se encontró con las manos de Ledesma pero sí con las vallas de publicidad.
El pitido final devolvía la vida y las pulsaciones a la normalidad y al Cádiz le dejaba con una sensación milagrosa de salir vivo de un vendaval del que pudo sacar petróleo pero también lodo. El empate deja a los amarillos con la sensación de lo que es. Un equipo serio, que da la cara, que no la quita cuando la pegan pero también da. En definitiva, un equipo rocoso, con personalidad, que sabe sufrir y que sale vivo de un acoso y derribo como el que sufrió en la seugunda mitad ante un Espanyol que se quedó con la miel en los labios .
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