Cádiz Cf

Un año después, ¡sí!

Los hombres de Sergio, con el entrenador a la cabeza, se dan un merecido homenaje en Valladolid tras la importante victoria y a las puertas del parón liguero

Matar dos pájaros de un tiro

José Mari y Luis Hernández celebran el triunfo amarillo en el José Zorrilla L.V.

Alfonso Carbonell

Ahora sí. Con el permiso por bandera del cuerpo técnico y el beneplácito -no tácito, sí público- del presidente. Ahora sí, Justo un año después de que cuando era NO como un camión.

¿Recuerdan? Claro que sí, como olvidarlo. También era septiembre. Apenas unos diez días más de los que hoy corren por el calendario. Entonces era el 26 y ayer 16. Ambos escenarios empezaban con V, de Vallecas y de Valladolid. Pero a la primera le acompaña la D de derrota y a la otra también la V de Victoria. Poco o nada mas que decir. Bueno sí, la situación del equipo era similar, o sea, mala, nefasta. Quizás algo peor este año ya que en la jornada séptima del curso pasado el Cádiz sumaba seis puntos y en esta se estrenó ayer con sus tres primeros con una jornada menos y un juego igual de malo.

Pero hay una gran diferencia. Ayer, en Valladolid, se vieron brotes verdes, todo lo contrario de lo que sucedió en Vallecas, donde se abrió la caja de los truenos que acabó con una trayectoria impecable de Cervera, destituido al enero siguiente debido a que la banda se empezó a torcer ese 26 de septiembre. Otra cosita no menos importante. Ayer era viernes en una ciudad jovial y universitaria. Hace un año era domingo en un barrio de Madrid alejado del centro. Ya eran ganas de liarla… Y vaya que si la liaron unos cuantos, con el permiso del presidente y la ignorancia de Cervera, que cuando se enteró montó en cólera en una rueda de prensa que marcó un antes y un después en el discurrir de esta temporada.

El club quiso encubrir lo que todo Cadiz ya sabía gracias a un vídeo que se viralizó en el que salían de juerga en una discoteca de Madrid lo Sobrino, Akapo, Andone y compañía. En total fueron siete, como una semana después quedaron retratados en el palco de Carranza en un partido donde Vizcaíno y Cervera casi llegan a las manos en el vestuario nada más conocer el presidente el castigo público con el que el entrenador castigaba a los fiesteros. Fue el encuentro en el que debutaron canteranos como Pedro Benito o Chápela y Osmajic de titular. Cero a cero contra un Valencia plagado de bajas que el Cádiz no aprovechó dada la ausencia de los rebeldes.

De entonces a adelante ya nada fue lo mismo. Ni en el club ni en el vestuario. Y así lo dejó dicho el propio Cervera en su comparecencia de despedida ante los medios y sin la compañía de un Vizcaíno al que verá en breve en el juicio por el finiquito del mejor entrenador de la historia del Cádiz. Que ya son ganas …

Un año después las cosas fluyen de otra manera en el vestuario. La banda ha recuperado esa sintonía con otro entrenador y todos reman en la misma dirección. Nada más que hay que ver la celebración del gol de Negredo, tanto en el campo como en el banquillo, para avalar esta consonancia entre equipo y técnico.

Han pasado cinco jornadas negras, donde la presión amenazaba con cargarse todo lo conseguido el año pasado. Y a pesar de ello, y en mitad de un entorno más que enervado con la directiva, la unidad no se ha roto. Es más, podría decirse que más ha sido el compañerismo. Y eso, cuando no entra la pelotita, es más que un buen síntoma, es un aval tremendo de la calidad humana que prima dentro de la caseta.

“Nos hemos quitado un camión de mierda”, dijo suspirando Sergio al final del encuentro. Lo decía con el alma y saltándose la sobrada educación que tiene, pero tenia que soltar el técnico barcelonés y lo soltó como lo suelta la buena gente, pidiendo permiso para saltarse los modales pues tal era su Alegría, esa que contuvo durante el descuento y tras el gol de Negredo. Nadie como él para saber lo que acojona la llegada del verdugo.

El equipo comenzó la fiesta en el vestuario. No se equivoque, los jugadores son los primeros que saben que no se ha conseguido absolutamente nada, pero también son los primeros que llevan un mes sin respirar de la tensión generada por los malos resultados.

Queda una vida por delante y la vida hay que llevarla, dentro de un equilibrio y una responsabilidad, con alegría. Y eso mismo optó por hacer la banda ayer en Pucela. Nada como una fiesta y un homenaje tras cumplir con el deber. Se ganó en Valladolid y se comenzó a respirar a las puertas de un parón liguero de dos semanas que le vendrá de categoría a Sergio para seguir trabajando ya con Alcaraz como hombre orquesta (¡Vaya cambio le da el catalán al equipo con su sola presencia!). Y qué mejor que una velada entre compañeros, directivos y cuerpo técnico para unir más esos lazos que se estrecharon durante las vicisitudes. Y eso hicieron en Valladolid. Su cenita y sus copitas. Y a dormir, como buenos hermanos tras una batalla ganada. Ahora sí, un año después, lo clavaron.

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