Cádiz CF

Cervera y el sentido de pertenencia

El entrenador vuelve a tirar de valores que ya no se llevan en un fútbol moderno que él intenta evitar en sus jugadores

Le echa un guiño a Sobrino

cervera, en el banquillo donde más ha crecido. a. vázquez

Alfonso Carbonell

Álvaro Cervera es un entrenador de los de antes . O al menos, procede de los de antes. Eso seguro. Detesta el fútbol moderno y todo lo que esa expresión conlleva y hasta resulta raro que en algunas ocasiones parezca que defienda al VAR, ese invento del maligno que tan malos tragos le ha hecho tragar al Cádiz CF esta reciente temporada ya pasada.

El entrenador del Cádiz CF no vistió la casaca amarilla pero ahora la disfruta y defiende como el que más desde el banquillo. De pequeño vivió un tiempo en San Fernando y sólo por eso sabe lo que es el cadismo ya que de siempre ha sido y será un enamorado de un deporte que lo llevó a Valencia a rozar el cielo con las manos. Desde allí, desde el Luis Casanova o el Lluís Sitjar de Palma o El Sardinero de Santander se hizo una idea de lo que representaba el Cádiz CF de los 80 y de los 90 que se ganó el corazoncito de todos los aficionados del fútbol español. Por todo ello, desde que firmó hace ya más de cinco años con la entidad de Carranza, sabía que ante sí recaía una responsabilidad que sólo podía llevarle a dos destinos: Enfermería o Puerta Grande. Eso sí, fuese cual fuese el final, en el tránsito su orgullo sería máximo.

Llegó como un catequista y ahora es un Dios, quién se lo diría. Y por eso mismo, porque ha conseguido todo desde el banquillo de Carranza se siente autorizado ahora a expresar a todos y cada uno de los jugadores que visten el triangulito de Hércules y los leones lo que significa defenderlo en el verde de cualquier campo de fútbol. No es gaditano ni cadista de cuna, pero todo aquel que lo sea puede estar inmensamente tranquilo que la identidad de esta institución descansa en la cabeza de un entrenador que dicta y suda cadismo por los cuatro costados.

Estos días dejaba claro su forma de ser dentro del vestuario. Le acusan de ser una persona reservada, puñetera incluso con todo aquel que no comulga con sus ideas , pero en suma, defiende los valores de todo aquel que piensa en amarillo. Lo hizo en una radio valenciana, a la que le contó cosas que no ya por sabidas en esta tierra salada dejan de ser valoradas.

Fue preguntado por su forma de ser con los jugadores desde la primera vez que llega un nuevo futbolista al vestuario del Cádiz CF. En este sentido, informó de lo que hace en los primeros días de la pretemporada así como a todo aquel que llega de nuevas al equipo. «Hago (lo mismo) cada temporada en los primeros días. Le digo a los jugadores que estamos en una ciudad, en un club, que tiene una historia y es lo que tenemos que defender». Eso, así, de entrada. En frío.

Y va a más, como queriendo meter de lleno en el recién llegado el chip de la idiosincrasia que se respira en Cádiz. «El sentimiento hacia este club es lo que nos va a hacer mejores o peores, más allá de que juguemos bien, mal o que el rival juegue mejor que nosotros o no. Pero lo que nos va a salvar en los momentos claves es el sentimiento de pertenencia a una ciudad, a un club y a lo que representamos. Así lo veo yo. Quizás porque soy más sentimental, pero es lo que intento inculcarles a ellos».

Por todo ello, y como un analista, él descifra las caras y las pasiones de sus pupilos y a la hora de hacer sus alineaciones tiene claro que en caso de duda tira siempre por el que él cree que lleva más sangre o conciencia cadista, por encima del dinero incluso. «Ese jugador es el que me vale. El jugador que un año gana dinero en un club y al año siguiente en otro, lo veo bien porque es su trabajo, pero a mí me vale menos. Me vale más, quizás el jugador antiguo, el que tiene ese plus de estar a gusto donde está y creo que ese poquito más les hace mejores».

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