Celta - Cádiz
Están para un diván (3-0)
Segundo ridículo consecutivo de un Cádiz que desaparece en un segundo tiempo en el que vuelve a quedar retratado
Puestos a fichar, ahora que no se puede, Vizcaíno haría bien en traer a un psicólogo. Primero, para él, que no estaría mal que alguien le escuchase con atención para que a continuación le guiase en la senda de la sensatez. Y segundo para sus chicos, que están 'katacrocker' por completo. ¿Qué demonios ha pasado en tres meses por esas cabezas? ¿Qué ha ocurrido para que lo que antes era claro ahora sea oscuro, negro? ¿Dónde está toda esa moral que trajo Sergio? Las respuestas están en el palco pero si por el camino a él todos se sientan en un diván no vendría mal.
El aspecto psicológico está más que tocado, hundido. Nadie coge al toro por los cuernos y en cuanto un partido se pone cuesta arriba todo son caras gachas, miradas perdidas y depresión. Como la de los cadistas, que ya ven en Valladolid el último partido como entrenador de un Sergio al que han dejado vendido desde la directiva mientras él se ha dejado vender.
Más allá del plano mental, el deportivo dejó en Vigo un dato para enmarcárselo en el despacho a Vizcaíno. El Celta sacaba en el descanso al gigante Larsen, recién firmado. ¿Y qué hizo el gachó en apenas diez minutos? Un testarazo a la madera y una asistencia de tacón para que Óscar sentenciara al Cádiz. Por contra, el Cádiz sacaba del banquillo a Álvaro Giménez, un mediocre delantero cedido el año pasado a un Segunda y que este curso, por obra y gracia de Producciones Vizcaíno, se ve jugando en Primera. ¿Y qué hizo álvaro Giménez? Viajar a Vigo y poco más.
Pero hay que centrarse en lo que hay. No queda otra. Al menos haste enero. Y lo que hay es un desecho de equipo que pese a jugar bien e incluso acercase a dominar en la primera mitad, tras el descanso y con el primer acercamiento del rival se desmorona, se va, se evade y se rompe. Como roto de ilusión está un cadismo que se prepara para vivir el calvario originado por un presidente que este lunes tendrá que dar muchas explicaciones aunque lo que se aproximen seguramente serán cantidades industriales de disculpas.
Sergio le dio tantas vueltas a la cabeza que volvió a dárselas al once y al sistema. Poco antes del comienzo de la Liga, y por las bajas según decía, probó con una defensa de cinco. Ya no olía bien la cosa. Total, que se estrenó en la Liga con su clásico y más confiado 4-4-2, pero tampoco. Los vascos y los navarros se lo explicaron y al catalán le pusieron la cabeza como un bombo antes de acudir a Galicia con un triple pivote en el centro del campo, la zona más desprotegida de este endeble Cádiz en este arranque liguero. Con San Emeterio como sostén y Alarcón y Blanco pivotando, el Cádiz se proyectaba sobre Balaídos con un 4-3-3 donde Alejo y el debutante Ocampo eran las alas y la punta el Choco Lozano. Y atrás, la retaguardia que más convence con Ledesma, Zaldua, Luis Hernández, Chust y Espino.
Ambos equipos no salieron con mucho respeto del túnel de vestuarios. El Celta, porque veía como el Cádiz ya lo había perdido mientras que el bando gaditano porque ya no tiene porque tenerlo a nadie después de la vergüenza que lleva pasando hasta el momento. Y así, sin complejos, salieron dos rivales que de tanto chocar quedaron neutralizados.
Buenas sensaciones iniciales daba el Cádiz, espoleado por el debutante Brian Ocampo, que salió con muchas ganas. Entre una cosa y otra pasó el primer cuarto de hora sin mucha historia que contarse los porteros, que veían como las llegadas a sus áreas eran más producto de lo voluntarioso de que de la elaboración en sí. Tanto Coudet como Sergio, respiraban tensionados, pero satisfechos.
Fue pasada la media hora cuando el bando cadista se decidió a dar un paso adelante, pero más por inercia y retroceso vigués que por inclinación personal. Las aproximaciones al área celtiña venían como a empujones, no merced a un juego constante. No había control del balón, pero sí del juego. En apariencia.
La cosa se fue inclinando más a favor de los amarillos, que pisaban el área gallega a través de un pase filtrado de San Emeterio que Alejo no pudo controlar ante la oposición de los centrales locales. Avisaban los de Sergio, que cada vez se iban empoderando más sobre la alfombra rápida de Balaídos.
El dominio del campo tocando al fin de la primera mitad era gaditano , pero eso no se traducía en absoluto en claras ocasiones. Pudo ser en una contra, tras el saque de esquina errado del Celta, que el Cádiz consiguiera su preciado gol pero tras una buena conducción de Alejo y Lozano, el balón acabó en los pies de Ocampo para que el uruguayo, en vez de jugársela, intentase contactar con un Alarcón que llegaba demasiado forzado al área viguesa.
Se iba ya camino del descanso cuando un chut lejano de Óscar Rodríguez le juega una mala pasada a Ledesma , que tuvo que detener el balón en dos actos después que el primero se le escurriese entre los guantes.
No debía estar haciendo mal las cosas el Cádiz porque hizo que el Chacho Coudet hiciera dos cambios en el vestuario para afrontar la segunda parte, a la que el once amarillo entró presionando fuerte en el centro del campo.
Y si Ledesma acabó el primer tiempo con un sustito, no menor fue el que sufrió al inicio de la reanudación después de que una volea de Núñez se fuera rozando el palo. Acto seguido, tuvo que salir a los pies de Cervi tras un gran pase ruptura de Aspas. El Celta también avisaba. El partido se abría.
Lo cierto es que estas aproximaciones metieron al Cádiz en su campo y, ante esto, Sergio comenzaba a mover al banquillo en busca de un refresco para un Lozano al que ya se le veía fatigado.
Error de Espino, gol de Aspas y 'ko' técnico
Dieron los celtiñas ese paso hacia delante que provocó, en el 55', que Espino perdiese una entrega en la medular para que el balón le llegase a Iago Aspas para que el de Moaña avanzara con elegancia y libertad hasta colarse en la frontal y armar su zurda para batir, con la colaboración de la pierna de Luis Hernández, a Ledesma.
Contra las cuerdas el Cádiz , psicológicamente hundido, el Celta pudo sentenciar tras un cabezazo al palo del noruego Larsen, que había entrado tras el descanso con el hambre del debutante. Poco después, Veiga, que también había entrado de refresco casi consigue el segundo tras una volea desde la frontal que se fue por poco.
Preparaba ya sus cambios Sergio sabedor de que algo se había roto en los suyos, pero los teóricos salvadores tuvieron que ver como el Celta armaba una obra de arte para conseguir el segundo en el 61' después de que Óscar Rodríguez marcase a placer tras una espectacular triangulación entre cinco jugadores celestes.
Aturdido el once amarillo , Sergio introdujo el triple cambio (Sobrino, Bondonga y Lucas entraban por Alejo, Lozano y San Emeterio) para cambiarle la cara a un dañado, herido y golpeado equipo. A los minutos, entraban también Álex y Álvaro Giménez y se sentaban Ocampo y Blanco. Y sí, Álvaro Giménez era el que el año pasado se cedió a un Segunda y ahora juega en Primera tras unos números de lo más discretitos en su paso por el Zaragoza.
Quiso enmarañar el partido con tanto cambio, pero lo que lió más fueron a los suyos, que vieron como en el 75' Larsen bajaba el enésimo balón del cielo para que el Celta la jugase hasta entregárselo a Aspas, que de nuevo irrumpió por el centro para con una rosca maravillosa volver a batir a Ledesma sumando su quinto gol en cuatro partidos mientra que hacía sumar al cadismo diez en contra en cuatro jornadas. De locos, que no del balón porque habría que ver si esto lo hubiera permitido Quique Pina.